Especial Ángel Ciego. La Bella y el Namek

Sirenas

— Izbet ¿Y tú?

— Khosia.

— ¿Qué hacías en medio del mar? — quiso saber la mujer.

— Esta es mi casa, soy una sirena.

— En serio, pensé que eran seres imaginarios.

— ¿De dónde vienes? Aquí todos saben de nosotros, toca mi cola si no me crees.

Efectivamente era una mujer pez, apenas Khosia pudo ver mejor en la oscuridad, empezó a golpear la madera con su cola, pero no logro nada.

— Izbet, eres fuerte, ayúdame.

— Lo haría, pero tengo miedo de no poder subir a la superficie a tiempo, además no sé a cuánto estamos de la costa.

— Tengo una forma de que no te ahogues — antes que la humana se diera cuenta la sirena la beso, por su atrevimiento recibió un puñetazo en el estómago que la tiró lejos.

— No lo vuelvas a hacer — molesta quiso golpearla de nuevo, la sirena se quitó y al tocar el puño de la mujer la madera, esta prácticamente explotó, el líquido que entró la tiró al otro lado, en un segundo todo quedó bajo el agua, pero ella no se sintió ahogada, podía respirar sin problemas.

— Vamos — la sirenia la tomó de la mano y salieron nadando muy rápido, subieron unos metros más allá, escucharon como los hombres gritaban tratando de salvarse.

Al final ubieron a una chalupa y se alejaron del hundimiento antes que los llevara con ellos al fondo el mar.

— Gracias por ayudarme Izbet, debí decirte que al darte un beso podrías respirar en el agua, casi me rompes una costilla.

— Siento por haber reaccionado así.

— ¿Eres una gladiadora?

— No lo sé, solo recuerdo mi nombre, nada más.

— Soy de la realeza de las sirenias, vamos a mi reino.

Por suerte para Izbet, en el agua sus sentidos la ayudaron bastante, en su piel sentía las ondas que rebotaban en las cosas, y pudo moverse de mejor modo. Al llegar al palacio, fueron recibidos por la corte.

— Mi señora, bienvenida, que bueno que pudo escapar de los humanos — el tritón recién en este momento vio a la humana a su lado.

— Es una de ellos.

— Es quien me salvo, decreto que sea tratada como si fuera de la nobleza. Te llevare a tu habitación, querida.

Al llegar al lugar, ella movió los brazos, cuando las ondas se devolvieron, pudo calcular el tamaño.

— Se siente grande.

— Mi prima te ayudará en lo que necesites. Ahora descansa, y gracias.

— Gracias a ti.

— Tienes un lindo nombre.

Ella se puso complicada.

— Gracias.

Khosia se fue buscó a Ariel, su prima, nunca tenía problemas en ubicarla, ya que a lo lejos se escuchaba su voz.

— ¿Podrías dejar de cantar? — le pidió la recién llegado.

— Sabes que no puedo, me encanta la música — dijo la pelirroja, tarareando las palabras.

— Tengo por fin una víctima para el kraken.

— Por eso te quiero tanto prima querida — cantó y empezó a bailar de un lado para el otro — ahora entiendo porque la trajiste.

— Así no deberemos mandar a nadie más de nosotras como sacrificio, por ahora al menos. Aunque como es muy fuerte tal vez logre destruirlo.

— Eres la mejorrrrr — su melódica voz se escuchó en todo el lugar

— Le daremos todo lo que quiera, le dije que la atenderías.

— No quiero ser la sirviente de esa humana, soy una princesa — término con una nota muy aguda.

— Recuerda que tú serías la que iría si no la hubiera encontrado.

— Este bien — dijo con tono bajo, pero sin dejar de tararear.

Esos días Izbet aprendió a manejarse mejor bajo el agua, ahora vestía de la cintura para arriba con un peto y abajo un pantalón ajustado, lo único que le molestaba era que su acompañante siempre cantaba y bailaba, pero no quiso decir nada para no incomodarla.

— Dime Ariel ¿Los humanos son tan malos como escuche? — consultó Izbet, todavía con la esperanza que cuando hablara mucho, dejará las melodías de lado al hablar.

— Así es — iba cantando tipo opera — nos capturan, para exhibirnos en sus circos, incluso dicen que nuestros huesos y carne ayudan a curar varias enfermedadesssss.

— Lo siento, ustedes no se merecen eso, son muy buenos ¿Los de tierra firme son de distinto aspectos físico entre ellos?

— Hay gigantes, humanoides con cabeza de animales — movió un brazo hacía el cielo, y dando media vuelta siguió — algunos enanos... y humanos como tú por supuesto, la, la, la, la.

— ¿Dónde viven esos últimos?

— En el Reino de la Pradera, era un lugar precioso, pero ahora que su príncipe y los del Palacio fueron convertidos en demonios, dicen que ha cambiado mucho — término la última sílaba con voz alegre.

— Tal vez de allí vine — se tapó los oídos discretamente, los cantos de la sirena la tenían aburrida.

— ¿Todavía no logras recordar nada?

— Solo mi nombre, quisiera saber más de mí, pero si quiero pensar en mi pasado, nada viene a mi mente.

— Lo lograrás, no dejes nunca de buscar — ahora hizo un número músical con los seres marinos sobre no dejar de tener esperanza.

Una semana después, Khosia y Ariel invitaron a Izbet a nadar por un sector que le dijeron que era muy sereno, pero cuando llegaron la ciega sintió una corriente muy fuerte.

— ¿Qué lugar es este? — sentía una energía siniestra.

— Lo siento — dijo la sirena que la llevó allí, que tomó de los brazos a la humana.

— ¿Qué pasa? — preguntó Izbet, nerviosa.

Koshia le dio otro beso, ahora la mujer ya no pudo seguir respirando bajo el agua, rápidamente salió a la superficie, el mar en esa parte estaba muy revuelto.

— ¡Khosia! ¡Ariel! Ayúdenme por favor — las sentía a su lado, no entendía porque no se movían.

— Lo siento, pero esto debe ser así — dijo la sirena pelirroja como si terminará un musical, dio media vuelta y se fue con su prima a las profundidades del mar.

El kraken salió de su guarida, cuando sintió su ofrenda cerca, tomó con uno de sus tentáculos a la mujer y la hundió en el agua.



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En el texto hay: princesas, humor amor, izbet

Editado: 18.01.2022

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