A medida que seguíamos nuestro camino hacia la siguiente clase, el recuerdo de la conversación con Taehyung me rondaba la cabeza. Sus palabras seguían repitiéndose en mi mente: "No todo es lo que parece".
Había algo oculto, algo que todavía no lograba entender, pero la forma en que me lo dijo, con esa intensidad en su mirada, me dejó una sensación inquietante.
Lía no parecía haber notado nada extraño; charlaba animadamente sobre la clase de Historia que íbamos a tener, haciendo comentarios sarcásticos sobre el profesor y los interminables textos que debíamos leer.
Yo asentía de vez en cuando, pero mi mente estaba en otra parte.
Cuando llegamos al aula, tomamos nuestros asientos y la clase comenzó como de costumbre.
Pero no podía concentrarme. Mi mente seguía regresando a lo que Taehyung había dicho y a la sensación de que algo estaba a punto de cambiar. Miraba a mi alrededor, observando a mis compañeros, preguntándome si alguno de ellos sabía algo, si estaba involucrado de alguna manera en todo lo que había estado ocurriendo.
Durante la clase, saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Lía:
*"¿Crees que algo raro está pasando? Sobre Taehyung y todo lo que ocurrió en la mansión..."*
Lía, siempre rápida para contestar, respondió al instante:
*"No sé, pero no le des demasiadas vueltas. Quizás está siendo dramático. Sabes que los chicos así son misteriosos por naturaleza."*
Suspiré y guardé el teléfono. Tal vez Lía tenía razón. Tal vez estaba exagerando, pero no podía evitar la sensación de que algo más profundo se ocultaba debajo de todo eso.
La clase terminó y, mientras salíamos, Lía sugirió que fuéramos a la cafetería de nuevo antes de regresar a la mansión de mi tía. No pude evitar sentir una mezcla de alivio y tensión al pensar en volver allí. Aunque la casa en la ciudad no tenía el mismo aire opresivo que la mansión de verano, la relación con mi tía hacía que cada regreso fuera incómodo.
Cuando llegamos a la cafetería, pedimos un par de cafés y nos sentamos en una mesa cercana a la ventana.
Afuera, el bullicio del campus continuaba, pero dentro de la cafetería, todo estaba tranquilo. El sonido suave de las conversaciones y el aroma a café recién hecho llenaban el ambiente. Me relajé un poco, disfrutando del breve respiro antes de volver a enfrentar la frialdad de la casa de mi tía.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó Lía mientras daba un sorbo a su café—. ¿Vamos directamente a la mansión o tienes alguna otra idea para distraernos antes?
—Supongo que deberíamos ir directo. No quiero darle a mi tía otra razón para molestarme —respondí, sintiendo el habitual nudo en el estómago cuando pensaba en ella.
Mi tía siempre había sido una figura intimidante en mi vida. Nunca la había comprendido del todo, y la forma en que me trataba, siempre con frialdad y distancia, me hacía sentir como una intrusa en su casa. Nunca entendí por qué me odiaba tanto, pero lo hacía evidente cada vez que estábamos juntas. Sin embargo, desde la muerte de mis padres, no me había quedado otra opción que vivir con ella.
—Bah, que le den —dijo Lía con desdén, siempre rápida para defenderme—. No puedes dejar que esa mujer te haga sentir mal. Es su problema, no el tuyo.
Le sonreí, agradecida por su apoyo. Pero, aun así, sabía que volver a esa casa no iba a ser fácil. El ambiente allí era tan tenso que, a veces, me resultaba difícil respirar.
Terminamos nuestros cafés y, finalmente, decidimos que no podíamos evitarlo más. Salimos de la cafetería y caminamos hacia la parada de autobús que nos llevaría de regreso a la casa de mi tía. Mientras viajábamos, el cielo comenzó a nublarse, y una ligera lluvia comenzó a caer, aumentando la sensación de inquietud que me acompañaba desde la mañana.
Al llegar a la casa, el frío habitual del lugar me envolvió en cuanto cruzamos la puerta. La mansión en la ciudad, aunque majestuosa y antigua, tenía un aire sombrío que me recordaba constantemente lo lejos que estaba de sentirme en casa. Sabía que Lía lo sentía también, aunque siempre trataba de actuar como si no le importara.
—Bueno, aquí estamos otra vez —dijo Lía en voz baja mientras dejaba su chaqueta sobre una silla del recibidor.
—Sí, supongo que lo mejor será que nos concentremos en los estudios por ahora —respondí, intentando ignorar la sensación de que estábamos siendo observadas.
Subimos a mi habitación y comenzamos a sacar los libros para revisar lo que habíamos visto en clase. Pero, por más que intentaba concentrarme, no podía quitarme de la cabeza el hecho de que algo extraño se avecinaba.
Me sentía como si estuviera esperando una tormenta que aún no había llegado, pero cuyos vientos comenzaban a sentirse en el aire.
Lía, por su parte, parecía más tranquila. Hablaba de temas normales, intentando mantener la atmósfera ligera, pero yo sabía que también estaba alerta. Después de un rato, dejó su libro a un lado y me miró con una expresión seria.
—Hannah, ¿qué es lo que realmente te preocupa? Sé que no es solo tu tía ni la universidad. Algo más está rondando tu cabeza.
Suspiré, sabiendo que no podía seguir fingiendo. Le conté lo que había sentido desde nuestro regreso, desde la fiesta, desde las conversaciones con Taehyung. Le hablé de la sensación de que algo más oscuro estaba a punto de suceder, aunque no pudiera poner el dedo sobre qué era exactamente.
Lía me escuchó atentamente, su expresión grave. Cuando terminé, se quedó en silencio por un momento, como si estuviera procesando todo.
—No sé qué está pasando, Hannah —dijo finalmente—, pero tienes razón. Algo no encaja. Pero sea lo que sea, lo enfrentaremos juntas. No estás sola en esto.
Su apoyo me reconfortó, pero el peso de la incertidumbre seguía ahí. Afuera, la lluvia había comenzado a caer más fuerte, golpeando las ventanas de la mansión, y una inquietante sensación de expectativa llenaba el aire.
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Editado: 26.11.2024