-Bienvenido a su nuevo hogar, profesor Felton exclamó la directora. Todo el personal que colaboraba en el plantel se había reunido para darle la más cálida bienvenida al nuevo profesor.
-Muchas gracias por darme esta gran oportunidad-, agradeció Tom con una gran sonrisa en su rostro.
-Pues no queda más que decirle que esperamos que no deje el trabajo botado como los demás y pueda soportar a ese demonio con cara de ángel- dijo sarcástico el profesor Jorge.
-Yo les prometo que eso no ocurrirá conmigo. Se supone que para eso me contrataron, ¿no es así? respondió Tom. La directora asintió en respuesta a la pregunta de Tom. -Además, ¿qué tan malo puede ser? - añadió despreocupado.
-Bueno, pues la muchacha es buena, quitando el hecho de que el profesor Jorge ha sufrido varias fracturas a causa de sus bromas, la profesora de Química ha tenido que lidiar con experimentos peligrosos que él ha hecho solo para bromear con sus compañeros, la enfermera recibe pacientes cada tres días y la señora de la limpieza tiene más trabajo debido a las sobras de sus bromas. Pero aparte de eso, es una niña muy buena, aunque muy en el fondo- dijo la directora, ganándose una pequeña risa por parte de Tom.
El convivio de bienvenida transcurrió de manera agradable. Desayunaron y platicaron con Tom, compartiendo algunas cosas relevantes sobre la escuela.
-Profesor Jorge, ¿podría ir a revisar si Dania se encuentra en su salón? El profesor Tom y yo vamos enseguida- solicitó la directora. Sin decir una palabra, el profesor Jorge se dirigió a buscar a Dania.
El profesor Jorge llegó al salón del grupo B y se dio cuenta de que Dania no se encontraba allí. Sabía que tendría que buscarla por toda la escuela hasta encontrarla y traerla a la fuerza al salón de clases. Mientras tanto, la directora llegó al mismo salón con el profesor Tom.
-Adelante, profesor. Este es su salón- indicó la directora haciendo una señal para que Tom entrara.
- ¿Usted no entrará conmigo? - preguntó Tom al ver que la directora no se movía de su lugar.
- ¡Ni loca entro a ese lugar! Esa niña me ha hecho varias bromas ahí adentro y yo no vuelvo a caer- respondió la directora, retirándose del lugar y regresando a su oficina.
Tom entró al salón y se encontró con una escena caótica. Los alumnos estaban dispersos por el salón, charlando entre ellos en lugar de estar en sus asientos. Las paredes del salón estaban maltratadas, con marcas y rayones evidentes. Al acercarse a su escritorio, Tom notó que también estaba en mal estado, con arañazos y manchas.
Decidió tomar acción de inmediato. Dejó su maletín sobre el escritorio y sacó unas toallitas desinfectantes para limpiarlo. Mientras lo hacía, elevó la voz para llamar la atención de los alumnos dispersos.
- ¡Buenos días jóvenes! - exclamó Tom, logrando captar la atención de los estudiantes. Uno a uno, fueron regresando a sus asientos, dejando dos asientos libres frente al escritorio de Tom. El profesor se presentó: -Mi nombre es Thomas Felton y seré su nuevo profesor. Pueden llamarme profesor Tom o profesor Felton, pero no permitiré que me tuteen. Soy muy estricto en cuanto a las actividades, que deben entregarse a tiempo, y también en cuanto al comportamiento, actitud y respeto de cada uno de ustedes-.
Tom comenzó a caminar de un lado a otro del salón, asegurándose de establecer su autoridad desde el principio. Luego, se dirigió al grupo: -Le pido a la señorita Dania Baker que pase al frente, por favor-. Sin embargo, el silencio llenó el salón. Nadie respondió. Fue entonces cuando una voz desde el fondo habló: -No se moleste en esperarla. Dania suele saltarse la mitad de las clases o incluso no asistir a ellas-. La voz pertenecía a una chica de piel blanca, alta, con cabello rojizo y ojos azules intensos.
Tom se acercó a la chica y la miró directamente a los ojos. - ¿Por qué lo dices? -, preguntó con curiosidad.
La chica respondió sin titubear: -Ella dice que no es necesario asistir a algunas clases, que ya conoce de memoria los temas que se tratan en ellas. Se limita a entregar sus tareas, exámenes y proyectos a los profesores-. La chica se sentó en su lugar y se presentó como Sophia.
Agradeciendo la información, Tom decidió aprovechar el tiempo de espera para establecer algunas reglas. -Mientras esperamos a que llegue su compañera Dania, saquen un cuaderno y apunten el siguiente reglamento- indicó Tom. Los alumnos prestaron atención mientras el profesor dictaba las reglas.
Tom miró los asientos vacíos y se dio cuenta de que eran los lugares donde Dania solía sentarse. Determinado a descubrir más sobre ella y su comportamiento, decidió investigar y recopilar todos los datos posibles.
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El profesor Jorge, con determinación en sus pasos, rodeó la escuela en busca de Dania, sabiendo que ese era el último lugar donde podría encontrarla. Mientras caminaba por el pasillo, divisó a lo lejos dos figuras femeninas que reconocía al instante: Dania y su fiel compañera Katy. Sin dudarlo, se acercaron a él con paso tranquilo.
-Profesor Jorge, qué bueno verlo. Quiero hablar con usted- dijo Dania cuando estuvo frente al profesor.
- ¿No eras la Don Chillón? - preguntó con curiosidad.
-Eso quedó en el pasado. Lo que quiero es hacer las paces con usted y decirle que no lo molestaré más- dijo Dania, extendiendo su mano hacia el profesor.