Esperando al Destino.

No sé cómo llegamos a esto.

-Es increíble lo que un soborno puede lograr- comentó Mary arreglando las flores, habíamos gastado una pequeña fortuna con el vigilante y otra fortuna con la secretaria de la que sería mi futura suegra.

-Lo increíble es que ustedes me hayan convencido de esto- murmuré sin dejar de temblar como un chihuahua, me sequé el sudor de la frente y respiré profundo- ¿Y si ella nos odia por invadir su oficina y me prohíbe casarme con Erick por culpa de esto?- pregunté presa del pánico, no sé cómo fue que me dejé convencer por Karen y Emma.

-Pues conozco un sitio clandestino perfecto para un matrimonio- aseguró Emma vigilando por la puerta- ¡Ahí viene!-

-No, no, no, no puedo hacer esto- dije acobardándome y casi dejo caer las flores.

-¡Ya es muy tarde!- me aseguró Karen tomándome de los hombros para darme algo de confianza- Te ves hermosa, tienes flores y te escabulliste en secreto a la oficina de tu suegra, lo hecho, hecho está-

-Esto va a terminar muy mal- murmuró Mary mientras que Emma se alejaba de la puerta y las cuatro nos colocábamos en un lado de la oficina. La puerta se abrió y una mujer de unos 52 años entró, su piel era blanca, usaba gafas y tenía el mismo cabello  castaño de Erick. Era guapa a pesar de sus años y estaba vestida de forma elegante. Al vernos se detuvo y nos contempló extrañada.

-Buenas tardes- saludó mirándonos fijamente- ¿Ustedes vienen de parte de algún diseñador?- las cuatro permanecimos en silencio. Yo no podía ni moverme y las chicas comenzaron a empujarme, dándome ánimos.

-Buenas tardes señora Girardi, mi nombre es Diana Vidal- me presenté y recordé que tenía un ramo de flores en la mano- Estas son para usted- dije extendiéndole las flores y ella las recibió confundida.

-Un placer- dijo recibiendo las flores completamente desconcertada- ¿Teníamos una reunión de negocios el día de hoy?-

-No señora Girardi, yo…- tragué saliva y me enfoqué en dejar de temblar- La verdad es que yo vine acá para conocerla. Y para que usted me conociera porque yo… Yo estoy saliendo con su hijo-

-¿Y él sabe que ustedes dos están saliendo?- preguntó avanzando con precaución, me miró de arriba abajo, dándome una rápida evaluación- ¿O lo estás acosando?-

-Pues sí, él sabe que estamos saliendo- respondí con nerviosismo, ahora mi suegra me creía una loca psicópata.

-¿Pero contigo nada más?- preguntó alzando una ceja con curiosidad- ¿O es que está saliendo con todas ustedes?- inquirió mirando a las chicas sin terminar de comprender.

-Conmigo nada más señora-expliqué con voz débil- Ellas son mis hermanas y están aquí para apoyarme-

-Ajá- concedió sin dejar de sospechar de nosotras-¿Y cómo llegaron a mi oficina?-

-La verdad es que nos colamos en su oficina- explicó Karen intentando ayudar.

-Tuvimos que sobornar a mucha gente- añadió Mary y yo la miré queriendo darle un puntapié. Sin querer estaban empeorando las cosas. Me pasé la mano por la frente, planeando una forma de salir de esto.

-Emma- la llamó la señora Girardi, en vano Emma intentó esconderse rápidamente detrás de Karen, por obviamente eso no iba a funcionar-¿Eres tú?-

-Sí señora-respondió Emma con vergüenza, parecía una niña regañada.

-Sabes que tienes prohibido entrar a mi oficina- le recordó la señora Girardi- La última vez rompiste un jarrón muy costoso que me regaló el embajador de china-

-¡Yo le compré otro!- protestó Emma.

-¡Compraste uno de plástico!-a regañó- Y ahora vienes acá con estas niñas locas, definitivamente  voy a llamar a la policía-

-Mi novio va a terminar conmigo- susurró Mary aterrada.

-No, no, por favor escuche señora Girardi- le supliqué con nerviosismo- Sé que esto es un desastre. La verdad no esperaba que nos conociéramos así, pero quería causar una buena impresión, no parecer una loca acosadora. Es cierto que su hijo y yo hemos estado saliendo y estamos muy enamorados, puede llamarlo y confirmar eso incluso con su primo, René Cassell. Y ya sé que usted no me conoce, pero le aseguro que amo muchísimo a su hijo y nunca haría nada para lastimarlo- hice una pausa y tomé aire- Y quería pedirle su permiso para casarme con él, pero primero déjeme explicarle algunas cosas de mí, ¿Está bien? Luego si quiere puede sacarme a patadas o llamar a la policía-

Se hizo un silencio total en la oficina. Alanis Girardi nos miró a todas y luego de pensarlo un rato se relajó un poco y avanzó hasta su escritorio, sentándose.

-La escucho- aceptó- Tiene una sola oportunidad-

Sin pensarlo mucho, decidí ser completa y totalmente sincera. Le confesé que era huérfana, le expliqué cómo había conocido a su hijo, porqué decidí dejar de tener contacto con él y cómo fue que terminé viviendo en la calle. Incluso confesé lo de los robos y conté cómo Erick y todos mis amigos habían ayudado. Alanis guardó silencio y me escuchó prestándome atención. Si sintió algún tipo de desagrado o de sorpresa, se lo guardó para ella misma. Finalmente, cuando terminé de contarle las cosas, se quedó callada por unos segundos, juzgando la situación.




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