Después de que Sergey estuviera listo, tanto él como Joseph bajaron a donde estaban todos, desayunando en el comedor, Sergey se sentó en donde había una silla libre, y Samantha anunció una vez que todos estaba sentados en el comedor.
—Hoy nos iremos a Miami. — Anunció con mucha emoción Samantha
—¿Hoy? — Anne preguntó.— ¿Tan pronto?
—Si, espero que el piloto de Sergey pueda llevarnos hoy.
—Supongo que el vuelo será largo. — Dan habló mientras le daba un trago a su café tibio. — ¿Cuánto tiempo será de vuelo?
—Le pregunté ayer a mi piloto privado. — Sergey tomó su celular y buscaba el mensaje del piloto. — Según él será un viaje de siete u ocho horas de duración.
—También tenemos el hangar reservado para el vuelo, para no atrasar la duración del viaje. — Joseph habló mientras observaba como la cafetera preparaba café. — Lo reservé para una semana.
—¿A qué hora nos iremos? — Preguntó Jonathan mientras hablaba con la boca llena.
—No comas con la boca llena. — Lo regañó Samantha. — Es de mala educación.
—Perdón. — Jonathan tragó la comida que traía en la boca. — ¿A qué hora nos iremos?
—Estaba pensando en irnos a la una de la tarde. — Todos voltearon a ver el reloj y se dieron cuenta de que eran las nueve de la mañana. — Para que nos dé tiempo de arreglar nuestras maletas.
—Pero asegúrense de no poner demasiadas cosas en las maletas. — Joseph habló consiguiendo la atención de todos. — El clima es diferente al frío que hay en Miami, así que lleven agua y ropa cómoda y delgada.
—No queremos que las vacaciones en Miami sean en el hospital. — Samantha retomó el argumento de Joseph. — Por favor.
Después del anuncio se sentaron a desayunar y tomar café, mientras Joseph elogiaba a Anne por el desayuno, observó que Sergey sólo tomaba café y se comió una pieza de pan que engullía de manera lenta. Joseph después de comer, se puso a lavar los trastes y observó como todos se comenzaban a levantar para llevar sus actividades a diario. Todos se despidieron de los dos, ya que ellos en ese momento no tenían ningún trabajo al cual asistir.
Joseph terminó de lavar los trastes con cuidado, por la ropa que traía y buscó en donde estaba Sergey, buscó por toda la planta baja, accedió a la sala de estar, el estudio en donde había unas pinturas de Ezequiel Dallas, de al menos unos dos siglos de antigüedad, entró también a la pequeña biblioteca con la que contaba la casa, pero no encontraba a Sergey por ninguna parte.
Subió por las escaleras en donde observó fotos de Anne Dallas creciendo de manera sucesiva, desde que era una pequeña bebé, hasta ahora, era fotos conmemorativas, de posibles fechas importantes que quisieran recordar, ya que una foto es una parte del recuerdo capturado en una cámara.
Se decidió por buscar en la segunda planta de la casa, en donde estaban las habitaciones de Anne, Samantha y de Ezequiel, cosa que observaba era que este piso, a comparación del piso en donde Sergey y él se estaban, que había más polvo, posiblemente era por las personas que estaban en el piso o porque en la planta superior había más polvo.
—¿Me buscabas?— Una voz resonó en el pasillo del segundo piso.
—Dios mío. — Joseph me llevó un susto y respiró con la mano en el pecho. — Me asustaste.
—Bueno yo diría que en este momento. —Sergey se pegó al cuerpo de Joseph.
La diferencia de ambos era de 10 centímetros, por lo que cada vez que Sergey quería ver a Joseph tenía que bajar un poco la vista, y cuando Joseph quería hablar con él, él tenía que alzar su vista.
—¿Buen momento para qué? — El aliento de Joseph sopló en el cuello de Sergey.
—Para hacerte mío.
Joseph se sorprendió de la forma de que Sergey lo levantó, y se lo llevó por las escaleras hacia la habitación, en cuanto llegaron a la puerta, llegaron tropezándose, ya que Sergey lo bajó de sus brazos mientras comenzaba a besar a Joseph quien aprovechó ese momento para quitarle la camisa a Sergey.
Sergey terminó por zafarse la camisa que esa mañana se había puesto para impresionar a Joseph, ¿Quién lo diría?, encontrar el amor en un hombre, hace seiscientos años no lo había creído posible, pero durante todo ese tiempo, su corazón había estado sanándose de la pérdida de Elena.
Joseph había comenzado a quitarse a la camisa cuando tumbó a Sergey en la cama que les habían prestado para dormir, se acomodó con su mano el cabello, un gesto que sabía que a Sergey le encantaba, tiró la camisa a un rincón en donde estaban las maletas del viaje, mientras Sergey se desabrochaba el pantalón.
—No tan rápido. — Joseph tocó las manos de Sergey mientras miraba a los ojos ya dilatados de Sergey. — ¿Quieres matar de diversión de un sólo tiro?
—¿A qué te refieres con eso? — el tono de Sergey era un tono de voz que encendían muchas cosas en el interior de Joseph, mientras las manos de Sergey tomaban las manos de Joseph y las dirigían hacia la entre pierna de Sergey con una notoria erección. — Mira como estoy, por favor.
—Recuerda que dijiste que lo haríamos en Miami. — Joseph se paró de Sergey mientras se dirigía por su camisa.
El teléfono de Sergey comenzó a sonar y Sergey se enojó consigo mismo por dos razones: la primera por dejar el tono de llamada encendido, y la segunda por la persona que estuviera llamando.
—Bueno, ¿Quién habla? — Joseph le quitó el pantalón de un solo jalón mientras Sergey llamaba.
—Soy yo, Sam.— Joseph comenzó a bajar el bóxer del señor Sergey hasta que Sergey miró a los ojos a Joseph y paró de bajarlos.
—¿Qué sucede? — Joseph no le importó la mirada que Sergey le dio, comenzó a volver a bajar los bóxeres hasta que Sergey se levantó de la cama en donde estaban y se recargó contra la columna de la habitación.
—Los chicos se dirigen hacia a la casa. — Sergey se comenzó a colocar el pantalón en donde estaban inicialmente. — Por si estás haciendo algo con tu asistente personal.