—¿No es hora de vuelvas ya a casa? Son casi las dos y media —me sorprendió la voz de Sung Yeol mientras lo vencía una vez más en aquel videojuego de peleas.
Lo miré con fastidio.
—¿Me estás corriendo o qué?
—Ya sabes que no, L, pero tu hermano suele ponerse extraño cuando llegas tarde a casa.
—Mañana es Sábado y, además, he llegado puntualmente a casa durante las tres últimas semanas —lo rebatí, un poco molesto por sus palabras.
—Y, ¿qué hay con los exámenes?
—No serán sino hasta la próxima semana —repusé, quitándole importancia.
—Pero, ¿no piensas estudiar?
—No.
—Pero, ¡reprobaras!
Sung Yeol me miró con la boca abierta, demostrando esa molesta habilidad que tenía para señalar lo obvio.
—No, no lo haré.
—¿Piensas hacer trampa?
Y ahora el que me miraba molesto era él. Sung Yeol era el segundo mejor alumno de la clase, con notas muy buenas. Y esto lo había conseguido con esfuerzo, estudiando y repasando; por ello la sola mención de "hacer trampa" le irritaba.
—No, no haré trampa. Es sólo que pienso que estoy lo suficientemente preparado —me expliqué, hablando con apatía.
—¿Cómo? No prestabas atención a las clases. He tenido que regañarte montones de veces.
No tenía una buena replica para ello. Sung Yeol tenía razón, así que decidí cambiar de tema.
—Bien, tú ganas. Me iré a casa ahora.
—Sabes que no me molesta que estés aquí —se apresuró a decir mientras los dos nos levantábamos del piso, junto a su cama —pero me preocupo por tu futuro.
—Eres idéntico a mi hermano.
—No soy como ese anciano —se indignó entonces, haciendo un gesto de molestia.
Me reí, pero no añadí nada más. No podían parecerse menos. Sung Yeol a pesar de ser tan aplicado y dedicado en el colegio tenía un lado bobo que siempre me hacía reír. Quizás por eso lo soportaba a mi alrededor.
—¿Quieres que te lleve? —ofreció al verme poner los zapatos en el recibidor, preparándome para irme.
—¿Tu padre dejó el auto en casa otra vez?
—Ahora mismo ni siquiera debe recordar que tiene un auto.
—En casa de alguna de sus novias de nuevo, ¿eh?
Sung Yeol se encogió de hombros por respuesta, ya estaba acostumbrado a los delirios de playboy de su padre. Accedí entonces a que me llevara a casa, esta no se encontraba lejos, pero si podía evitar cruzar esas calles de noche sería mucho mejor.
—Realmente creí que está vez accederías a salir con ellas —comentó Sung Yeol una vez estuvimos dentro del auto de su progenitor. Arqueé una ceja de forma interrogativa, sin saber de que rayos hablaba—. Quiero decir, últimamente has estado muy amable, Myung Soo.
Y pronunció mi nombre con un tono de voz empalagoso.
—Te he dicho que no me llames así —gruñí, pensando en como déjaselo bien claro al idiota ese.
—Ya, ya. Eres L, lo sé.
No dije nada, pero recliné el asiento y me recosté.
L.
¿Cuándo había comenzado aquel juego? Seguramente después del divorcio de mis padres. Myung Soo era demasiado débil para soportarlo, pero L era frío y duro. L hacia todo lo que Myung Soo no podía, así que había sido cuestión de supervivencia.
Y en la actualidad estaba tan acostumbrado a traer ese disfraz encima que me era muy difícil volver a ser simplemente Myung Soo.
—De todas formas, pienso que deberías probar a salir con alguna de ellas.
—Ya te dije que no estoy interesado —repliqué, manteniendo mis ojos cerrados, sin ganas de hablar sobre lo molestas que eran nuestras compañeras.
—Sí, ya sé. No estas interesado en las chicas, pero tampoco lo estas en los chicos. ¿Qué te interesa entonces?
Ni yo mismo lo sabía. Nunca me había sentido atraído por nadie, tal vez debería decir que L jamás se había sentido atraído por nadie. Pero, ¿y Myung Soo? Suponía que tampoco. Quizás Myung Soo estaba tan jodido emocionalmente como L.
—Oye, Yeol, ¿a qué vino eso de que últimamente estoy muy amable? —dije, recordando lo que había dicho anteriormente a la vez que me enderezaba en el asiento, un poco intrigado por sus palabras.
—Bueno, te detuviste a hablar con Sung Jong en la salida, ¿no?
—¿Quién es Sung Jong?
Mi amigo abrió mucho los ojos, sorprendido ante mi respuesta.
—¿Lo derribaste y ni siquiera sabes quién es?
—¿Lo derribé? ¿Cuándo? —repliqué, un tanto confuso.
Sung Yeol parecía estar teniendo alguna clase de alucinación. A lo mejor había empezado a fumar los porros de su padre.
—Hoy. Después de la última clase —respondió mi único amigo, sin cambiar su expresión de incredulidad.
Hice memoria de aquel día, pasando de las aburridas horas de clase y de las miradas hambrientas de mis compañeras no parecía haber nada memorable en... Y entonces ocurrió, la imagen se formó en mi mente.
—Lo recuerdo. Entró corriendo al aula —asentí para mi mismo —pero, ¿cómo es que tú lo conoces?
—¿Y por qué no lo conocería? Después de todo es parte de nuestro grupo —replicó con impaciencia.
—¿En serio? No recuerdo haberlo visto antes.
—En un chico muy callado y por lo general se sienta en la parte trasera del aula.
—Lo tienes muy estudiado —refunfuñé con suspicacia —¿acaso te gusta?
—Que va. Creo que es realmente lindo, pero no es mi tipo.
Sung Yeol no parecía tener el menor problema en hablar de sus "gustos" personales. Pude preguntar cual era su tipo, pero ya lo sabía. Lo sabía desde hacia dos años.
Finalmente llegamos a mi casa, terminando así con esa incómoda charla.
—Te veré después —dije a modo de despedida mientras me bajaba del auto.
—Oye, L —llamó mi amigo entonces —si el anciano no te encierra, ¿podemos hacer algo mañana?
Me lo pensé un par de segundos.
—Vale, pero si terminamos comiendo kimchi, tú pagaras esta vez.
Escuché su risa por toda respuesta y me apresuré a subir las escaleras del pórtico, escuchando el auto del padre de Sung Yeol alejarse. Eché un vistazo rápido a la calle, pero está estaba desierta. Mejor así. No les temía, pero mi hermano (alias el "anciano") tenía razón al decir que era preferible evitar enfrentamientos con esos tipos.