Situación: Comprar un obsequio.
Personajes: Bubble Girl, Sir Nighteye y Mirio Togata/Lemillion.
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La duda la recorría y el pudor se le plasmaba en el rostro. Sujetaba dudosa la caja que llevaba en manos, algo pesada, muy frágil, pero valiosa. Miró un momento el gran moño violeta que sobresalía, lo acarició un poco, previniendo a toda costa el deshacerlo, puesto que volver a formarlo sería un reto que no deseaba tomar.
El segundero del reloj resonaba en el corredor, buscando en sus propias palabras reunir valor suficiente para decidirse a entrar a esa oficina, plantarle cara a su jefe y entregarle el obsequio. Pero la simple idea le acaloraba las mejillas y aceleraba su corazón del miedo.
«¿Le gustará? —se decía—, ¿se enojará?»
Los segundos transcurrían, los minutos no se hacían esperar, y ella seguía sin poder entrar. Comenzaba a pensar que aquello había sido una mala idea. Estaba considerado el simplemente irse, con todo y la caja y fingir que nada había pasado.
—Bubble Girl —la afable voz de Mirio Togata logró detenerla, haciendo que tímidamente girara a verlo.
—M-Mirio, pensé que habías ido a casa ya.
—Voy para allá, de hecho —se llevó su mochila a la espalda para después acercarse a ella—. ¿Es para Sir? —apuntó al obsequio.
—Ah, este… Sí, sí lo es. Pero no creo que sea buena idea dárselo ahora, debe estar ocupado.
Togata se llevó una mano al mentón, mientras afirmaba con la cabeza con los ojos cerrados, como si meditara algo, y luego chasqueó los dedos y le sonrió.
—Tú no quieres entregárselo. ¿No es así?
—Ah… Sí —suspiró rendida. Eran vanos los intentos por mentirle a ese chico tan inteligente, lo sabía por experiencia.
—¿Por qué no quieres entregárselo?
—Pues… no creo que le guste. Es decir, demoré mucho en comprarlo, pero ahora creo que no fue una buena idea después de todo.
Y era verdad, desde que el primer copo de nieve había aterrizado, precisamente en la cúspide de su nariz, se dijo que pronto el invierno llegaría. En ese instante la voz de su jefe le había llamado, haciendo que volteara a ver su rostro y sólo una apalabra se presentó dentro de su cabeza: regalo. Ella quería comprarle un regalo. No obstante, saber qué le regalaría era el reto, puesto que Sir Nighteye era un hombre bastante frívolo y solitario. Tratar de asomar su cabeza a los pensamientos turbios de esa persona, era como tratar de descifrar la salida de un laberinto. Totalmente complicado, pero en ciertos aspectos predecible.
Cuando Bubble Girl trataba de poner el nombre de Nighteye, en la misma oración que “objeto material”, sólo saltaba a su cabeza el nombre de otro héroe: All Might. Apenas entraba al despacho de Sir Nighteye, e inmediatamente podía encontrar mercancía del símbolo de la paz. Cuando pensaba en temas de conversación que le parecieran cómodos a su jefe, All Might saltaba a su mente exclamando: habla de nuestro tiempo trabajando juntos.
Pero ella no quería regalarle algo que le recordara a otra persona, ella quería darle algo, que cuando lo viera sonriera al pensar en ella, en su compañera de trabajo, en la chica que le admiraba incondicionalmente. Entonces comenzó a recordarse a sí misma, caminando dudosa por los pasillos de las numerosas tiendas departamentales, buscando y rebuscando el obsequio ideal. Hasta que finalmente lo encontró, se acercó con curiosidad y miró su propio reflejo en el cristal, pensando de inmediato «este es» y no dudó en comprarlo. Aunque probablemente no había sido tan acertado como pensó.
—De todos modos ya hasta lo envolviste —continuó Togata, tratando de animarla—, ya te tomaste la molestia de comprarlo, estoy seguro de que Sir Nighteye lo agradecerá.
Ella le miró un instante y asintió. Tocó con timidez la puerta del despacho para poder entrar. Recibió autorización para hacerlo al instante, y entonces supo que no había vuelta atrás. Miró una última vez a Mirio, quien sonriendo levantaba su pulgar como muestra de apoyo. Ella devolvió la sonrisa y entró, encontrando después a su jefe mirando unos papeles dándole la espalda a la puerta.
—Por favor cierra la puerta —le dijo—, se puede colar el frío.
—Sir —murmuró luego de obedecer la petición. El hombre se giró a verla, y después sus ojos se posaron sobre la caja que llevaba en manos.
—Oh, disculpa, aún no he comprado tu presente —le dijo.
—No hace falta que lo haga, Sir, no me molesta —dijo ella, dejando el obsequio sobre el escritorio.
El hombre asintió en silencio, y se dispuso a abrir su regalo.
—Este… No tiene que conservarlo si no le gusta —le interrumpió Bubble Girl—, no me sentiría ofendida si no es lo que esperaba…
—Lo hará —le dijo, dedicándose a verla por un corto intervalo de tiempo. Ese hombre podía ser muy intuitivo, sin tener que usar su don.
Con cuidado, deshizo el moño que decoraba la caja, y después retiró la tapa azul cielo, para encontrarse con algo redondo dentro de esa caja. La tomó en sus manos, y notó que era pesado. Al sacarlo para verlo mejor, se encontró con una esfera de cristal, que mantenía en su interior un lirio de agua azul. Miró un momento su reflejo, que se veía un poco deforme por el agua que contenía el presente, y volteó a ver a la chica.
—Sé que no es algo de All Might —comenzó ella, entrelazando las manos y bajando la cabeza—, pero pensé que sería lindo darle algo así. Aunque si no le gusta, puede tirarlo, no me molesta en absoluto…
—Me gusta —la interrumpió y volvió a ver la esfera—, me recuerda a ti.
Luego dejó con sumo cuidado el objeto sobre el escritorio, donde fuera vistoso, y con un trapo que extrajo de su bolsillo, le limpió una mota de polvo. Lo giró hasta encontrar el ángulo de la flor que más le gustara y se dedicó a verla, soltado un suspiro y apoyando el mentón en la mano.