Evans

Capítulo 36

Ya habían llegado todos a el hotel en donde Noa le había dicho a Samantha que todos se hospedarían, Joseph rentó una camioneta para transportarse por Miami todos juntos, ese Joseph pensaba en todo.

Samantha estaba feliz por Sergey quien se le veía un brillo en los ojos que no veía desde hace mucho tiempo, un brillo que recuerda haberse opacado años atrás, pero regresó de una manera impresionante.

Una vez que llegaron a el hangar, estaban dos camionetas, Joseph observó su celular extrañado y llamó a la empresa por la segunda camioneta, observó que la señora de la empresa que rentaba las camionetas estaba dentro de una de ellas, haciendo una especie de tour.

La señora estaba disimuladamente ligando con Sergey, causando celos en Joseph, pero recordó que no había persona que no admita que Sergey era una persona que era fácil de ignorar por su físico.

Joseph también observó que de no haber sido por la señora que estaba ligando con Sergey hubieran ido incómodos por el camino a cualquier lugar, ya que en ese momento iba en la camioneta: Stefan, Samantha, el pequeño Jonathan, Anne, Sergey la señora y él.

Samantha observaba a Joseph extrañada por las actitudes y respuestas meramente sarcásticas para la mujer que venía manejando la camioneta que habían rentado. Ya era de noche, Samantha sacó su celular y observó que eran las siete de la noche con cinco minutos, pero ya estaba oscuro y las estrellas junto a la luna alumbraban el cielo.

Observó también que Anne había venido todo el camino completamente callada, cosa que era extraño en ella y pensó si ella había hecho algo para que Anne estuviera así. Llegaron tras un rato a la recepción del hotel en donde, Noa le había indicado que fueran. Aunque todo era una máscara para ocultar lo que estaba pasando. Todo se había vuelto en dos bandos.

Por un lado estaban los convertidos, con la loca de su madre, y unos lobos puros que querían mandar sobre un sistema que ya tiene muchos años de existir. Y por otro lado estaban ella con sus hermanos, Anne, Sergey, los acompañantes de cada uno y Jaime con Margaret.

No tenía ningún problema, pero temía por Margaret y Jaime, que algo les llegara a pasar, sabía que Anne se echaría la culpa, y viviría triste, era algo que tenía que evitar a toda costa que llegase a ocurrir.

 

—¿Entonces cómo repartiremos las habitaciones? —. Preguntó Dan una vez que otra camioneta llegó interrumpiendo a Samantha de su estancia en la Laguna mental.

—¿Disculpe me prestaría una hoja de papel y un lapicero—. Le preguntó a la recepcionista quien de inmediato le entregó lo que pedía—. Gracias.

 

Samantha rompió varios papelitos que enumeró del 1 al 3 y lo hizo dos veces; tomó los papelitos y los mezcló en sus manos como si fuera una tolva.

 

—Anne, Dan, Stefan, Tyler y Dylan—. Samantha abrió sus manos una vez que revolvió los papelitos—. Tomen uno para saber con quién van a compartir habitación.

—¿Por qué Sergey no va a hacer esto? —. Preguntó Dylan.

—¿Acaso quieres dormir conmigo? —. Sergey lo miró con los brazos cruzados mientras Dylan sólo se disculpaba.

 

Todos los que Samantha mencionó tomaron un papelito y buscaron quien tenía uno con su mismo número.

 

— Me tocó el mismo número que a Dan—. Anne habló mientras chocaba los cinco con Dan.

—A mí me tocó con Ezequiel—. Dylan habló un poco molesto y apenado porque Sergey lo había puesto en su lugar.

—Creo que a mí me tocó sólo—. Tyler contestó un poco lento tratando de analizar las cosas.

—Bueno dicho esto—. Sergey aplaudió llamando la atención de los que estaban en ese momento en la recepción del hotel—. Cada uno a sus habitaciones.

—Claro que sí—. Jonathan salió corriendo hacia Samantha y tomó su mano para llevarla hacia la habitación que se habían repartido.

—Nos toca la habitación 2005, búscala, Jon—. Samantha habló mientras jalaba las maletas que le había preparado para él y a de ella.

— ¡Ya! —. Gritó Jonathan en el segundo piso al cual llegó corriendo—.¡Es la habitación!

—¡Ya voy. —Samantha llegó corriendo para no despertar a los vecinos, tomó la tarjeta del hotel y la pasó por el sensor que tenía la puerta—. Vamos a entrar.

—Tengo sueño Sam—. Jonathan se comenzó a tallar los ojos por el cansancio del viaje en el que estuvo leyendo un libro al que le faltan pocas páginas—. Pero voy a terminar el libro que tengo pendiente.

—Está bien—respondió Samantha mientras salía de la habitación—. No vayas a romper nada.

 

Samantha salió de la habitación y observó que Noa estaba en el balcón del hotel, y fue a acompañarla en silencio, para ver que estaba haciendo.

 

— Mi novio me dejó—. Noa habló mirando hacia el cielo mientras recargaba sus codos en el borde del balcón—. Me engañó con una mujer de su trabajo.

— Lo siento—. Samantha no sabía que decir.

— No importa—. Noa miró a Samantha mientras le entregaba un sobre color beige de quien sabe dónde—. Esta es la información que tengo de Bruno Evans.

— Que eficacia—. Samantha sacó las fotografías de Bruno y las observó viendo que en el fondo de una de ellas estaba su loca madre—. Mira lo que tenemos aquí.

—Bruno Evans, con 24 años, acompañante de Elizabeth Evans, mujer que en este momento está ligada con el tráfico de personas para beneficiar a Ojos rojos con quien está aliado, el hombre sirve como informante de ella.

—Así que madre usa otros métodos para no ser reconocida—. Samantha observó el rostro de su madre capturado por la cámara.

—Eso es lo que pude encontrar de Bruno Evans—. Nos habló finalmente—. Él es un acompañante normal, mucho menos poderoso que Stefan o Joseph.

— Entonces matarlo sería simple—. Samantha miró a Noa a los ojos—. ¿No?

—Así es—. Noa miró hacia atrás ya que sentía la mirada de alguien—. ¿Dónde irán mañana?




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