Como dije, tenía únicamente 6 años. Acababa de ingresar al kinder porque mis padres se habían divorciado, y mi madre no podía sola con tantos gastos, tanto así que no logró inscribirme a los 5 años en ninguna institución. Pero no me pareció un problema, al contrario, no nos afectó, pues eramos felices la una con la otra. Yo disfrutaba demasiado de la buena educación que me daba en casa con los pocos conocimientos que tenía; no tenía nada de que quejarme al respecto. Amaba que mi madre se tomara el tiempo de enseñarme diversas cosas a pesar del poco tiempo que a veces tenía o de su poca paciencia.
Recuerdo cada vez que me llamaba por mi nombre: "Asaluria", lo hacía con una dulzura en su voz y con todo el cariño del mundo. Le gustaba mi nombre o eso era lo que me decía, ya que fue ella quien eligió ese nombre para mí cuando nací. Me decía que era lo mejor que le pudo haber pasado en la vida, que era su mejor y más grande motivo de orgullo, que era todo lo que le hacía falta para volver a sentir la paz, calma, tranquilidad, y esperanza que le fue arrebatada en cuanto mi padre se fue del hogar.
Mi madre me cuidaba lo suficiente hasta como para ir junto a mí al kinder cada mañana sin falta. Era imposible que me llevara sin tomarme de la mano con una gran delicadeza y ternura mientras caminábamos hablando de cualquier ocurrencia, y de las típicas advertencias como: "No hables con desconocidos, no descuides tu comportamiento, no ofendas a nadie, no olvides compartir con tus compañeros, no seas irresponsable y no salgas de ahí hasta que yo regrese por ti", además de los muchos sueños que teníamos las dos como: "Cuando sea grande te podré dar todo lo que mi padre no fue capaz de darte, te mantendré bien y a salvo de esos malos hombres, tendré un buen trabajo, tendré un esposo maravilloso que nos ayudará con los gastos, y tendremos una mascota que te proteja de cualquiera que quiera hacerte daño".
En el camino nos encontrábamos con varios puestos de comida, en los cuales yo desayunaba para no llegar con el estómago vacío a clases. Sin embargo, algunas veces no llegaba muy temprano que digamos, pues nos distraíamos bastante al hablar de tantas cosas. Pero aun así no dejaba de ser una buena niña para ella y para mis profesores.
Nunca dejaba que algo respecto a mi persona diera pie a difamaciones, mentiras, mal aspecto, y más. Realmente me centraba en hacer las cosas bien y ser sumamente obediente con todos, además de cordial y respetuosa. Pero como en toda ley, siempre hay una ligera y pequeña excepción, aunque no por mi parte.
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Editado: 15.12.2019