Todo comenzó cuando el profesor entró por la puerta el primer día de clases.
Joven, bien parecido y ya dando clases. Ania lo miró y así pasó toda la clase.
No podría haber alumna más atenta a las enseñanzas de su profesor que ella.
Cuando el profesor recorrió el aula con la mirada y sus ojos se encontraron por casualidad, ninguno los separó.
El tiempo pasó, tal vez solo unos segundos, tal vez minutos, pero para ellos se detuvo.
Suaves segundos que los recorrieron, dejando una marca profunda en sus corazones.
Tal vez fue amor a primera vista.
Tal vez no.
Pero lo que fuera... fue real.