Placeres de la vida.
—Adam.— La susurrada voz de Pierce me sacó del pequeño trance al que había entrado, pensando en cómo es que estaba durmiendo con un chico sin antes haber tenido nada con él. —¿Estas dormido?
—No.— Aun me encontraba de espaldas a él, pero no sentía que estábamos tan lejos como cuando nos dormimos anoche.
—Cuando era pequeño tenía un sueño, quería ser como los demás niños.— Mi insomnio me obligaba a escucharlo. —Veía y leía libros en donde experimentaban tantas cosas, amor, drama, terror y anhelaba poder vivir algo de eso. Nunca fui normal, nunca sentí interés por los juguetes, por cómo me vestía, por los dulces o por tener o no tener amigos. Era como estar muerto en vida.— Solo me mantuve en silencio, sintiéndome identificado con este aspecto de su vida.
—He ido a psicólogos, estudiado sobre mi manera de ser, intentando saber que había de mal conmigo, porque nací con éste problema.— suspiró —He fingido ser quien no soy pero finalizando el día, no me sentía satisfecho. Todo era tan falso, tan irreal, no ser yo me molestaba pero no ser como ellos aún más. —Hubieron unos minutos de silencio, ambos parecíamos estar reflexionando.
No es como si no escuchara todo lo que me dicen o que soy un ignorante, solo evito prestarle atención a los demás cuando hablan mal de mí. La manera en la que Pierce hablaba, era como si estuviese revelando algo importante para él, se notaba que intentaba decirme algo.
—No fue hasta que te vi que supe que no era el único. El pueblo es pequeño, no hay suficientes personas como nosotros. Más no te molesta admitir que si no eres tú es por pura conveniencia, que agradarle a la gente es más fácil que desagradarles, te destacas por ser inteligente y piensas muy bien lo que haces. No entiendo como no te afecta no sentir así como a mí me afecta, porqué no buscas poder sentir algo y porqué me siento estúpido cada vez que hablas y me haces entender que tienes tus propias metas y que no vamos para el mismo lado. Lo pienso y ya no creo que soy único... que alguien mas debe andar por la vida buscando sentirla, pero si creo que de ti solo hay uno.
Me volteé luego de que terminó de hablar, colocándome de costado. Pierce se encontraba en la misma posición, frente a mí.
—Creí que ya te habías dormido de vuelta.— Me sonrió despreocupadamente y le devolví una sonrisa mucho más sutil que la suya.
—No entiendo por qué me dices todo esto.
—Quería hacerlo. Los pequeños placeres de la vida están en no privarse de las cosas que quieres hacer en el momento.— Fue cuando me acerqué a él, se mantuvo quieto y deposité un beso sobre sus labios. No hubo respuesta, solo fue un pequeño toque de mi parte. Volví a mi anterior postura y nos quedamos mirándonos.
—Placeres de la vida.— dije serio y el chico frente a mí rio bajo, asintiendo y cerrando sus ojos.
—Adam, son las cuatro de la mañana.
—Entonces descansa.— Me di una vez más vuelta y finalmente de dormí como Dios mandaba.
<<"Dicen que, en la vida, el único papel que puedes representar es el de ser tú mismo. Que, te guste o no, el resto de puestos están ocupados.
Que de nada sirve dejarse llevar por los dictados de la moda, por lo que a otros les parezca o por lo que tus miedos te digan. Que habrá quien trate de frenarte o quien te anime a saltar al vacío sin paracaídas, red o colchón. Pero que, al final, saltar o no saltar, sea fruto de tu propio impulso.
Que cada camino es un mundo y no todo el mundo lo recorre al mismo ritmo, ni de la misma manera. Que la compañía hace mucho, pero querer adentrarte en él, es cosa tuya. Que no has de terminarlo si a mitad sientes que te has equivocado. Pero que si llegas al final, celebras cada diminuto paso.
Que cada lágrima, cada victoria y cada impulso cuenta y..."
La gente que se encontraba en la sala de conferencia se había levantado de sus asientos y aplaudían orgullosos ante el nuevo proyecto, sin haberme dejado de terminar antes.>>
¿Y que? ¿Qué iba a decir?
Me removí en la cama poco a poco, la luz me daba a la mitad de la cara y me empezaba a tocar los huevos no conseguir esquivar los rayos del Sol.
Enojado me levanté y cerré las cortinas, tomé mis zapatillas y salí de la habitación aún de mal humor.
—Nada te cuesta cerrar las cortinas antes de dormir o después de levantarte, siquiera esperar a que al menos yo ya esté levantado.— le reclame al chico aun semidesnudo de la cocina.
—Vaya, cuando recién te levantas eres demasiado sensible.— Pierce me sonrió y siguió cocinando. —Anoche no comiste.
—Da igual.— Me coloque las zapatillas sentándome en el suelo y luego me sacudí el culo al levantarme. — ¿El agua de aquí funciona? Préstame tu baño.— Recapitulemos: había tomado, bailado hasta que no pude más, tenido sexo, escapado de casa y dormido en un auto, y aun así todavía no me he bañado. Necesito una ducha urgente.
—Desayuna primero.
—Créeme, lo último que quiero es desayunar.— Pierce ladeo la cabeza señalando el baño y solo me concentre en entrar, darme un baño y mirar mi rostro en el espejo.
Solo había una palabra para describirme: Anal.
Me veía terrible, ojeras, ojos rojos y pequeños, y mi piel se veía más seca de lo normal por el agua caliente de la ducha.
Evite seguir viéndome y me coloque mi ropa interior antes de salir del baño.
—¿Me prestas algo para ponerme?— Pierce me miró un par de segundos, creyó que no iba en serio pero dejó su taza en la mesa y camino a la habitación, le seguí el paso y abrió ambas puertas de su closet.
—Ponte lo que quieras.— el abandono el dormitorio y me divertí un rato aprobando un poco de todo. Pierce tenía un estilo muy edgy si me ponía a pensar en su manera de vestir. Incluso su closet reflejaba eso. Me pregunto si tarda en vestirse con el montón de combinaciones que puede hacer.