Lucius caminaba por los pasillos del castillo con una expresión grave. Sabía que la tarea que tenía por delante sería dolorosa, pero era necesario. Al llegar a la habitación de Andreea, respiró hondo antes de llamar a la puerta.
—Andreea, soy Lucius. Necesito hablar contigo —dijo, su voz suave pero firme.
Andreea abrió la puerta, su rostro aún marcado por el dolor de su reciente separación de Darius. Al ver la expresión de Lucius, sintió un nudo en el estómago.
—¿Qué ocurre, Lucius? —preguntó, su voz temblando ligeramente.
Lucius entró en la habitación y cerró la puerta detrás de él. Se acercó a Andreea, tomando sus manos entre las suyas.
—Andreea, hay algo que debo decirte. Es sobre Darius —comenzó, su voz llena de compasión.
Andreea sintió que su corazón se detenía por un momento.
—¿Qué le ha pasado? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Lucius respiró hondo, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—Darius ha sido asesinado. Encontramos su cuerpo en el bosque. —dijo, su voz llena de tristeza.
Andreea sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro mientras se aferraba a Lucius.
—No... no puede ser... —Hablo como pudo entre lágrimas.
Lucius la abrazó con fuerza, tratando de consolarla.
—Lo siento mucho, Andreea. Sé cuánto lo amabas. Estamos haciendo todo lo posible para encontrar al responsable —dijo, su voz llena de determinación.
Mientras tanto, Marcus y el rey alfa se dirigían a la residencia de Liana y sus padres. Sabían que la noticia sería devastadora para Liana, pero debían ser fuertes por el bien de todos.
Al llegar, fueron recibidos por Adrian y Elena, quienes notaron de inmediato la gravedad en sus expresiones.
—Marcus, rey alfa, ¿qué ocurre? —preguntó Adrian, su voz llena de preocupación.
Marcus respiró hondo antes de hablar.
—Necesitamos hablar con Liana. Es sobre Darius —dijo, su voz firme.
Liana, que había estado en otra habitación, salió al escuchar su nombre. Al ver la expresión de Marcus y el rey alfa, sintió un nudo en el estómago.
—¿Qué ocurre? —preguntó, su voz temblando.
Marcus se acercó a ella, tomando sus manos entre las suyas.
—Liana, Darius ha sido asesinado.- Los ojos de Marcus estaban rojos, tanto por la ira, como por el dolor.
Liana estaba en estado de shock, no se lo podía creer.
—Esto... Esto debe ser una broma —murmuró, su voz quebrada por el dolor.
Adrian y Elena, al escuchar la noticia, se miraron con preocupación.
—¿Qué pasará con el bebé? —preguntó Elena, su voz llena de angustia—. Nuestro nieto se quedará sin padre.
Adrian asintió, su expresión grave.
—Y ahora, ¿cómo se supone que Liana se case? Esto lo hace imposible —dijo, su voz llena de preocupación.
El rey alfa, consciente de la gravedad de la situación, dio un paso adelante.
—Liana, sé que esto es difícil. Pero debemos pensar en el futuro del bebé y en la estabilidad de nuestra manada. Si estás de acuerdo, me casaré contigo. Como rey alfa, puedo tener más de una esposa, y esto asegurará la protección de tu hijo y la paz entre nuestros clanes —dijo, su voz firme pero comprensiva.
Liana, aún en shock por la noticia, miró al rey alfa con una mezcla de sorpresa y confusión.
—¿Te casarías conmigo? —preguntó, su voz temblando.
El rey alfa asintió, su expresión seria.
—Sí, Liana. Haré lo que sea necesario para proteger a nuestra manada y asegurar el futuro de tu hijo —dijo, su voz llena de determinación.
Liana, aunque aún llena de dolor, asintió lentamente.
—Si eso es lo mejor para todos, entonces acepto —dijo, su voz apenas un susurro.
Con esa decisión, comenzaron los preparativos para la nueva boda.
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Habían pasado dos días desde la trágica muerte de Darius, y el castillo estaba envuelto en una mezcla de luto y celebración. El rey alfa había cumplido su promesa y se había casado con Liana en una ceremonia solemne pero hermosa. La boda había sido rápida, pero necesaria para asegurar la estabilidad de la manada y el futuro del bebé de Liana.
Esa noche, en la habitación nupcial, Liana estaba sentada en el borde de la cama, sus manos temblando ligeramente. La ansiedad y la tristeza se mezclaban en su corazón, y no podía evitar sentirse nerviosa por lo que estaba por venir.
El rey alfa, ahora su esposo, entró en la habitación y cerró la puerta suavemente detrás de él. Al ver la expresión de Liana, se acercó a ella con una sonrisa tranquilizadora.
—Liana, no tienes que estar nerviosa. Puedes llamarme por mi nombre, Alexander —dijo, su voz suave y reconfortante.
Liana levantó la vista, encontrando consuelo en sus ojos.
—Alexander... —murmuró, su voz temblando ligeramente.
Alexander se sentó a su lado, tomando sus manos entre las suyas.
—Tranquila, Liana. Prometo que seré un buen esposo para ti. Estoy aquí para protegerte y cuidarte —dijo, su voz llena de sinceridad.
Liana asintió, sintiendo que parte de su ansiedad se desvanecía. Alexander levantó una mano y acarició suavemente su mejilla, su toque lleno de ternura. Luego, se inclinó hacia ella y la besó, un beso suave y lleno de promesas.
Liana cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. Sentía la calidez y la seguridad que Alexander le ofrecía, y por un instante, el dolor y la tristeza se desvanecieron.
Alexander la abrazó con fuerza, sus labios moviéndose con más pasión. La noche de bodas se consumó con una mezcla de ternura y deseo, uniendo a dos almas que, aunque marcadas por la tragedia, encontraban consuelo y esperanza en el uno al otro.
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Andreea estaba en uno de los balcones del castillo, mirando al horizonte con los ojos llenos de lágrimas. El viento fresco de la noche acariciaba su rostro, pero no lograba calmar el dolor que sentía en su corazón. Se abrazó a sí misma, tratando de encontrar consuelo en la soledad.
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Editado: 06.09.2024