Esposos Para Siempre

01

 

JULIETH

Aún recuerdo ese día

—Ahora soy tu esposa

—Y yo, tu esposo, sigo sin creer que por fin estemos juntos — Pega su frente sobre la mía y yo suspiro, acaricio sus labios con los míos.

—Somos una gran familia.

—Voy a buscar a Ángel, para que salgan los tres juntos en las fotos y videos. — Me dice la nana de Estéfano, bueno de mi esposo, ni yo me la creo. Estar aquí rodeada de tanto amor, sentirme tan querida es una sensación que nunca pensé experimentar, hasta podría decir que parece un sueño, de esos de los que uno no quiere despertar.

—Eres feliz ¿Cierto?

—Claro que sí, más que feliz, si esto es un sueño, mi amor no me despiertes—Acaricio su mejilla y nos damos un delicado beso, de pronto un grito nos hace girar.

—El niño no está

—Nanita, no bromees.

—Ángel no está, el niño no está— De pronto siento que todo me da vueltas, me sujeto de Estéfano para no caerme, es una fea broma, si eso es una horrible y cruel broma.

—¡Ángel, Ángel! — Empiezo a gritar, mientras todos me observan — No juegues así con mami mi tesoro, Ángel cariño ven— Abro puerta por puerta, todos empiezan a buscar, a cada paso que doy es como clavarme un cuchillo en el alma y los pies, no puede ser verdad, ni pequeño no puede haber desaparecido, él es travieso, pero solo eso.

—Hijo, dejaron esto — Veo a mi suegro, tocar el hombro de Estéfano y este palidece cuando lee ese papel, yo me acerco a él, alguien me sujeta, pero no me importa, quiero arrebatarle el papel, pero él no me deja, quien se ha creído.

—Por favor Julieth no.

—Julieth una mierda, es mi hijo y necesito saber— Muy a su pesar me la entrega y en cuanto la leo, caigo de rodillas, las lágrimas me invaden, me termino por despeinar toda gritando a la vez con desesperación, con pánico metiéndose por mis venas, no puede ser verdad.

—“Si quieren a su hijo con vida, estaré atento a que no contacten a la policía, tengo ojos y oídos en todos lados, ¿Quieren a su hijo completo? Entonces háganme caso, tendrán noticias mías pronto. Saludos, su peor pesadilla, posdata no deja de llamar a su mami y su papi.”

—¡Ángel! — Como cada noche, desde hace ocho días, grito su nombre al despertar de mi pesadilla, pero como cada noche él no aparece, no viene saltando a mi cama a decirme mami, mami, me abrazo a la almohada y los sollozos no tardan en aparecer, mi niño, mi bebé.

—Tomate este té de manzanilla para que te calmes— Me dice Charlotte, me lo bebo, pero mis labios tiemblan al igual que mis manos.

—Mi niño

—Todo esto va a acabar, los vamos a encontrar, ven, vamos a darte un baño, lo necesitas, no quieres que cuando Ángel venga, encuentro a su madre de esta forma.

Dejo que me ayude a bañarme, lleno la bañera con burbujas y todo, ella talla mi espalda, mientras yo me abrazo a mis rodillas y sigo llorando. Mis ojos están tan nublando que no me doy cuenta cuando él entra, la puerta se escucha cerrar, de un momento a otro, él me está abrazando, yo me sujeto a su pecho desnudo, lloro.

—Todo esto va a acabar, te juro con mi vida que lo vamos a encontrar.

—Me muero sin mi hijo, no lo puedo perder, por favor Estéfano, júrame que lo vas a traer de vuelta a mis brazos.

—Claro que sí, lo haré.

Unas horas después despierto, me dieron algo para dormir sin despertar en medio de una pesadilla, cuando bajo las escaleras, sin que nadie venga a verme, veo algo que me congela, no había bajado en días, mapas, aparatos electrónicos, pero lo que más me saca de cuadro, me tortura es ese hombre con placa.

—¡No!  Váyase de aquí, lárguese de mi casa, sáquenlo

—Amor tranquila, él solo — No me contengo y abofeteo a Estéfano, no puede hacer eso, no lo puedo permitir yo.

—Dijeron que, si llamabas a la policía, le harían daño. Es solo niño en manos de un monstruo y tú ¿Qué haces?

Él acaricia su mejilla y sale de la sala, en dirección al despacho, mi suegro se acerca.

—Tranquila mi niña, no es un policía en sí, es un detective que contratamos de manera particular, su placa es solo porque es detective privado, no pondríamos en riego la vida de mi nieto, este hombre nos está ayudando.

No digo nada y me voy al despacho, él está ahí llorando mientras mira la foto que nos tomaron en la boda, los tres, a nuestra familia. No me contengo y me siento en sus piernas, lo abrazo fuerte, como si así el dolor de ambos se curara.

—Perdóname, solo que esto es demasiado.

—Te amo Julieth, yo también estoy padeciendo en vida, solo estoy haciendo todo para encontrarlo— Me devuelve el abrazo y yo suspiro su aroma, mi esposo, mi roca.

—¡Hijo, ven, hijo!

Nos levantamos de golpe ambos y corremos, de pronto, ese detective hace que José, el jardinero que ha estado conmigo por años, caiga de rodillas.



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En el texto hay: amor, vida, destino

Editado: 31.03.2024

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