Estoy a su Servicio

2.UNA NUEVA PRISIÓN

 

El emperador pone las manos sobre mi cuello y comienza a apretarlo. Siento como el aire me falta, esos ojos grises mirándome, disfrutando. Es lo mismo que hacia mi hermana y mi tía. Nana…si tan solo…estuvieras a mi lado no tendría estos pensamientos negativos. Pero lo único que deseo es irme a donde tu y mis padres están. Quiero que esta vida llena de miseria termine.

En ese momento la presión disminuye y de repente el aire entra de lleno a mis pulmones, toso por inercia, no lo entiendo pensé que iba a matarme. No dice nada solo está ahí de pie. Me observa y no puedo leer que está intentando hacer.

—No sé quién eres, pero ten por seguro que dejare esa mascara que tienes al descubierto.

No entendía bien a que se refería con todo eso, pero de nada me valía si quiera decir que no era una bruja ya que de todas formas planea matarme.

—estoy buscando a las mujeres que te dejaron abandonada, mientras tanto tu solo tienes que darme de esa sangre. Vendré a esta habitación y me la entregaras sin poner resistencia. No tienes que saber más.

—….

—Tu silencio me hace entender que entiendes en la posición que estas, porque, aunque quieras no podrás ir a ningún lado.

Abandona la habitación.

El emperador es alguien extraño, por su forma de observar estaba cien por ciento segura que iba a terminar conmigo, sin embargo, solo me dice cosas que no entiendo. Darle mi sangre sin oponer resistencia, es evidente que no es humano. Pero ya que me dijo que no necesitaba saber más es ridículo cuestionarse eso en este momento.

Observo a mi alrededor, estoy en una habitación muy espaciosa. Las paredes, muebles e incluso la cama es de un blanco puro. Hay una gran ventana que deja entrar mucha luz. Mis manos tienen vendaje y al parecer mi cuello también ya que tengo una sensación extraña.

Me levanto de la cama y me doy cuenta de que tengo un grillete que va de una de las patas de la cama a mi tobillo, la cadena es bastante larga. El emperador va enserio con dejarme aquí encerrada, no puedo quejarme creo que es mucho mejor que estar en una celda por quien sabe cuánto tiempo.

Voy a la gran ventana y puedo observar el cielo azul con solo algunas nubes visibles, el sol está en lo alto y los rayos del sol van directo a mi cara, me cubro un poco con mi mano. Es cálido y amable.

Tocan la puerta y una doncella joven aparece.

—Señorita, tengo órdenes del señor Ivar mano derecha de su majestad de preparar su baño y ayudarla a cambiarse

¿Señor Ivar? Debe ser el hombre con la cicatriz en la cara que me trajo aquí. Está claro ya que siempre se encuentra a un lado del emperador.

—No tiene que hacer eso. Yo misma puedo preparar mi baño y cambiarme

—¿Disculpe? —parece un tanto sorprendida— pero…señorita debo cambiar sus vendajes…

—No se preocupe, puedo hacer eso yo misma

No muy convencida sale de la habitación y poco después vuelve a entrar solo para dejarme un camisón limpio, las vendas y un par de esencias. Le doy las gracias. Esto me trae recuerdos. En la mansión yo tenía que hacer la mayor parte de las cosas sola ya que nana estaba muy ocupada y las doncellas nunca se preocuparon por mí. Tuve que aplicarme medicina y aprender a hacer vendajes luego de los golpes que recibía de por parte de mi tía.

Voy al cuarto de baño y me sorprende lo grande que es. La tina es enorme, las toallas son muy diferentes y el espejo es algo grande. Los lavamanos parecen hechos de plata, aunque no puedo estar segura. Preparo el agua y pongo algunas sales de lavanda.

Me deshago del camisón y puedo ver mi cuerpo lleno de cicatrices. Cortes, quemaduras…todo esto por satisfacción personal de mí tía y hermana. Era tratada peor que un animal…necesito deshacerme de esos pensamientos por ahora. Me doy un ligero golpe en las mejillas.

El baño es extrañamente relajante, claro, dejando de lado que tengo un grillete en el tobillo. Realmente no sé porque el emperador me tiene de esta forma, no tengo ninguna intención de escapar porque ¿A dónde iría? Mi casa quedo echa cenizas, la familia que me queda me dejo sola. Lo único que puedo hacer es quedarme dentro del palacio hasta que llegue mi fin.

Después del baño me pongo el camisón limpio y me cambio los vendajes. Las heridas no son de gravedad como pensaba. Voy de nuevo a la cama y me siento observando mis pies que ya se encuentran un poco mejor ¿Qué puedo hacer ahora? ¿solo espero hasta que el emperador venga y succione mi sangre?

Luego de un rato divagando en mis pensamientos escucho que tocan la puerta. Se trata de otra doncella, ella ya se ve un poco mayor.

—Señorita ¿Qué le gustaría comer? Tenemos diferentes platillos que solo se dan aquí. Puedo traerle un poco de todo para que conozcamos sus gustos.

No parece tener alguna intención oculta. La verdad es que son muy amables.

—No es necesario que se esmere tanto—sonrió—puede traerme lo que sea….

—Pero…usted es la invitada de su majestad ¿Cómo podría...? —parece un poco sorprendida por mi actuar

¿Invitada? No soy nada más que una simple mascota que desaparecerá en cualquier momento. el grillete en mi tobillo es la prueba.  




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