Situación: Escribir un songfic.
Canción: Proud of your boy.
Personajes: Izuku e Inko Midoriya.
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Mamá… Vaya, la verdad es que no sé por dónde iniciar esta nota. Hace a penas unos segundos acabo de coger papel y una pluma con valor y determinación, pero de inmediato, la simple idea de escribirte me despoja de aquella armadura que pretendía blandir, y ahora me siento como un cobarde, sin fuerzas ni la capacidad para decirte aquello que me mata por dentro.
Tal vez debería empezar por donde el día lo hizo, partiendo desde que recibí la noticia de una fiesta de cumpleaños para una de tus amigas. Precisamente hablabas con Mitsuki, la mamá de Kacchan, con emoción acerca de lo que vestirían para el evento. No tardaron en enviarme junto a Kacchan, a jugar con los hijos de las otras señoras, aunque era evidente que sólo ellos se divertirían, midiendo la grandeza de sus singularidades. Está de más decir que la de Kacchan copó a todos, él siempre ha sido el número uno, en todo.
No sé por qué, no sé siquiera si estuvo bien pero quise entrar a la casa para decirte algo, cuando por un instante, la curiosidad pudo conmigo y me quedé a oír sólo un poco aquello de lo que hablabas.
«¿Qué hay de Izuku?» te preguntó la anfitriona. Y todas voltearon a verte, incluso yo, desde mi escondite.
«Escuché que no tiene singularidad —dijo otra—. ¿Cómo te sientes con ello?»
Bajaste la cabeza, y miraste fijamente tu taza de té y tú reflejo en ella. Caprichosamente te llevaste un mechón de pelo tras tu oreja, para voltear a verlas y darles otra de tus nostálgicas sonrisas. Y entonces te escuché, lo hice mamá, incluso con las horas transcurridas puedo recordar vívidamente tu voz tranquila, cortando de una vez aquel silencio.
«Izuku está bien —dijiste—, él es un chico normal y eso no es malo. Va a la escuela, sale con sus amigos, es un buen muchacho, muy valiente. Incluso quiere entrar a UA»
«¡No es posible! —chilló una con temor—. ¿Cómo planeas impedir eso?»
«¿Por qué debería hacerlo? Es lo que él quiere»
«Pero es peligroso, él no tiene ningún don»
«Ya lo sé —dijiste, y tu tono de voz flaqueó un poco—, creeme que lo sé, y él también lo sabe. Pero a pesar de eso, quiere entrar. Te lo dije, mi hijo es muy valiente»
«¿Pero no te das cuenta de que él es inferior a los demás?... »
«No vuelvas a decir eso —cortaste de inmediato aquel hiriente discurso que se avecinaba, haciendo que todas callaran al escuchar tu tono al hablar—. Mi hijo no tiene un don, es verdad. Pero no por ello es inferior a los demás. Él puede trabajar, convivir y soñar como todos en este mundo. Tiene las mismas oportunidades que todos, y las mismas inseguridades también. Si quiere tratar de entrar a esa academia, que lo haga. Y que caiga, pero que se levante y lo vuelva a intentar»
Velozmente la madre de Kacchan intercedió, cambiando hábilmente de tema.
No sabía qué pensar al escucharte decir eso. Estaba seguro de que te aterraba la idea de que yo aspirara a entrar a esa academia, y lo hace, pero ahora veo que me dejarás intentarlo. Mejor aún, me dejarás insistir por ello. Y gracias a este día, ahora sé lo difícil que debe ser reunirte con otros padres, y recibir sus miradas de lástima cuando se enteran de que no tengo un don. Pero, mamá, te juro que desde este momento, lucharé porque algún día te sientas orgullosa de mí.
Lo sé, será difícil, tendré que trabajar el doble, e incluso el triple que los demás, pero aún así me convertiré en el mejor héroe del mundo y te haré sentir orgullosa de mí.
Ya sé que la gente es mala, y te ha dice que soy torpe, y lento, una flor con retraso. Que no me adapto con rapidez a los demás, y que mi imaginación me puede llegar a superar, pero eso no es ni la mitad de lo que realmente soy. Y lo sé, y pronto haré que el mundo también lo haga. Perdón, no soy el más alto, ni sabio, ni guapo, ni rápido, pero aún así… ¡Estarás orgullosa de mí! ¡Haré que te enorgullezcas de mí! Todas te envidiarán, y voltearán a ver lo mucho que habré crecido y verán que serás una madre dichosa.
Mamá, lo mejor está apenas por llegar. Ya sé que hay muchas cosas que no soy, ¿Pero qué puedo hacer? No soy perfecto cómo mi padre o como tú, pero eso no me detendrá, porque no paro de crecer y sigo subiendo y subiendo, y no me detendré hasta ser el más grande y te levantaré en mis brazos para que todos volteen a verte.
Sé que sólo puedes escuchar que murmuro cosas raras, que hago anotaciones en mi diario, que me es difícil seguir la velocidad de los demás y que quizás soy un poco raro y enclenque, un soñador despierto, torpe e icompetente, que sigo siendo un chiquillo inmaduro que mete la pata. ¿Y sabes qué? No me molesta, estoy bien con todo lo que dicen de mí, porque puede que sea verdad, puede que sí sea el raro fantasioso que todos ven al girarse hacia mí, pero no importa. No estoy perdiendo el tiempo como todos piensan, me estoy preparando para el camino que me espera. Y ya sé, sé que mis metas son algo difíciles de alcanzar, pero esa es la vida que deseo vivir.
Te llevarás una hermosa sorpresa al verme triunfar, al ver lo fuerte que seré y en el grandioso héroe en que me convertiré. ¡Te lo aseguro! Y ya sé que lo he dicho muchas veces, ¡pero estarás orgullosa de mí! Recuérdalo por favor, tu muchacho no va a descansar hasta hacer que te sientas orgullosa de él. ¡Ya lo verás!
Mamá, navidad está cerca, este año lo termino siendo un enano. Pero para el siguiente, ¡seré mucho más grande! ¡Es una promesa! ¡Estarás orgullosa de tu hijo!
—Izuku Midoriya.