Enical
Me removí sintiendo una fastidiosa luz frente a mí, el dolor de cabeza empezó en un zumbido sordo mientras mi cuerpo me alertaba una deshidratación de muerte.
Entreabrí los labios sintiéndolos como piedras agrietadas antes de atreverme a abrir los ojos con la fatiga en todo el cuerpo, intentar recordar como llegué a casa dolía como si usaran mi cabeza para tocar un campanario gigante de iglesia.
Lo último que se me viene a la mente con mucho dolor es el cabello de Carolina frente a mí cuando entrabamos al bar espiando a Antonio, una lluvia de acero invisible sobre mí me regaló segundos entrecortados de una discoteca donde estaba bailando y bebiendo, me detuve antes de que me explotara todo o vomitara.
Salí corriendo al baño sintiendo que los mareos eran fatales, antes de devolver en mi cama lo que sea que tuviera en el estómago, tenía el pijama sin recordar siquiera como había abierto mi puerta. ¿Alex me trajo?
Saqué un poco de alcohol farmacéutico en un algodón para olerlo y eliminar los mareos, me lancé a la cama y grité del susto al chocar con algo.
-¡Me duele! ¡Quítate!- protestó una Carolina muy malhumorada, tenía el cabello como rayos disparándose para todos lados y el maquillaje corrido.
-¿Por qué te pareces a los Kiss?- pregunté ceñuda.
-Deberías ver tu maquillaje de muerta fresca antes de decirme algo- atacó antes de volver a arroparse con el edredón.
Vale, no me he visto al espejo, pero prefiero no hacerlo si me veo como ella, me ahorraré el susto y tomaré una ducha caliente antes de volver a la cama, estoy tan cansada que tomaré agua de la regadera para curar la sed.
Me quité el camisón y abrí mucho los ojos asegurándome de que no fuera una ilusión, tenía todo el pecho marrón, pasé mis dedos reconociendo el labial seco. ¿Pero qué paso?
Entonces lo recordé, no era lluvia de acero, esto era lluvia de lava ardiente sobre mi cabeza, su aroma, sus brazos rodeándome, la sobra de su perfil en ese cuarto de penumbras que admiraba desde su hombro.
“Perdóname, mi amor” un susurro tan suave y doloroso que me envió a dormir entre las espinas y el algodón. Es lo único que recuerdo. ¿Antonio me encontró anoche? Mierda, solo recuerdo eso…¿Qué pasó?
Bueno, el labial me esta dando una clara pista, pero parece que no fue para tanto porque las marcas no llegan a la parte del vestido ni está él en mi cama ahora.
Tomé mi ducha y descansé todo el día con la esperanza de recordar lo demás, pero nada, ni idea de cuanto bebí para llegar al legendario “borré casete”.
Me da igual, no lo buscaré, Enical ebria no sé que estupidez hicimos anoche ni como perdimos la dignidad, pero si a pesar de eso él no esta aquí ahora es porque nada funcionó, así que fingir que no pasó es lo mejor, necesito intentar creer en una vida sin Antonio.
-Gracias, el siguiente por favor- aviso desde la recepción guardando el portafolio.
-Si, hola- saludó una morena que se me hizo familiar.
-La bailarina- anunció la Nerd abriendo mucho los ojos.
-Interesante- comentó la Pinky con una sonrisa maliciosa.
-Alto ahí, Odiseo, aún no hay nada que planear- la detuvo la Floja señalándola con su índice.
-¿Y ella qué quiere?- indagó la Dark caminando al frente y cruzándose de brazos de mala gana.
-¿Qué pasaría si viene a reclamar por Antonio, como Beitrena?- divagó Eva abanicándose elegantemente, todas la vieron asustadas antes de volver a la morena.
-Quería saber que debo presentar para el permiso por maternidad- mencionó sacando una carpeta gris de su bolso y la respiración se me cortó.
-¡Un bebé!- exclamó con horror la Pinky mientras las demás tampoco se lo creían.
No, es imposible…Ay no, si es muy posible. Pero es delgada, no parece embarazada, a menos que fuera reciente…
-Clar-claro- contesté intentando controlar el tumulto en mi cabeza.
Las cinco se juntaron asustadas con las manos en el pecho incapaces de materializar en palabras sus sospechas.
-¿Ustedes creen…?- deslizó la Floja en susurro.
-Ni te atrevas a terminar la pregunta- amenazó la Pinky.
-Pues no sería el primero ni el último- afrontó la Dark con mueca de asco.
Llevaba la razón, si es cierto ya está hecho, me ardía, pero eso explicaría porque no despertó conmigo hace unos meses cuando me atrapó espiándolo. ¡Que tonta!
Carolina solo me contó que él les pidió ocultarlo como si nada hubiese pasado, por supuesto que no quería que nadie se enterará de su “desliz”.
-Entonces. ¿Estas embarazada?- comenté sacando un portafolio del estante -Lo siento si sueno entrometida, es sólo que no se te nota- agregué para no incomodarla.
-Si, bueno de hecho tengo 6 meses, mi esposo y yo al fin nos decidimos por intentarlo- confesó con los ojos brillándole de ilusión mientras alzaba el anillo dorado en su anular.
-¿Un anillo? ¿Cómo no lo vimos?- indagó la Nerd entrecerrando los ojos, todas dimos un suspiro de alivio, lo camuflé con uno de emoción por su historia volviendo a concentrarme en terminar bien el turno de trabajo.
Solo a mi se me puede montar el drama por cosas tan pequeñas y sin pruebas…bueno, tanto mi culpa no es, es de las cinco dramáticas que me acompañan.
-Bien, iré en un rato- contesté desganada cerrando la puerta, estaba cansada y con ganas de ducharme y ver películas o leer algo hasta dormirme calientita.
Era fin de mes, todos con dinero y solo significa una cosa, emborracharse en la terraza que tenían los mellizos promotores del desenfreno.
-En un rato se extingue la raza humana, Enical- contestó Lucian al otro lado del teléfono, podía escuchar como empezaban a poner la música -Tienes media hora o yo mismo te traigo- amenazó.
Negué riéndome antes de avisarle que me alistaría, ya ha venido antes así que no me quedaba opción, más que ceder a su chantaje.
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Editado: 21.07.2022