¿Desde cuando esos dos estaban liados? Recordaba a Woo Hyun corriendo detrás de su novia. ¿En que momento había cambiado eso?
Me recargué en la pared y esperé, con el ceño fruncido.
—Debes limitarte a actuar normalmente —escuché entonces la voz de Sung Kyu. Al parecer la sesión de besos había terminado. Me sorprendió que no hubieran decidido buscar una habitación.
—Normalmente. Bien.
—Si no quiere hablar de lo que pasó, no lo presiones.
—No presionarlo. Bien —la voz de Woo Hyun sonaba insegura—. ¿Me veo muy mal?
—Te ves guapo.
En ese momento dieron la vuelta en el pasillo y me vieron.
Sung Kyu soltó la mano de Woo Hyun y se acercó a mí.
—¿Ya terminaste?
—Sung Jong quiere ver a Woo Hyun —respondí, encogiéndome de hombros.
Woo Hyun echó a andar sin dirigirme ni una mirada. Me aseguré de que se hubiera alejado del todo antes de volverme hacia Sung Kyu.
—¿Qué crees que estás haciendo?
Su rostro mostró incomprensión.
—Con Woo Hyun —añadí.
—No tengo idea de lo que hablas, L.
—¿En serio? —miré sus manos vacías—. ¿En dónde está el té?
—¿Té?
Su rostro era ahora un completo signo de interrogación.
—Dong Woo dijo que irían por un té para Woo Hyun.
—Ah...
—No creo que sea una buena idea salir con el chico corazón.
Sus mejillas se tiñeron de rojo, pero mantuvo la cabeza en alto.
—No es tu asunto, L.
—No, no lo es, pero sabes que terminará mal. Él sigue con esa chica.
—Ya no.
—¿Eso te dijo?
—Es complicado, L. Han pasado tantas cosas entre nosotros. No lo entenderías.
—Puede que no, pero hay algo que sí entiendo.
Y le conté lo que Sung Jong había dicho.
Mi hermano lo meditó unos minutos.
—Habrá que informar de esto a la policía —dijo al fin.
—Tú realmente no quieres hacer nada, ¿cierto?
—¿Y tú si? —fruncí el ceño ante su pregunta tan directa—. No cometas ninguna locura, Myung Soo —rara vez usaba mi nombre real—. Y no sólo por ti, sino por todos los que te queremos.
—Lo mismo para ti —murmuré —no dejes que Woo Hyun te lastime.
Sonrió a medias y asintió antes de irse también.
Volví a recargarme en la pared, llevando ambas manos a mi frente, más frustrado aún que cuando tuve que contener mis deseos por Jongie.
Sabía bien lo que quería hacer, pese a Sung Kyu y Sung Jong; pero no sabía cómo. La policía no me serviría para nada y, además, a esas alturas yo no estaría satisfecho con una simple condena en prisión.
Chul Moo había dañado lo que más amaba en el mundo y no lo perdonaría. No olvidaría y no tendría piedad.
L habría aconsejado mantener la cabeza fría y escuchar a Sung Kyu, pero L ya no estaba. Y Myung Soo sólo pensaba en una cosa: venganza.
Poco después de las seis de la mañana Sung Kyu y Hoya fueron a nuestro departamento por ropa limpia. Woo Hyun pasó de nuevo a ver a Jongie y yo fui a charlar un rato con mi mejor amigo.
—Papá esta furioso —comentó Sung Yeol mientras cambiaba los canales del televisor con el control remoto, utilizando la única mano sana que tenía.
—Tiene motivos de sobra.
—¿Y tú no?
Sonreí con ironía. A veces podía actuar como un bobo, pero era bastante astuto.
—Aunque lo intento, no logro imaginar que estas planeando, L —añadió como si hubiese leído mi mente.
—No importa. En tu estado no me serías útil.
—Que tipo tan frío, despiadado y sin corazón eres —se indignó —y yo que he sacrificado mi hermoso rostro por ti.
Solté la risa y me levanté de la pequeña silla blanca que había tomado prestada.
—Escuché que tu madre vendría a verte.
—Lo dudo —respondió con indiferencia —pero, L, fuera de broma. ¿Qué piensas hacer?
—¿Tú que crees?
Y me marché antes de que pudiera responder.
Me encontré a Dong Woo solo en la sala de espera, estaba hablando por su celular y su expresión era de preocupación, nada que ver con su alegría de siempre.
—¡Ah! Myung Soo acaba de salir —exclamó en cuanto me vió—. Te lo paso ahora mismo.
Me tendió su teléfono, de un llamativo e intenso verde esmeralda. Fruncí la nariz, pero lo tomé y me lo llevé al oído.
—¿Sí?
—¿L?
Era Sung Kyu.
—Soy yo, ¿qué ocurre?
—Tengo malas noticias.
Su voz sonaba molesta. Podía escuchar a Hoya hablando desde el fondo, pero no entendía lo que decía.
—Te escucho.
—Alguien entró a nuestra casa anoche. No robaron nada, pero destruyeron muchas de nuestras pertenencias. Incluidas las de Woo Hyun y Sung Jong.
—Con que alguien, ¿eh? —bufé.
—Lo lamento por tu cámara. No creo que pueda repararse —siguió hablando —y también por tus fotos.
Sentí una punzada de dolor al pensar en eso. En el libro que quería sacar. En todas las fotografías que le había hecho a Jongie en aquellos días...
—¿Quedó alguna en buen estado?
—No, lo siento.
—¿Y mis negativos? ¿Los viste?
—Pues...
Pero Hoya no lo dejó terminar, le habló a gritos desde atrás. Lo escuché claramente.
—¡Mira lo que encontré en el baño!
—Sung Kyu, ¿qué pasa?
Mi hermano no respondió. Escuché los pasos de Sung Kyu y después su voz soltando un quejido bajo.
—L.
—¿Qué? ¿Que encontraron?
—Vamos ahora mismo para allá.
Y cortó la comunicación.
Miré estúpidamente la pantalla del teléfono durante cinco segundos antes de devolvérselo a Dong Woo.
—Vienen para acá —informé y me dejé caer en uno de los asientos.
Un poco después llegaron compañeros de nuestra clase a visitar a Sung Yeol. No tenía idea de como se habían enterado ya que yo no le había avisado a nadie.
Intentaron hablarme, pero yo pasé de todos ellos, rogando para que Woo Hyun saliera pronto y me dejara pasar a ver a Jongie.
Después de eso llegaron Sung Kyu y Hoya.
Volvieron a contarme sobre los intrusos en casa y sobre mi cámara. Mi objeto más preciado hasta hacia poco.