Espía Adolescente

Capítulo 14

No deberías importarme... pero me importas

 

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—Jane, tú eres la cerebrito que iba a estudiar medicina, ¡Dime qué hacer! 

Alex se estaba desangrando. Aun no perdía por completo la consciencia, y de vez en cuando decía alguna que otra incoherencia. Pero, en definitiva, no estaba bien. Se encontraba cada vez más pálida y fría, y la sangre se desbordaba a chorros desde su herida. 

—Abran paso, chicas. Necesita aire —dijo por fin Jane—. Debo hacerle un torniquete. Hay que parar la hemorragia lo antes posible.

Jane se dio la vuelta y comenzó a inspeccionar el bote.

—Busquen algo que sirva para detener la hemorragia. Alguna camisa, cinturón o... 

—¿Un bóxer? —inquirió Sasha, mostrando un bóxer azul desgastado entre sus manos.

—Wákala —murmuró Alex luchando por no cerrar sus párpados—. Ni te atrevas.

—¿De dónde sacaste eso, Sasha? —inquirió Jane.

 —Estaba dentro de esa cajuela.  —señaló un viejo refrigerador miniatura de cervezas que estaba al lado del control de mando del bote.

—Seguro y tiene ssssida... —dijo Alex con dificultad. 

—No nos servirá... no sabemos qué microorganismos tiene ese bóxer sarnoso —protestó Jane con un rotundo no. Estuvo pensativa por unos segundos, y procedió a romper parte del vestido de Alex con un pequeño llavero para destapar cervezas. Observó la distancia de la tela que tenía en sus manos, y dijo —: Esto servirá. 

—Me agradas, Jina. Me agradas... —le susurró Alex a Jane con los ojos entrecerrados y las manos cada vez más temblorosas. 

Jane ató el pedazo de tela en la pierna de Alex, a unos centímetros por encima de la herida para detener la hemorragia. Alex le gritó un «Ay, perra» de protesta, pero luego se calló y volvió a su delirio. Luego cortó más tela, y la usó como vendaje para su brazo herido. La sangre cedió, y Jane siguió con sus técnicas «para nada convencionales» de medicina.

En Sala de Emergencias pasaban cosas raras, pero el capítulo en donde pasaba esto que está a punto de hacer Jane me lo perdí.

—Ayúdenme a ponerla de cabeza —dijo Jane.

—¡A mi naAdie me tOca! —reprochó Alex sin fuerzas.

Yo la miré con cara de «¿Qué carajos, Jane?» y ella me respondió con una de: «sé lo que hago» Yo simplemente no la cuestioné y le ayudé a ponerla recostada en el suelo del bote, y con las piernas direccionadas hacia arriba.

—Esto ayudará a que no entre en shock. Nos dará tiempo de llevarla a que reciba ayuda profesional. 

—Ya estoy en shock al ver mis piernas sin afeitar al aire... —murmuró Alex.

Miré incrédula a Jane.

—Estamos en un bote «el cual ninguna sabe cómo dirigir» seguramente lejos de tierra firme, y perdidas a la deriva. 

—Si... quiero morir en paz —murmuró Alex, seguramente delirando.

Dejé de prestarle atención, y comencé a centrarme en cómo carajos salir de este infinito mar.

Estábamos jodidas.

Libres, pero bien jodidas.

Alex

Nada era como en las películas. Era algo que tenía muy en claro desde que me puse ese jodido vestido rojo.

Admiraba a Cassie Sullivan... ella al menos podía moverse. Dio pelea. Yo en cambio, cada segundo me desvanecía aun más. Mis manos temblaban, y mi piel estaba pálida y marmoleada, lo cual es raro, porque yo no soy completamente blanca o tan pálida. Pertenezco a ese cierto porcentaje de la población que es muy blanca para los morenos y muy canela para los blancos. «incluso mi color de piel es excluido de los demás»

Mejor cállate, perra interior. Soy besha, y si no te gusta... «a puej te jodes»

Las chicas hablaban muy rápido, la mayor parte de sus oraciones no las podía llegar a formular en mi mente para entender qué querían decir. Pero, cuando escuché que una propuso algo con un bóxer sucio, me puse agresiva.

—Wákala —hice una mueca—. Ni te atrevas.

Bueno... al menos lo más agresiva que el dolor me permitió ser.

—Seguro y tiene ssssida... —pensé en voz alta. 

La chica que estaba cerca de mi, Jeni Jena... ¿Cómo era? concordó y dijo unas palabras incomprensibles seguido de 'sarnoso' a lo que yo respondí con: 

—Me agradas, Jina. Me agradas...

No sé si así era el nombre, pero bueno; Jina le puse, y Jina se queda.

Pasaron acontecimientos, ellas conspiraron entre sí... y me pusieron patas arriba. Literalmente.

¡Zorras de mierda! ¿Yo qué les hice? 

Teniendo una nueva perspectiva desde abajo, me di cuenta de que no había rasurado mis piernas.

Mierda...

«Esto ayudará a que no entre en shock»  escuché decir a Jina la conspiradora. ¿Hablaba de mi?

—Ya estoy en shock al ver mis piernas sin afeitar al aire... —no pude evitar murmurar mientras contemplaba la selva amazónica que había en mis piernas.

Ni siquiera sabía lo que decía, por un momento comencé a pensar en comer taquitos... taquitos de cabeza... zi, zi. No puedo evitar reírme de mi propia demencia. 

¿Qué carajos hago? , ¡Estoy muriendo?

Mi herida no duele, pero me siento jodidamente débil. 

Cuando te disparan... lo primero que sientes no es dolor. De hecho, parece que algo se derrama desde tu interior, como una bomba de agua interna, luego sientes una extraña corriente en tus huesos. Yo caí al suelo, y me pregunté «¿Qué mierda?» Y luego vi que estaba literalmente desangrándome, y que mi pierna parecía una fuente de chocolate. Una de las chicas saltó del bote, y me ayudó a salir del jodido yate de la muerte. 

Y aquí estamos. Dando vueltas a la deriva. 



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En el texto hay: accion, badboy, novela juvenil amor

Editado: 05.04.2021

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