— ¿Ya habló papá contigo? — Wei estaba esperando a Nian en su oficina, segura que su padre ya había arreglo "el malentendido" con su novio.
— Sí habló conmigo.
— Bien, a la tarde irán de nuevo por esa bestia maldita — antes que el joven dijera nada, atrás de la mujer se escuchó un suave miau muy modulado, al escucharlo Wei se puso pálida — ¿Cómo te atreviste a traerlo? ¡¡Papá!! — la mujer corrió desaforada a la Gerencia General.
— ¿Qué haces aquí Pelota? Para ser un gato dormilón te mueves mucho.
El animalito bostezó y se acomodó en un rincón a dormir, el joven rió encantado de verlo allí.
— Sr. Qing, no es gracioso lo que le hace a mi hija, no quiero que se vuelva a presentar a trabajar si no deshizo de esa... cosa, y le pida perdón a Wei por esta broma tan...
— No lo haré, es mío y no es una cosa — Nian se enfrentó por primera vez a su futuro suegro.
— Entonces será mejor que se vaya y no vuelva, y olvídese de mi hija, usted no es el indicado, no la pone en primer lugar en su vida.
Todos en el piso lo miraban, sus antiguos amigos preocupados, y sus enemigos contentos. Con toda la dignidad que pudo, puso sus pocas pertenencias en una caja, y encima al gato que seguía dormitando.
— Debería decir que fue un placer, pero fue todo lo contrario, su hija es una malcriada, más que un marido, deberá comprarle un esclavo, y yo no estoy dispuesto a venderme, por ningún precio — se fue hacía los ascensores.
— No conseguirá trabajo en ninguna empresa del rubro, me encargaré de eso personalmente — le gritó el hombre de negocios y se fue a seguir consolando a su niña adorada.
Cuando Nian llegó a su apartamento, miró las cosas de su casa, nada de eso le importaba, por fin entendió que su alma anhelaba estar con su familia, se había convencido que su futuro estaba en la cuidad, pero en vez de conquistar todo por sus méritos, fue por su novia. Esa noche por primera vez en meses durmió tranquilo, con Pelota a los pies de su cama.
Al otro día se despertó sabiendo exactamente que debía hacer, demoró unas semanas en vender su apartamento, y sus cosas, cuando tuvo el dinero, tomó sus pertenencias personales y una jaula de viaje para el felino y se fue a su hogar, de donde estaba seguro nunca debió salir. Pensaba que su familia no querría verlo luego de todo lo que les dijo, además nunca más se comunicó, pero ahora estaba seguro que no quería vivir en otro lugar. Todo el camino estuvo nervioso, por suerte su peludo compañero de viaje le dio ánimo con sus ronroneos, todavía se preguntaba cómo habría llegado, tal vez alguien lo dejó para que él recapacitara, tal vez pudo ser su primo Obie.
Cuando llegó a la casa en el campo, no había nadie, era extraño, casi nunca sus abuelos salían, por suerte todavía la tabla de la valla del fondo estaba suelta, por allí logro entrar, dejó sus cosas a la entrada, recorrió el lugar, estaba como siempre a penas de los años, en su imaginación veía a su abuela cocinando, a su tío y primo llegando del campo, cansados, mientras su esposa, la tía Yi servía la comida para todos, y la degustaban juntos mientras todos conversaban. Sus pasos lo llevaron al patio donde estaba el lugar especial de su abuelo, una casucha, donde tenía sus herramientas, tarros con clavos, tornillos, golillas y un sin número de cosas. Incluso había un esmeril que estaba sobre una caja de madera que había hecho el anciano, que además de servir de base a la herramienta, le había hecho un hoyo para que cualquier animalito se refugiara allí cuando hacía frío o llovía.
En eso estaba cuando sintió que hablaba gente en la entrada, Pelota entró asustado al refugio del esmeril, y se acurrucó al fondo, el joven quedó parado a la entrada del patio.
La primera que lo vio fue su abuelita, que lo miró como si fuera un fantasma.
— No puedo creerlo, por fin has vuelto — se le tiro a los brazos al joven.
— Abuela Zumu, como los he extrañado, disculpen lo que les dije cuando me fui...
— No importa, ahora estas con nosotros, para quedarte supongo.
— Así es, no quiero dejarlos más ¿Dónde está el abuelo Zufu? — recién se fijó que todos vestían de luto — no me digan....
— Sí cariño, hace dos días, como a medio día.
— No puede ser, justo cuando me embarque en la ciudad — cayó de rodillas, si me hubiera venido un poco antes — que torpe fui, debí suponer que algo así estaba pasando, cuando apareció...
— Estuvo en coma por 3 meses — le interrumpió su tío — tuvo un ataque cerebral, tranquilo, no sufrió —dentro de todo estaba contento de ver a quien consideraba como su hijo.
Biao estaba molesto con Nian , y aprovecho de decirle lo que tenía atravesado desde hacía años.
— Tú en la cuidad disfrutando de una buena vida, y nosotros acá partiéndonos el lomo — su madre lo encaró.
— No le digas eso, él no tiene la culpa de lo que pasó, solo siguió sus sueños.
— Sí que la tiene, abuelo quedó muy triste desde que él se fue, eso le causo el ataque.
— No fue por eso, cariño — la abuela estaba feliz con su nieto al lado — solo fue algo que nadie podía prever, lo importante es que volviste Nian.
— ¿Puedo ir a ver su sepultura?
Nial fue con su abuela, caminando, conversando, al llegar al lugar, lloró desconsolado, pensando que fue el responsable de la muerte de su abuelito. Cuando volvieron encontraron a todos revolviendo las cosas en la casa.
— ¿Qué ocurre? — preguntó el recién llegado.
— Debemos encontrar los papeles de la propiedad, debemos hipotecarla a más tardar mañana para pagar la cuenta, sino mi padre irá a la cárcel. No hay tiempo de pedir una copia.
— ¿Cuánto es lo que se debe?
— 5 millones.
— Yo tengo un poco más de eso, es lo que me dieron por la venta de mi departamento y lo que ahorre en estos años.
— Nieto, es el dinero de tu esfuerzo.
— Ustedes lo necesitan más que yo.