PERSPECTIVA DE ARTEMISA:
Sentí un zumbido cerca de mi oído molestando desde ya rato pero esta vez era cada vez más fuerte, no me podía mover no podía gritar auxilio a Mirra. No podía nada a excepción de que podía abrir y cerrar los ojos, "estoy en una parálisis de sueño otra vez" me dije, ya no tenía miedo era como si fuera lo más normal del mundo
Así que mire una zona en específico pero cada vez se sentía más pesado y comenzaba a sentir pánico, la habitación hay en la puerta una pequeña ventanilla podía yo ver claramente a "el" , "el" es una persona extremadamente alta, su cuerpo es negro lo único que resalta son sus grandes ojos morados que ahora mismo me ven como expectante Por fin pude levantarme de la cama, mire a todos los lados todo estaba negro a excepción de que por la ventanilla entrara luz, "el" ya no estaba ahí, suspire aliviada y cerré mis ojos por un momento y ahí estaba enfrente mío mirándome con los párpados abiertos como si se le fueran a salir ambos ojos.
Me paralice era la primera vez que pasaba algo así, el zumbido que había dicho hace rato seguía persistente hasta que "Él" emitió una risa grotesca enseñando su boca blanca y para mí fue como una eternidad.
Grite, grite a más no poder me sostuve la cabeza entre mis manos negando varias veces y pataleando esperando que todo terminara, Mirra bajo de la cama y la vi hablando por el aparato para que trajeran un médico y se regresó a mí.
-suéltate ya estoy despierta estoy aquí contigo-
-EL, ¡EL ESTABA AQUÍ! ...Él estaba... aquí -
En espera de los doctores fueron pesados pero por fin llegaron.
Ese día todo estaba nublado y con lluvias que no pasaban de tormentas, ese día fue uno de los más horribles y a la vez uno de los más hermosos por que todo estaba frío. Y nos daban chocolate calientito. Ahora lo que me paso anteriormente fue como un campo de guerra, me rehúse rotundamente que me inyectaran una pequeña dosis de calmante; pero entiendanme estar alucinando algo realmente grotesco llega un punto en el cual desconfiaba de todos.
Después de ese episodio me regresaron a mi habitación. Todo estaba en silencio, todo sentía bien pero algo me molestaba y es que mi diario no estaba en dónde lo dejó, empecé a rebuscar entre todas las sábanas pero no encontré nada. Incluso busqué entre toda la habitación incluyendo la cama de Mirra." malditos médicos" pensé ellos sabían que me estresa que agarren mis cosas y aun así lo hacían, me enrollo entre las sábanas para despejar un poco mi mente, no había nadie Mirra estaba en otra habitación.
Alguien tocó la puerta no di ninguna respuesta a que entrara sólo miré fijamente hacia la Puerta, alguien abrió era el mismo psicólogo que "supuestamente" me asignaron, tenía entre sus manos mi diario haciendo que me levantarás de inmediato y me acerqué a él para intentar arrebatarle lo que tenía entre sus manos. Pero fue inútil al ser más alto que yo, alzó su mano en la que tenía mi diario pidiéndome agarrarlo él me miraba fijamente como si esperara una respuesta o algo parecido su mirada era un poco estresante, no podía verlo a ojos o por lo menos intentar intimidarlo pero nada.
De su rostro salió una pequeña sonrisa y me entregó el Diario, por un momento pensé que se estaba burlando de mí pero no.
-¿así que crees que soy atractivo?-
-N-no yo solo escribo lo que veo y escucho, yo solo lo escribí así porque las chicas piensan que eres lindo y ya!-
Me excuse con lo primero que se me vino a la mente, no fue la mejor respuesta que ni modos. Cambió su cara a una más seria.
- déjame hacerte un chequeo rápido para saber si tu mentalidad y tus signos cardíacos están bien-
Fue rápido con preguntas y chequeos simples, mis nervios se esfumaron al poco tiempo me hizo sentarme en una silla y el en rodillas por la razón de que soy más pequeña que él.
-bien al parecer todo está en orden-
-si -
-¿puedo hacerte una pregunta?- solo asentí agarro de nuevo mi diario y busco entre esta hasta llegar a lo que es mi poema favorito de Sor Juana Inés de la Cruz.
-tú no eres japonesa eres mitad mexicana cierto... pues quiero saber que dice el poema-
Sus mejilla estaba rojizas pero no tan notorias, sonreí y le pedí que me diera el diario y recite el poema en japonés para que me entendiera por otra parte Ruki se mantuvo callado y observándome con sus ojos color zafiro, yo siempre quise que alguien me escuchara recitar poemas o por lo menos leyera conmigo pero nadie hasta ahora estuvo dispuesto.
-listo – dije cerrando el diario y dejándolo en la mesa
-como se llama el autor?-
-es una mujer su nombre es Sor Juana Inés De La Cruz poetisa mexicana nacida en Nepantla de Sor Juana Inés de la Cruz-
-oh...-
Ruki se paró de donde estaba con la mente perdida.
-oye... para la otra podemos leer algo juntos c-como amigos –
Dije con mi voz temblorosa rascándome la nuca y mirando a otro lado ruki soltó una pequeña sonrisa y asintió despidiéndose. Por el aparato pedí que trajeran a Mirra ya la extrañaba. Mirra me abrazó de inmediato apapachando, nos sentamos en mi cama y hablamos un rato, le pedí que no preguntara con lo relacionado a lo de esta mañana y ella aceptó.
-oye... yo no sabía que te atendía el psicólogo sexy-
Podría ser yo morena pero se nota cuando me coloro y esa no es la excepción, ella me miro con una cara picara.
-no... Bueno si p-pero solo es médico y paciente-
Negando con las palmas abiertas moviéndolas en horizontal ella solo soltó una gran carcajada.
-que ya se obviamente digo pues eres menor de edad -