Conté dieciocho tipos reunidos. Era un número impresionante.
—Hemos venidos a hablar —dijo Sung Kyu con calma, dando un paso al frente con una mano levantada.
Woo Hyun avanzó detrás de él.
—Creo que los tiempos de hablar ya terminaron —replicó Chul Moo, con voz fría.
—En efecto —gruñó Woo Hyun —terminaron cuando atacaron a mi hermano.
—¿Murió? —se escuchó una voz anónima—. Díganme que sí.
—No importa —dijo Chul Moo —sólo es un homosexual y uno menos en el mundo es un favor.
Sus secuaces rieron su mal chiste y yo tuve que apretar los dientes para controlar mis impulsos.
Por desgracia el autocontrol de Woo Hyun no era igual de bueno.
Antes de que cualquiera de sus acompañantes pudiéramos reaccionar Woo Hyun había echado a correr hacia adelante. Golpeó a Chul Moo directo en el centro de la cara, en la nariz donde mostraba una prótesis blanca.
Su ataque duró apenas un segundo, pero fue suficiente para que todos nos pusiéramos en acción.
Cuatro tipos se abalanzaron sobre Woo Hyun, pero ahí estábamos Sung Kyu y yo para ayudarlo.
Recibí una patada en la pierna y caí al piso, escuchando gritos y maldiciones.
—¡Woo Hyun!
Era la voz de mi hermano.
Me levanté, esquivando una segunda patada y ví el infierno en que se había convertido ese sitio.
Ho Won y Dong Woo luchaban contra siete sujetos a punta de patadas y puñetazos. Era difícil saber si estaban ganando o perdiendo.
Me liberé del tipo que se empeñaba en patearme y busqué a mi hermano.
No lo ví en primera instancia, pero sí ubiqué a Woo Hyun, rodeado por tres tipos, aunque ninguno lograba acercarsele. Woo Hyun se había hecho con un pesado tubo de metal y golpeaba el aire, manteniéndolos a raya.
Otro tipo vino directo hacia mí, con el puño apuntando a mi rostro. Traté de esquivarlo, pero me faltó velocidad. Recibí el impacto en el lóbulo derecho.
Un zumbido atroz invadió mi cabeza, seguido por una sustancia caliente que bajaba por mi cuello.
Ví de reojo al mismo tipo, con el pie listo para patearme (que obsesión de esos tíos por patear), pero ni en sueños podría esquivar ese golpe.
No fue necesario.
Como el héroe de alguna película Sung Kyu apareció de la nada y lo noqueó.
—L.
Me tendió la mano.
—Gracias.
Me limpié la sangre con la manga.
—Ellos no pelean limpio. Recuerda eso.
Y se volvió hacia Chul Moo, quién huía por unas estrechas escaleras, con la nariz sangrante.
Sung Kyu corrió hacia él, pero fue interceptado por dos tipos, los cuales estaban armados con sillas.
Detrás de mí Hoya los imitó y derribó a cinco de un buen golpe. Tenía el labio partido y la camisa desgarrada. Seguro me la cobraría.
—¡Woo Hyun! ¡Espera!
La voz de Sung Kyu me hizo volver la cabeza.
Woo Hyun, el hermano mayor del amor de mi vida, había derribado a los tipos que lo rodeaban y ahora corría escaleras arriba, detrás de Chul Moo.
En esa fracción de segundo comprendí que esas habían sido sus intenciones desde el principio. Woo Hyun quería encargase de Chul Moo el mismo.
—¡Woo Hyun!
Mi hermano recibió un golpe en el brazo a causa de su distracción.
Corrí hacia el tipo de la silla y me lancé a sus piernas, haciéndolo caer.
—¡Ve detrás de él! —le ordené a gritos, volviéndome hacia el otro Black Eye.
Sung Kyu pareció dudar entre quedarse conmigo o correr detrás de Woo Hyun. Al final lo escogió a él.
Más tipos se arrojaron sobre mí.
Me defendí, pero no lo consideraba la gran cosa. Después de todo estaba imitando su pelea sucia y esto no era ningún honor.
Ví a Dong Woo pateando a un tipo en la cara y sonreí.
Las cosas no iban tan mal.
O eso pensaba, hasta que una especie de vibración nos llegó del frágil techo. El piso de arriba. Allá hacia donde Sung Kyu y Woo Hyun habían ido.
Imaginé a dos docenas de tipos allá arriba. Más Chul Moo, el Rey del Juego Sucio.
Sin dudarlo eché a correr hacia las escaleras. Para entonces yo también tenía el labio partido, aunque la sangre de mi oreja había dejado de salir.
Las escaleras eran de madera, viejas, rechinaban ante cada escalón que subía. Ya pensaba en como tomarlos por sorpresa con semejante ruido cuando un grito atravesó directo mis oídos.
Me detuve. Conocía muy bien esa voz.
Sung Kyu.
Llegué al final de las escaleras en cuestión de segundos. Había ahí una puerta, la cual estaba abierta. Había un tipo inconsciente recargado contra está. Un hilo de sangre le bajaba por la frente.
Lo esquivé de un salto y llegué al otro lado. El sitio estaba prácticamente destruido. Lo primero que ví fue un cuerpo más. Otro Black Eye. No sabía si estaba vivo o muerto y la verdad era que no me importaba.
—Sung Kyu... Sung Kyu...
Esa era otra voz conocida.
El mismo sentimiento angustiante que había sentido tras el ataque de Sung Jong se apoderó de mí.
Avancé unos pasos más. Aquella era una habitación amplia, pero aún así era imposible no verlos, pese a hallarse en una esquina.
Woo Hyun estaba de rodillas, de espaldas a mí.
Abrí la boca para llamarlo, pero me corté en seco al ver el objeto tirado a un lado.
Un tubo cubierto de sangre.
Rodeé a Woo Hyun en un segundo y me quedé sin fuerzas ante lo que ví.
Tenía a Sung Kyu entre sus brazos. La sangre fluía de la cabeza de mi hermano, empapando el suéter azul de Woo Hyun.
No tuve palabras para ese momento.
Woo Hyun ni siquiera me miró. No parecía darse cuenta de que yo estaba ahí.
Llamaba a Sung Kyu una y otra vez, pero él no mostraba reacción alguna.