— ¿Qué? — doy un paso hacia atrás ante el grito de incredulidad del dueño del salón.
— si, es mi carta de renuncia — pasó las palmas de mis manos sudadas por mis pantalones — haré los días que exige la ley... — vuelve a levantar la hoja y me ve con furia.
— si pretendes que con está maldita presión te suba el salario, ¡estás equivocada!
— no buscó aumentó de salario, es mi renuncia.
Da un sonoro golpe en su escritorio, achica sus ojos y me observa.
— eres una mierda de empleada, no te quería contratar por que no me eras útil en el salón pero por la amistad que tiene mi madre con esa vieja familiar tuya, estás aqui. Vete a la mierda desde hoy.
— cumpliré mis ... — interrumpe.
— dije que te vayas ya — su voz ha sonado imperiosa — entérate que sales de mi salón y cuando te den una patada en el trasero grasoso que tienes, no vuelves aqui.
— me voy pero no ha firmado mi copia de la carta — con furia sujeta la hoja y con fuerza garabatea su nombre, en una parte de la hoja se ha hecho un agujero pequeño.
— toma, saca tu mugriento trasero de aqui.
— ¿Y mi liquidación? — se levanta y tira su silla, mi corazón late a mil, sus ojos casi salen de sus órbitas.
— ¿Liquidación? No tengo que pagarte nada, aqui no hacias nada, eras un holgazán.
— yo... trabajaba, recogía el tiradero de las chicas.
— ¡Largo! — sujeta mi codo y avanza conmigo hasta los casilleros donde guardabamos nuestros bolsos, abre de un golpe el mío y saca mi bolso desgastado, casi a rastras me lleva por el salón. Las chicas se han quedado quietas sin seguir en sus charlas... estamos cerca de la puerta y...
— suéltala — la voz pausada de Alejandro me ha dado escalofrío, él debió vernos desde su lugar y salir corriendo.
— tú no mandas en mi local, voy a sacar a está basura de mi negocio, ¡Quítate!— no sé como pero en un momento mi ex jefe ya no me sujeta, lo veo caer en el suelo por el golpe que le ha dado Alejandro.
Alejandro lo está levantando por el cuello de su camisa, del labio inferior corre un hilito de sangre.
— Agustina ¿Por qué te está echando?
— puse mi renuncia — estrujo mis manos, estoy nerviosa.
— ¿Ya te dio tu liquidación?
— no... no me pagará — aprieta su mandíbula y le ha dado otro golpe pero no lo ha soltado para que no caiga.
— llamaré a las autoridades, ellos revisarán si el pago de Agustina va de acuerdo a la ley, con lo rata que estás resultando ser, es posible que le pagues menos del salario mínimo — frunzo el ceño por que me doy cuenta que no sabia nada de los derechos que tenía, lo veo sacar su móvil pero mi ex jefe sujeta la mano de Alejandro.
— vamos a la oficina, voy a hacer el cheque.
— ¿Recuerdas cuándo entraste Agustina al salón?
— si — murmuró.
Ahora quién es llevado casi a rastras es mi ex jefe, entramos a su oficina y Alejandro lo deja caer en su silla.
— quiero ver la planilla — se cruza de brazos.
— claro.— saca la planilla y se la extiende a Alejandro — todo está en orden como te das cuenta, las autoridades pueden venir.
— la planilla que quiere Alejandro, es la que le firmamos los días de pago.
— es está — niego.
— esa es la que firmamos por los impuestos que nos retienen pero la del pago es la otra.
—¿La busco?— mi ex jefe palidece y saca la planilla que firmabamos.
Alejandro la empieza a revisar y luego a comparar con la que tiene.
— eres un ladrón — la voz de Alejo es tétrica — declaras los pagos a las autoridades que deberías entregar a las muchachas pero según está — la levanta — pagas menos y la perjudicada es Agustina, la que recibe un pago más abajo del salario mínimo.
— debe ser un error — sonríe nervioso.
— llamaré a mi contable, no nos vamos sin que ella reciba lo que le corresponde legalmente en liquidación y claro está vas a devolverle lo que robabas.
—¡tú no eres nadie para ordenar!
Alejo sonríe y saca su móvil.
— Santi, necesito un favor, ¿Puedo hacerte una videollamada?— silencio y luego Alejandro quita el móvil de su oreja, lo veo sonreír y marcar.
En un momento está la imagen de un hombre muy elegante detrás de un escritorio, mi ex jefe está pálido, pasa su mano una y otra vez por su cabello.
— Santiago, disculpa que te moleste por mínimos detalles pero el señor aquí presente tiene una confusión con el pago de la liquidación de una de sus empleados y quién mejor que el ministro de economía del país o ¿es finanzas? — ambos ríen.
— ¿Cuál es el problema Alejo?— el hombre empieza a hacer preguntas a mi ex jefe, anotaba en una hoja.
Nos observa y luego sonríe.
— listo en unos minutos mi asistente te pasa la información a tu correo, puedo enviar a mi auditor para que les ayude.
— ya... entendí — responde mi ex jefe.
Cuándo termina la videollamada, Alejandro lo observa.
— debiste creer que le robarias a Agustina fácilmente, ahora te das cuenta que si le robas un centavo, ese hombre puede investigarte, pienso que hasta evasión de impuestos haces, has demostrado ser una lacra.
— firmaré el cheque, vayanse de aquí — Alejandro sonríe y revisa su móvil.
Marca y pide que le lleven las hojas que acaban de llegar a su correo.
Se cruza de brazos.
A los pocos minutos aparece el joven con unas hojas, Alejandro las revisa y luego se las muestra.
Mi ex jefe palidece.
— no tengo tanto dinero.
— haré una llamada para que investiguen tus fondos, no le robaras.
Con furia saca su chequera y garabatea la cantidad, al entregarlo, Alejo lo revisa y asiente, para entregarmelo.
— lo último y no menos importante, le debes una disculpa a Agustina por haberte referido a ella como basura y te aseguro que no tengo tanta paciencia.
— jamás me disculpare con está bola...— sus palabras han quedado suspendidas, Alejo lo tiene sujeto con fuerza.
— puedo hacer esto todo el día, has ofendido a una mujer y eso no lo permito.