Esposa de un vampiro (eduv)

-A4- Capítulo 51 Heridas del alma

Mientras la mirada de Louise se dirigía a la de Steven por ocasiones, ella no se detenía en defenderse y golpear a su oponente. Incluso si era una pelea pareja. Ella estaba consciente que pedir refuerzo a Endra o Rocío. En definitiva no era propicio arriesgar más vidas, aún más cuando ambas estaban en un momento clave y estable de sus vidas.

Su mente analizó la situación de manera rápida.

Endra sabe también utilizar ilusión, pero Kendran va a un nivel totalmente distinto. Él crea realidades idénticas. Y aunque a Rocío no le afectaría su habilidad. Es imposible que ella pueda ingresar a este lugar. En el pasado Athla fue dañada, Rocío no sería la excepción. No puedo dejar que aumente el número de víctimas. Debes ser fuerte. Lena.

Las repentinas palabras de Jared, detuvo la pelea, separándose ambos.

—A este paso que vas, es correcto pensar en defenderse con el Kali.

Louise enderezó su postura con una sonrisa en su rostro.

—¿Estás desesperado porque no me ves utilizarlo?

Él bufó con sarcasmo.

—Yo también siento compasión por mi propia hija ¿No crees que sería una batalla justa?

La mirada de Louise fue directa, lo miró con profundidad y calma.
Ella no se contenía en decir lo que pensaba. Incluso aquello podría darle unos segundos de descanso.

—Ahora mismo lo es, me estoy adecuando a tu fuerza. Si sientes que la mía no es mucha. Es porque tampoco lo es en ti. También eres muy hablador. Mi padre era un hombre breve y acertado.–Sonrió dando un suspiro.—Si vas imitarlo. Por lo menos has un buen trabajo.–Volvió a verlo a los ojos, aún con su sonrisa puesta en sus labios.—Es cierto, siendo descubierto. Ni te tomas la molestia de hacerlo.

—Entonces, ¿por qué contenerse?

La fuerza ejercida en los cristales de Jared al atacarla, aumentó con consideración con cada movimiento. Obligando a Louise a defenderse nuevamente y detenerlos.
Al paso que iba, no tenía otra opción que desperdiciar su energía en una pelea no la conduciría a nada. Sabía que debía ver una forma, así analizó la situación.

Aquellas ilusiones debían tener un punto débil.
Las heridas dadas a ellos en definitiva no eran reales. Esto lo pudo concluir, debido a que la imagen de la madre de Louise se recuperó rápido, después de ser atravesada por el Kali.

Louise cerró los ojos aún defendiéndose y trató de sentir algo más en ellos, hasta que encontró algo interesante.

—Sintiendo el flujo de energía, sus verdaderos puntos débiles, solo pueden ser notados al cerrar los ojos.

En toda la pelea, Louise no abrió los ojos en lo absoluto. Sus sentidos exteriores fueron sus ojos. Viendo Jared esa forma extraña de actuar. Él se apartó de ella por un momento.

—¿Tienes miedo de verme?–Mencionó desafiante.

—Ahora mismo, puedo verte mejor.

Sin pensar mucho, Jared vio esta situación como una oportunidad y no vaciló en atacarla con mayor fuerza.

Louise movió su mano derecha hacia arriba y no dudó en hacer aparecer el Kali en ella, sorprendiendo esta acción a Jared.
Él no tardó en atacarla, saltando arriba de ella y tirando los cristales en dirección hacia su espalda. Al notar esto, Louise bordeó una sonrisa satisfecha. Sostuvo con fuerza el mango de su espada y lo agitó al voltear para detener el ataque.
De inmediato y de forma riesgosa e inesperada, la espada que sostenía fue soltada y tirada en dirección del punto débil de Jared. 
Ella confió plenamente en sus instintos y sentidos. Abriendo sus ojos poco después.

El ataque fue tan rápido, que antes de que detuviera sus propios cristales, el Kali atravesó su pecho como si fuera una flecha. Sin esperar mucho, en solo segundos, Louise hizo que su espada se desvaneciera de él, para guardarlo de nuevo en ella.

—Tú...–La sangre que brotaba de su pecho no se detuvo, hasta finalmente arrodillarse al sentirse débil. Pero de repente, una sonrisa sarcástica fue reflejada en su rostro.— Tú..., aún desconoces del verdadero peligro.

Escuchando esto último, el entrecejo de Louise se arrugó apretando su mano derecha. Poco después, se desvaneció como si su cuerpo solo hubiera sido hecho de arena. 
La mirada de Louise se dirigió hacia Steven de inmediato y gritó con fuerza.

—¡Cierra tus ojos y encuentra su punto débil!

Dalia movió su mano derecha de manera recta, para desprender un viento fuerte que hizo retroceder a Steven. Desplegando sus alas negras, ella voló encima de Steven. Pero él también hizo lo mismo. No era usual ver usar sus alas en un vampiro, pero Steven lo hizo, sobrevoló frente a ella y cerró sus ojos apretando con fuerza su lanza carmesí.

La voz de Steven sonó confiada.

—Louise, no me ayudes. Yo mismo lo haré.–Sonrió un poco.—Esto es suficiente ayuda.

Louise lo miró fijamente ante su respuesta y también bordeó una pequeña sonrisa.

Dalia no dudó en hacer el primer movimiento y utilizar la fuerza descomunal que poseía, para hacerlo caer al suelo al empujarlo.
Steven pudo detenerse antes de tocar el suelo y extendió su mano al cielo. Arriba de Dalia, ya se encontraban más de cien espadas flotando, las cuales a penas notó su presencia, cayeron directo a ella. Pero Dalia las detuvo, formando una especie de barrera con la fuerza del viento.

Sin embargo, esto solo era un señuelo. Porque fue su lanza carmesí quien atravesó su cuerpo con esta pequeña distracción.
Dalia agarró el filo de la lanza lleno de su sangre, apretándolo con fuerza y frustración.

Su voz sonó débil, pero también hostil.

—Maldito bastardo.

Sin más que decir, el reflejo de Dalia también se desvaneció como la arena. Tornándose el lugar en silencio.

Steven suspiró satisfecho y se dirigió de inmediato hacia Louise.

—Esposa, realmente funcionó.
Sabía que mi esposa era muy astuta.




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