Especial Ángel Ciego. La Bella y el Namek

El accidente

Izbet acompañó a su ahijada, y a 18 con sus hijas a una cabaña en las montañas, allí iban a celebrar el cumpleaños de Marron. Habían ido un poco antes para poder disfrutar del lugar solo ellas.

Esa mañana la medio demonio estaba con ganas de estar sola un rato, había soportado dos días de películas de Princesas Disney, una y otra vez, así que mientras las madres y las pequeñas iban a divertirse al lago congelado, ella se arropó, al lado de la chimenea y se adormiló.

— Lo siento Izbet — dijo Videl al entrar con la bebé — no quise despertarte.

— No hay problema, solo estaba disfrutando de la paz — se metió más en la frazada que la envolvía.

— Lo siento, es que las niñas son así, muy activas.

— Lo sé, me acuerdo cuando eras pequeña.

En eso entró 18, estaba sola.

— ¿Y Marron? — preguntó la morena de ojos azules.

— Quiere patinar, pero olvide los patines.

En eso escucharon un ruido muy fuerte, y un grito infantil que se cortó brusco.

— ¡¡Marron!! — gritó 18 y salió disparada. Videl envolvió a Pan en una manta.

— Espera, déjame a la ni...

— Quédate aquí, ya volvemos — siguió a la rubia lo más rápido que pudo.

— Diablos — Izbet subió su energía al máximo, para tratar de atraer la atención de alguno de los guerreros Z.

— ¡¡Hija, dónde estás!! — gritaba desesperada la androide.

Videl se trataba de concentrar para sentir donde estaba la niña que cayó cuando se rompió el hielo, pero era tan diminuto su ki que no lo captaba.

— No la encuentro — angustiada abrazó a Pan.

— Yo no puedo sentir los ki — por ser un androide, 18 no podía sentir la energía vital de los seres, así que trataba de ver algo, o escuchar, pero era difícil ya que la bebé que estaba en brazos de su madre no paraba de llorar a todo pulmón — ¡¡Qué se calle!!

Izbet, que había queda al otro lado de la laguna congelada, escuchó un pequeño rasguño en el hielo, en un mini segundo pensó llamar a las mujeres, pero estaban muy lejos, seguramente no la escucharían, así que rompió el hielo con una gran esfera de ki, pero ni con eso consiguió llamar a la atención de las que buscaban a la niña.

Las otras estaban tan concentradas que no la sintieron, a pesar de su miedo a entrar al agua cuando sus pies no tocaban el suelo, Izbet tomó aire y se tiró, su corazón no dejaba de bombear, su mente le gritaba que saliera, trato de olvidarse de sus recuerdos, y se centró en encontrar a la pequeña, dentro sintió una corriente muy fuerte. Se quedó quieta y pudo escuchar el sonido de burbujas, y un rasguño en el hielo, se dirigió allí, al tacto encontró a la niña a punto de desmayarse, hizo una esfera de energía, la puso adentro, y la envió lo más rápido que pudo al exterior, con tan mala suerte que el hielo que se rompió cayó sobre ella y la aplastó contra el fondo.

La medio demonio estaba tan asustada que no pudo hacer nada, sus recuerdos de lo vivido en el buque antes y después que la tiraran por la borda cuando era niña, más el frío la descontroló, no pudo pensar lógicamente, ya no sabía dónde estaba arriba o abajo, por todos lados tocaba hielo.

Al final se quedó allí, sin saber qué hacer, deseo que Piccolo hubiera llegado y las salvará como siempre, estaba enamorada de él, pero no tenía el valor para decírselo, sabía que por ser namek nunca la amaría como ella quería. Con ese pensamiento en mente empezó a perder la conciencia, pero antes que su mente se apagara, sintió como un torbellino la tomaba y la subía al cielo, así por fin pudo respirar, el viento era tan fuerte que se sentía como una marioneta en su interior, hasta que por fin cayó de nuevo en agua, pero ahora era muy tibia.

— Diablos, que hago aquí, ayuda — gritó, mientras intentaba mantenerse a flote, trato de recordar que hacía allí, pero su mente estaba casi en blanco.

Entonces se dio cuenta que era ciega, unas horas después ya no podía seguir nadando, por suerte un buque pesquero que pasaba por el lugar la recogió.

— Vaya, por fin tendremos una sirvienta por un tiempo — dijo el capitán — en el siguiente puerto la venderemos.

La mujer asustada se había hecho un ovillo, abrazando sus piernas, su ropa, tipo overol negro, estaba roto en varias partes, además estaba confundida y mareada, cuando levanto la cara sus rescatadores se dieron cuenta que tenía sus ojos blancos.

— Así no nos darán nada por ella, mejor sería echarla al mar — dijo otro de los marineros.

— Recuerda el mercado de esclavas sexuales, para eso no necesita ver — señalo otro de ellos riendo lascivamente.

— Tienes razón — dijo el líder del barco — probémosla ahora.

Cuando la fueron a tomar, el cuerpo de la ciega reaccionó sin que ella tuviera que pensar, golpeó a varios, y parecía que iba a dejarlos a todos inconscientes, pero lamentablemente como no veía se enganchó en una red de pesca, al tratar de soltarse se enredó más, al final termino sin poder moverse.

— Vaya con la tipa, mejor la venderemos cómo gladiadora, échenla a la bodega.

Izbet se quedó quieta un rato.

— Piensa, piensa — se decía cuando pudo liberarse de las atadoras — debes encontrar la forma de escapar, si pude defenderme así y romper las redes sin problema, quiere decir que tengo mucha fuerza — tocó por horas el lugar, hasta que encontró una tabla débil — si la golpeó podría romperla fácilmente, pero está bajo el nivel del agua, si hago eso y sobrevivo al hundimiento de la nave... no se a cuanta distancia estoy de tierra firme, mejor lo dejo cuando sienta que llegamos a la costa.

En eso escuchó un jolgorio en cubierta, un golpe muy fuerte delató que habían tirado algo grande a su lado, luego la puerta que daba a cubierta se cerró.

— Suéltenme malditos, apenas pueda me la pagarán — el ser escucho un ruido suave — ¿Hay alguien aquí?

La mujer ciega se acomodó en un rincón, preparada para defenderse.



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En el texto hay: princesas, humor amor, izbet

Editado: 18.01.2022

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