Averiguando la verdad
Kyle
Mientras me dirijo hacia la secadora con la ropa de Lana, no puedo sacarme de la cabeza la sensación de que me ha reconocido. La mirada que ha puesto al ver mi retrato la ha delatado, pero ¿cómo puede saber algo de mí si acabamos de conocernos? Al contarle la historia que me inventé acerca del disfraz que llevaba y después de cómo me ha mirado, me he dado cuenta de que no me ha creído y de que, simplemente, me ha seguido la corriente. Hay algo que no me cuadra en todo esto, pero tengo toda la intención de averiguar qué es. Salgo del cuarto de la colada y me dirijo de nuevo a la cocina, Lana no está allí. Voy al salón, ya que es el único sitio al que creo que podía haber ido y allí está, de pie, contemplando mi retrato. Al verme aparecer, me mira y me dice:
—Kyle, me gustaría hablar contigo sobre algo que me tiene bastante preocupada. La verdad, es que si no hubiera visto esto —dice señalando el cuadro— ni siquiera me lo hubiera planteado, pero es algo que necesito que me aclares.
La miro y veo que está nerviosa. Está retorciéndose las manos y hay preocupación en su mirada. Me acerco, la tomo de las manos y me dirijo al sofá. Nos sentamos y espero a que empiece. Al ver que se lo piensa, la ayudo y empiezo yo.
—Lana, sea lo que sea lo que me quieras contar, quiero que sepas, que no suelo asustarme fácilmente. Veo por lo nerviosa que estás, que puede ser un tema un pelín delicado, pero no tienes nada que temer.
Lana me mira, asiente, toma aire y me dice:
—Puede que creas, que todo lo que te voy a relatar sea una locura, aun así, tengo que contártelo. Solo te pido que no me interrumpas, te cuente lo que te cuente, y que me dejes acabar.
—De acuerdo, no diré nada hasta que hayas terminado de contármelo.
—Kyle, llevo más de un año soñando contigo. Todo empezó una noche en la que volvía del cine con una amiga. Me comentó que tenía problemas con su novio y que quería ir a leerse las cartas. Conocía a una señora, era vecina suya y más de una vez le dijo, que si quería saber que le deparaba el destino en el terreno sentimental, fuera a verla, que ella la ayudaría. Tenía unos dones heredados desde los tiempos de su trastatarabuelo y todas las mujeres de su familia los tuvieron. Al principio, no me creí nada, soy muy escéptica con estos temas, pero cuando estuvimos con esa mujer y vi cómo le relataba prácticamente toda su vida, la muerte de sus padres, cómo se conocieron su novio y ella, cómo era él físicamente sin haberlo visto nunca... He de admitir que empecé a creer en ella. No te voy a contar todo lo que le dijo porque eso pertenece su vida privada, pero lo que sí te voy a decir es lo que me contó a mí.
Al ver que se detiene y se siente insegura, la tomo de las manos y la anima a que continúe. La verdad es que se la ve muy nerviosa, con miedo...
—Al acabar con mi amiga, me miró a los ojos, se acercó a mí y me dijo: «Tienes un alma muy antigua, mi niña, esta ha ido naciendo y muriendo prematuramente a causa de algo que pasó hace muchos siglos. No te puedo dar detalles exactos, solo lo sabré con seguridad en el momento en que me lo traigas a él. Esta es tu tercera y última reencarnación. De las decisiones que toméis, tú y tu verdadero amor, dependerá que continúes o no en este mundo. Si tomáis la decisión correcta, tu alma será eterna, de lo contrario, el día que mueras, tu alma no volverá jamás a este mundo y permanecerá en el más allá. Te diré una cosa, niña. El que será tu amor, llevará encima una pesada carga, de la cual solo tú podrás liberarlo. Esta noche empezarás a soñar con él... verás su rostro, su mirada cada noche a través de tus sueños y el día que menos te lo esperes, aparecerá ante ti y lo reconocerás. Ese día sabrás que lo difícil ha empezado y tendrás que confiar completamente en él y en lo que te vaya a revelar, porque de él dependerá que vivas una vida normal o sufras una muerte prematura».
»Kyle, al abrir los ojos en la playa y verte, te he reconocido enseguida. Tú eres el hombre con el que llevo soñando el último año. Al entrar aquí y verte en el retrato, no he tenido ya ninguna duda, ya que la ropa que llevas ahí —dice señalando el cuadro—, es la ropa que llevabas la mayoría de las veces en mis sueños. En otras ocasiones, vestías una especie de falda con colores rojo, azul y blanco. Llevabas el pelo más largo y portabas una espada en la cintura. Esa imagen, solo la vi en tres o cuatro ocasiones, pero la que veía cada noche es la del retrato. Y lo que me eriza la piel, es que tenías esa misma expresión de tristeza y dolor —vuelve a señalar mi retrato—. Quería acercarme a ti y no podía. Sentía la necesidad de que tenía que ayudarte a liberar ese dolor, pero cuando alargaba la mano para tocar tu rostro, desaparecías y me despertaba. Así cada noche durante un año.
****
Lana
Cuando acabo de relatárselo todo, lo miro y está con los ojos extremadamente abiertos y me mira con terror. La verdad es que no me imaginaba esa reacción. Me esperaba que se pusiera a reír o algo parecido, pero no esa mirada. Al levantar la mano para ir a acariciarle la cara, se levanta de golpe del sofá y sale corriendo por la puerta principal.
—¡Kyle!, ¡Kyle!, ¡vuelve por favor!, ¡tenemos que hablar de esto!
Me levanto del sofá, voy a la ventana y lo veo bajar corriendo las escaleras en dirección a la playa. ¿Con que no se asustaba fácilmente? Esa reacción que ha tenido y la mirada que me ha echado han sido de puro terror.
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Editado: 03.12.2022