Luto y sombras

Habían pasado ya dos largos años desde aquella fatídica noche, Jonathan no había vuelto a ser el mismo. Dejó la ciudad donde creció y pasó sus mejores momentos. Abandonó sus sueños y amistades. Su vida se redujo al dolor.

Ya no tenía sentido el seguir vivo para él, sus días lo consumía en trabajos temporales que le aportaban solamente para beber en las noches. Vivía donde encontrara un techo y comía lo que el día le pudiera proveer. Ahora solo era la sombra del que fue. Elphas le había contado muchas cosas confusas aquella noche que decidió llevarlo con él.

Jonathan ese día conoció las cosas que se ocultaban más allá de su simple humanidad. El viejo Elphas le había revelado su identidad, le había confesado aquella naturaleza de brujo y le había revelado la naturaleza de aquella mujer que destrozó su vida. A pesar de todo, de la amistad y ayuda brindada, Elphas no pudo sacar al muchacho de aquel pozo en el que se había sumido.

Aquella tarde, Jonathan fue despertado por el golpe del agua fría en su rostro. Asustado abrió los ojos tratando de limpiar el agua que no le dejaba ver. Pestañeando lentamente fue reconociendo el rostro del brujo que lo miraba con cierta pena y decepción.

—Elphas, volviste — Dijo aún con la mala pronunciación de un ebrio que sigue aun con licor en las venas.

— Tristemente si Jonathan, solo para encontrarte en este estado — El brujo había buscado al muchacho dispuesto a ayudarlo, a darle protección y más que nada, intrigado en saber por qué razón aquella marca de su cuello nunca había desaparecido.

Jonathan se puso en pie, apoyándose en la sucia pared que tenía cerca de él, con sus manos sucias trato de arreglar su desordenado y largo cabello, aunque solo lo hizo ver peor.

— Solo…es que no quiero verla — Dijo el muchacho, Su mente aún tenía grabada a fuego la mirada de aquel demonio y el ultimo brillo de su amada — La veo por todos lados, pero mientras bebo, ella simplemente se esfuma.

Elphas suspiró, ya había hablado con Jonathan hace mucho, había querido reclutarlo como su ayudante. El tener la marca del velo lo hacía muy útil, pero a la vez lo ponía en peligro. El brujo llevaba esos dos años tratando de investigar el motivo por el cual, aquel desgraciado muchacho tenía esa marca. Y finalmente parecía haber encontrado una pista.

— Vamos a casa a que te bañes y comas algo, necesito hablar contigo y es importante que estes consciente.

Sin mediar otra palabra, el brujo emprendió el camino hacia su hogar. Elphas vivía ahora en una ciudad pequeña que había cobrado relevancia por una creciente mina que se había descubierto. Sus antes pequeñas y vacías callejuelas, ahora se encontraban llenas de vida y luces. Personas de buen y mal vivir se conglomeraban en sus calles. Era una ciudad en pleno crecimiento.

Su hogar se encontraba a unas calles del centro del lugar, en una pequeña pero cuidada casa de dos plantas. Jonathan era el encargado de cuidar la casa mientras el brujo salía de viaje. Pero se notaba que el chico no hacia aquel trabajo, puesto que el jardín delantero estaba totalmente seco e incluso las paredes estaban sucias manchadas por la lluvia de los recientes días. El hombre no comento sobre esos detalles, ya luego con sus habilidades volvería a poner todo en orden.

Juntos entraron a la casa. Jonathan fue enviado directamente a tomar un baño, mientras que Elphas se encerraba en su estudio para guardar los diversos materiales que había conseguido en su viaje. Algunos ingredientes muy raros que solo se podían conseguir en el mercado negro, ahora estaban en sus manos. Era un botín valioso el que había conseguido en su viaje y más que nada necesario para lo que esperaba descubrir del chico.

Cuando terminó de guardar todo y salió de su estudio, Jonathan limpio y mejor arreglado ya lo esperaba en el salón de la casa. Su cabello, aunque largo, lucia mejor. El chico era apuesto, pero su empeño en acabar con su vida lo habían llevado a olvidarse de todo.

— Ahora hueles mucho mejor — Comentó bromeando el brujo.

—¿La encontraste?— Su pregunta impaciente y ya sabida abandonó sus labios.

Elphas lo miró detenidamente. Aquella pregunta había estado dibujada en la boca del muchacho por los últimos dos años. Cada vez le respondía lo mismo, pero cada vez el chico volvía a preguntar.

— No Jonathan, además ¿Qué harás al encontrarla? No eres más que un humano con visión. Eres débil no puedes enfrentarte así contra un demonio. — Eran crueles sus palabras, pero era necesario que el chico abriera los ojos de una buena vez.

— Tú puedes ayudarme. No tengo dinero, pero te puedo pagar con mi vida. Seré tu esclavo, lo que quieras no importa — Sus palabras se atropellaban al salir — Solo quiero mi venganza, quiero que esa criatura deje de existir.

— Ni siquiera yo puedo enfrentarme a ella Jonathan — Su voz sonó más fuerte esta vez – Es un demonio de rango importante. No es el más poderoso, pero si me supera. No puedo destruir una criatura así simplemente porque me lo pides.

Siempre era así, ni siquiera una vez en su vida había tenido el poder suficiente para obtener lo que quería. Ahora con la única persona que le quedaba para confiar, tampoco tenía el poder suficiente. Sus puños se apretaron a sus costados, no respondió ni reaccionó mal. La ira fue reemplazada por el desamparo y el dolor.

— ¿Por qué me pasó esto? No entiendo por qué me vi involucrado en tu mundo Elphas, solo era un humano… simple. Quería una vida simple.

Elphas tampoco entendía bien del todo. Por ello había viajado más veces de las usuales, esperando encontrar alguna información. Pero el chico simplemente parecía haber nacido con mala suerte.

— A veces el universo tienen sus planes Jonathan…

Iba continuar, no le gustaba ver al chico tan triste, pero este no le dio la oportunidad. Simplemente paso por su lado y entró a su estudio. Desde que llegó le había pedido al chico que se mantuviera ocupado arreglando las innumerables torres de libros que tenía el brujo. Este aún no había terminado, es más, nunca había iniciado con dicha labor, pero ahora parecía querer dejar de pensar y solo avocarse a una tarea.