Eternamente - Miriams

Capítulo 8

Mimi

Madrid

Después de la regañina de Ricky me quedé en casa pensando en todo y en nada a la vez. Quiero salir corriendo e ir a buscarla, pero no me atrevo porque no es la primera vez que ha ido mal entre ella y yo. 

Me levanto y voy a por una milno, tirándome al sofá sin poder quitarme a la leona de la cabeza. Solo ella ha sido capaz de engancharme de la manera en que lo hace. 

—Te querré eternamente...—Susurro para mis adentros. 

Y qué razón tenía. 

A pesar de todo sigo enchochada de la gallega y aunque he intentando quitármela de la cabeza, me ha resultado muy difícil. Es de las que llegan y no se van aunque cueste la vida. 

Acabo la cerveza y sin pensarlo mucho salgo de casa pidiendo un taxi. Miriam Doblas, deberías plantearte sacarte el coche y gastar menos en taxis. 

 

Me bajo del taxi y me choco mentalmente al ver que una vecina sale del portal, por lo cual puedo entrar sin tener que llamar de primeras. Subo hasta la puerta y respiro varias veces antes de tocar al timbre. 

—Si buscas a Miriam—Doy un bote al escuchar a una mujer a mis espaldas—. Se ha ido hace ya mucho tiempo con su hermano. Me han dicho que se iba una temporada con su familia a su casa y que no sabría cuando volvería. 

—Muchas gracias—Dije desganada. 

Siento rabia porque se ha ido sin decirme nada, pero por otra parte no tiene que decirme a donde se va, porque no somos nada... ¿no?

La vecina cierra la puerta y yo me quedo como una gilipollas ahí plantada. No quiero irme, no quiero creerme que esta locura de ir a su casa me ha salido como una mierda.

¿Irse a su casa? No es algo que se haga a la ligera, por lo cual, ¿por qué no me lo dijo? 

Sin pensarlo, marco su número esperando su respuesta. 

—¿Por qué no me has dicho que te ibas a Pontedeume?—Digo nada más que descuelga.

—¿Cómo...?

—Estoy en tu casa Miriam y si no es por tu vecina ni me entero—No quiero parecer muy enfadada, pero me cuesta ya que no me esperaba que volvería a huir—. Joder... podrías avisar gallega. 

—No pensaba...—Hace una pausa y se que esta pensando que decirme, lo hace siempre que se queda sin palabras—. Fuiste tu quien me dijiste que estarías con tus amigas de Granada y joder, no tengo que decir donde voy o no voy.

Su respuesta me sienta como un jarro de agua fría. No me lo esperaba, pero tenía razón. Fui yo la primera que le mintió por miedo a volver a verla, por poner mi mente y mis emociones a raya. 

—Cierto...—Suspiro derrotada—, que disfrutes gallega. 

Y sin dejar que responda, cuelgo su llamada. 

No quería llorar, pero se me hace imposible, porque una vez más todo se jodió. Salgo de su portal ignorando las llamadas que tengo. Se que es ella, pero no soy capaz de seguir hablando con ella y además, ¿qué más puedo decir? Fue una gilipollez venir.

 

No sabía a dónde ir hasta que he acabado abajo del portal de Ana. No se realmente por qué vine, porque llevo tiempo sin hablar con ella -sin contar la cena, ya que salí detrás de Miriam-, pero necesitaba alguien de confianza que no fuera atacarme emocionalmente como sabe hacer Ricky -en el fondo lo quiero-. 

—¿Mimi?—Giro y la veo ahí comienzo un trozo de pan—¿Qué haces...?

—Necesitaba una amiga—Me derrumbo sin poder controlarlo.

—Anda, vamos a subir. 

Subo detrás de ella intentando controlar la llorera que tenía encima. Ana no dice nada, pero se que es porque quiere que me desahogue antes de hacerme hablar. Al entrar me señala que vaya al salón, cosa que hago cabizbaja. 

—¿Es Miriam?—Se acerca, sentándose a mi lado.

—Anoche la busqué y bueno... 

—Os acostasteis sin literalmente hablar—Asiento frustrada—. Pero te conozco ese no fue el mayor problema...

—Al día siguiente cuando nos despertamos, Miriam recibió la visita de Pablo y bueno cuando logró que se fuera, la que acabó marchándose sin ser capaz de decirle nada fui yo.

—Le ibas a decir que fuiste a verla cuando lo de Pablo—Me abraza. Pero porque realmente Ana Banana me conoce incluso mejor que a mi misma—. Bueno... ¿por qué no...?

—Se ha ido a su pueblo y no se hasta cuando...

—¿Y por qué no...?

—Lo hice, pero solo me salió echarle mierda por no decirle nada. 

—Mimi—Se separa de mi perpleja—. ¿Pero por qué?

—Porque cuando me entere de que se fue sin decirme nada, me acorde de ese día, en la habitación de hotel...

—Nunca lo arreglareis si no superas ese día—Me acaricia la espalda. Se lo que me espera, pero en parte también me lo merezco—. Por vivir encasillada en ese día no tienes los ovarios necesarios para decirle todo lo que piensas y sientes en su cara. Necesitáis desahogarnos entre ambas sin atacaros, sin huidas, sin mentiras... 



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En el texto hay: lgtb, operaciontriunfo, miriams

Editado: 07.02.2022

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