A las 11:45 comenzó aquella función, sin bailes ni público extenso como de costumbre nos disponíamos a enfrentar aquel temido ser que nos acechaba desde la oscuridad. Ese que para poder derrotarlo debíamos saber el nombre,
pero era difícil descubrirlo.
Para protegernos unos a otros nos ubicamos en el escenario y comenzamos a mirar a todas partes. Minutos más tarde, el joven Rodrigo se separó. Recuerdo que caminó en dirección a la habitación oculta y allí permaneció por un largo rato.
Evangeline preguntó cómo fue que descubrimos aquel lugar debajo del teatro. Efraín y yo le explicamos lo sucedido, pero el desgarrador grito de Rodrigo a lo lejos nos interrumpió. Rápidamente corrimos a ver qué había pasado y lo vimos tendido en el piso retorciéndose y gimiendo de dolor.
—Lo vi, lo vi — decía repetidas veces sin descansar — vi la verdadera figura del maldito demonio.
—¿Entonces sí es un demonio a lo que nos enfrentamos? — cuestionó la profe Laura —¡Sí! — Rodrigo se puso de pie con ayuda de los muchachos.
Al escuchar que se trataba de aquello me persigné. Sentí que mis piernas temblaban y una corriente helada subía por mi espalda causando una sensación de escalofríos. Es como si eso se tratara de una advertencia de que algo grave pasaría más adelante. Aunque algunas veces suelo exagerar las cosas, quise notificarle al resto que debíamos ser cuidadosos ya que esa entidad demoníaca era bastante fuerte y no sabíamos su nombre.
—¿Es realmente importante saber el nombre del demonio para derrotarlo? — preguntó Eugenio.
—Pilar ¿Le dice usted o le digo yo? — comenté
La investigadora paranormal le explicó a “El Brayan” que saber el nombre de un demonio era una gran ventaja si se quería derrotar. Se puede decir que eso funciona como talón de Aquiles ya que se le habla de manera más directa para desterrarlo.
—En ese caso debemos averiguarlo. Tengo un libro que habla de demonios en mi casillero. Tal vez viendo las ilustraciones, el joven clarividente pueda identificarlo. Digo, eso puede ser de gran ayuda. —Comentó Evangeline.
—¿Cómo carajos obtuviste ese libro? —preguntó el profesor Armando.
—Me lo obsequiaron en un viaje a Francia hace algunos años. Siempre me he sentido atraída por estas cosas paranormales y un amigo me regaló el libro como símbolo de amistad.
—¡Valiente símbolo de amistad! — Exclamé a manera de chiste causando que todos allí sonrieran un poco.
Evangeline le pidió al padre Javier que la acompañara a buscar el libro. A pesar de no ser católica, “Eve” dijo que se sentiría más segura con la compañía del sacerdote. Minutos después regresaron con el libro y se lo entregaron a
Rodrigo.
—¡Interesante! —habló el muchacho mientras ojeaba las páginas.
—Hijo ¿Estás seguro de que puedes identificarlo? — preguntó el padre para ver si Rodrigo estaba convencido de lo que hacía.
—Completamente, padre. Lo vi con claridad y puedo identificarlo incluso si lo dibujara un elefante. —Rodrigo observaba las páginas detalladamente en busca del demonio que había visto minutos antes. —Esa cosa me arrastró varios metros, me levantó y así pude verlo a los ojos. Cuando le hablé me lanzó y se perdió.
—¿Qué le dijiste? — todos hablamos al unísono ya que la curiosidad nos dominaba.
—Que finalmente había podido ver su verdadera forma y eso me daría ventaja para averiguar su nombre.
—Me siento como en una película de terror — dije — ¿Ahora qué sigue?
Rodrigo continuaba buscando hasta que finalmente pudo coincidir con el gráfico que mostraba al demonio —¡Helsabath!
Al pronunciar el nombre del demonio en voz alta, las cosas en el teatro comenzaron a ponerse complicadas. Varios objetos fueron arrojados de la nada y la temperatura descendió a dos grados bajo cero. Era algo impresionante ya que en Barranquilla normalmente la temperatura es elevada y para esa época hacía calor incluso durante la noche.
—¡Padre santo! Que frío está haciendo — dijo Efraín
Una risa maligna parecía provenir de las paredes, allí estaba aquel siniestro ser jugando con nosotros. Al principio fue difícil sobrellevar la situación ya que en el fondo no estábamos acostumbrados a estar frente a frente con este tipo de entidad.
De la nada una sombra del lado izquierdo del teatro se hacía grande. Todos allí, atrapados en las entrañas de aquel teatro y con una temperatura demasiado baja incluso para Hannes, sentíamos miedo de no salir vivos de aquel lugar. Había mucho en juego y debíamos terminar con todo esto.
Repentinamente el padre voló un par de metros. La entidad lo arrojó lejos ya que representaba un peligro para él. Eugenio corrió para auxiliarlo, pero el padre estaba inconsciente.
Rodrigo y Pilar se encargaron de enfrentar aquella cosa, ellos sabían lo que hacían pues antes habían hecho lo mismo en diferentes ciudades del país. Efraín y yo permanecíamos apartados por petición de Rodrigo, hasta hoy no sé cuál fue la razón. Mis compañeros gritaban sobremanera dominados por el terror que les causaba ver aquella cosa. Ana Cristina se desmayó ya que no soportaba el olor putrefacto de aquel horrendo ente maligno. En varias
oportunidades trató de acercarse a nosotros, pienso que para atrapar a Efraín.
Por un momento una ráfaga de viento nos empujó haciéndonos caer. Rápidamente me levanté y corrí. Desorientada por todo lo que pasaba, me escondí exactamente en el cuarto de vestuario. Lloraba descontroladamente, no podía respirar pues el olor a putrefacción se había esparcido por todo el auditorio.