13 de febrero de 2013, Montalcino
El frío del anochecer comenzaba a notarse en la piel y los últimos rayos de sol se habían escondido en el horizonte hacia algo más de media hora. La oscuridad comenzaba a reinar en toda la estancia y, pronto, la única luz provendría de la luna llena, que al penetrar por la ventana crearía un haz de luz blanca que se reflejaría en el viejo suelo de madera y en la puerta que se encontraba enfrente.
El cuarto era muy espacioso y durante el día gozaba de mucha luminosidad gracias al gran ventanal. En otros tiempos mejores seguro que fue así, ahora, apenas había un par de muebles algo destartalados debido al inevitable paso del tiempo y a las termitas que estaban alimentándose de la madera descolorida por el sol.
Ahora, una atmósfera oscura y tenebrosa inundaba hasta el último rincón de la sala y hacía que se te pusieran los pelos de punta solo con mirar el papel pintado a medio despegarse de las paredes y los cuadros polvorientos que había encima de él.
Una figura humana, desaliñada y con los ojos enrojecidos por el insomnio, encendió el flexo que había encima de su desorganizada mesa de trabajo, pues la penumbra le impedía poder ver con claridad, y continuó con su tarea, tecleando en el portátil que, debido a la oscuridad de la habitación, reflejaba la luz azul de la pantalla en su rostro.
Toda la estancia estaba en absoluto silencio, solo se podía oír el traqueteo de las teclas del ordenador y el sonido del segundero de un reloj de pared que había encima del escritorio.
En la pantalla del ordenador se podía ver como el texto iba creciendo a medida que el sujeto iba aporreando las teclas del portátil e iba construyendo un texto cada vez más elaborado que decía:
Todos piensan que están cuerdos, que la locura nunca se apoderará de ellos y viven con las conciencias tranquilas y repudiando a aquellos que no hemos tenido tanta suerte. Pero están equivocados. La locura es igual de natural en el ser humano que el hambre o el instinto de supervivencia. De hecho, está muy relacionada con este último que, como animales que somos, todos poseemos. Decidimos entrar en ese estado de perturbación que nos separa de la realidad para intentar sobrevivir a aquello que nos persigue y nos atormenta.
La locura se puede expresar de innumerables formas distintas, no tiene por qué ser permanente ni excesivamente llamativa. Está mal vista por la sociedad, pero a pesar de esto, es obvio que todos en algún momento de nuestra vida hemos disfrutado con ella y ¡que placentera resulta su aparición!
Nos alegra las vidas monótonas siempre que sea controlada y con buenos fines. Aparece de forma silenciosa y eso es lo que la hace tan peligrosa. No te das cuenta de su llegada y cuando lo haces es demasiado tarde. Ya nada la frena y no sabes cómo va a evolucionar.
A su alrededor, el caos y el desorden predominaban en la sala. Una infinidad de papeles y carpetas estaban esparcidos por la mesa o amontonados en pilas poco estables. Algunos, incluso, estaban extendidos por el suelo bajo ningún criterio aparente.
La pared de detrás del escritorio se encontraba entera cubierta de fotografías y notas adhesivas que no dejaban ver el papel pintado sobre el que estaban pegadas.
Varios vasos de plástico estaban repartidos por los pocos muebles que había y un bocadillo a la mitad esperaba encima de una mesa de café a que alguien terminara con él.
Entre todos los papeles, al lado del portátil, un recorte antiguo del famoso periódico italiano Corriere della Sera decía lo siguiente:
Hoy el Oratorio de San Lorenzo en Palermo amanece sin la obra Natividad con San Francisco y San Lorenzo, uno de sus cuadros barrocos más importantes, pintado por el prestigioso maestro italiano del claroscuro Caravaggio. La pintura ha sido cortada de su marco y robada esta pasada noche del 17 de octubre de 1969.
Todavía se desconoce al autor o autores de los hechos; los agentes no descartan que hayan podido ser más de una persona, ya que las dimensiones del cuadro dificultan su manipulación por una única persona.
La investigación está en curso a la espera de más indicios o del testimonio de algún testigo, aunque las primeras pesquisas señalan como principal sospechoso a la mafia siciliana.
La figura se levantó de la silla con dificultad y se dirigió hacia el gran ventanal arrastrando la pierna derecha; parecía que algo no iba bien. Había oído un ruido que provenía del exterior, en medio del silencio sepulcral, que le hizo sobresaltarse.
Era difícil distinguir ninguna sombra en medio de la negrura de la noche. Inspeccionó el jardín desde la ventana y, allí estaban. Unas cuantas luces azules se veían a escasos metros de la casa, y no muy lejos de ellas, la luminosidad de cuantiosas linternas destacaba en medio de todo el escenario y se iban acercando, cada vez más, a la casa.
Habían entrado en su propiedad sin avisar y sin ningún tipo de permiso, pero no le extrañaba en absoluto, sabía a lo que venían. Aunasí, tenía que protegerse.
Tardarían unos instantes hasta que llegarán a la habitación donde se encontraba, lo tenía todo calculado, pero era tiempo más que suficiente para imprimir rápidamente la carta que había estado escribiendo durante horas, meterla en un sobre e introducirla en uno de los bolsillos del pantalón.
Después, abrió uno de los cajones del escritorio y sacó una pistola. Acto seguido, salió de la habitación y se fue escaleras abajo.
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romance, accion venganza y mafia italiana, nuevos comienzos y un pasado tormentoso
Editado: 07.08.2023