Evie Grehnne. Introducción a la magia.

Expulsada.

Durante el desayuno del día siguiente, Evie se precipitó hacia la sala común, intrigada por todo el revuelo que se suscitaba entre las brujas, estaban amontonadas rodeando a una bruja que gritaba escandalosamente, se tuvo que hacer un espacio entre todas aquellas jóvenes, y cuando llegó al centro del círculo, presencio una acalorada discusión entre Roberta Stevens y Leonor Crewthon. ¿El motivo? Katy Stevens.

Katy estaba de pie al lado de su abuela, con una maleta morada y un sombrero de bruja, tenía las mejillas rojas de coraje y le pedía silenciosamente a su abuela que se retiraran, posó sus ojos por un momento sobre Evie, quien encendió los suyos con odio hace Leonor, la más poderosa de las brujas en la sala.

Susie Crewthon le susurraba a su madre al oído que era suficiente, Leonor no iba a ceder, jamás, en el círculo estaba Lucy Crewthon, con una sonrisa de oreja a oreja, Evie sintió deseos de arrancarle el cabello.

—Tu nieta está expulsada, eso lo sabes ¿Cómo osas pararte aquí y plantarme cara, eh?—Leonor se irguió.

Leonor Crewthon era una mujer elegante, de tez blanca, con un enorme cabello negro, largo hasta los muslos, muy cuidado, muy bien peinado, brillante hasta no más, era además, un poco robusta, por ello, todavía más imponente. Tenía ya, varias arrugas en el rostro, también alguna que otra cana, y las manos llenas de anillos de todos los colores, vestía un brillante vestido verde obscuro que cubría hasta sus tobillos, tenía sus finas cejas en un ceño fruncido, pero en sus labios había un ligero temblor, prueba fehaciente de que la presencia de Roberta no le era indiferente.

—La expulsada soy yo, Leonor.—Roberta descansó su cuerpo sobre su pierna derecha, ayudada del bastón, fue ahí cuando Evie se percató de que, ciertamente, tenía una pierna más larga que la otra.

—¡Tú lo sabes perfectamente! Cuando renunciaste a tu obligaciones con la comunidad, renunciaste a tus privilegios, y a los privilegios de tu sangre, así que te pido que te retires.—Leonor pareció perder la compostura, pero la recobró de inmediato.

—¿Qué sangre? ¿Qué sangre? Hija de puta. ¿Has olvidado acaso que mataron a toda mi familia? ¿Mis hijos? ¿Has olvidado que lo único que tengo es a mi nieta? ¿Has olvidado que no hiciste nada? ¡Cobarde!

Leonor la abofeteó, Roberta rió sardónicamente.

—No pelearemos como viles muchachitas, vamos a salir, y vamos a arreglarlo, tú y yo, y Leonor, te venceré en tu juego.—Roberta dió un paso, amenazante.

El rostro de Katy palideció, sujetó a su abuela por el brazo, y con el rostro mojado, le dijo que no importaba, que estaba bien si se iban.

Leonor apretó los dientes.

—Muévete entonces, Roberta, sirve para que reafirmes mi mando.

Leonor caminó hacia la salida, a campo abierto, Roberta caminó detrás, con lentitud gracias a su pata coja.

Katy se abalanzó sobre Evie.

—Llama a tu abuela, por favor, tienes que llamarla, sólo ella va a poder hacerla entrar en razón, tienes que hacerlo ahora, Evie.

Evie se quedó pasmada, pensando en su abuela, y rogando para que de alguna forma, apareciera.

Cuando volvió en si, su abuela ya estaba ahí, la había llamado Whitney.

Katy había ido tras su abuela, segura de que Evie la había escuchado.

En las afueras del castillo, las brujas se hacían un círculo tomadas de las manos, Roberta y Leonor estaband dentro de él, viéndose fijamente, esperando.

Jannie Grehnne se acercó en silencio, y detrás de la valla humana, comenzó a hablarle a Roberta. 

—Bueno ¿Qué crees que haces? ¿Creés que es valiente dar un espectáculo delante de tu nieta? ¿Qué pasará si mueres?—Jannie le arqueó una ceja.—¿Piensas dejar a una niña huérfana otra vez? ¿Ahora que recién se entera de que pertenece a una familia? ¿Ahora que ya no es sólo Katy? ¿Ahora que es una Stevens? 

—Jannie, no te metas.—Roberta no centró su atención en ella, pero su rostro pareció tornarse gris.

—Vete a casa, llévate a tu nieta, enséñale de magia, dime ¿Para qué quieres verla competir?—Jannie se transmutó entre ambas brujas, mirando fijamente a Roberta.

—Es brillante.—Roberta comenzó a llorar.—Más brillante que cualquiera hasta ahora, más brillante que yo, que mi hija, que mi madre.—Se le cortaba la voz.

—¿Y es la brillantez una excusa suficiente para matarte con alguien? ¿Crees que eso es lo que quiere tu nieta?—Jannie estaba calmada, su voz transmitía una extraña paz.

—Para que te asesine, de hecho.—Leonor Chewthon recibió las miradas de ambas mujeres sin inmutarse siquiera.

—Cállate, idiota. Por una vez estoy de tu lado, salvándote el pellejo.—Jannie miró a Leonor con desdén, sus palabras resonaron en todas las cabezas de las brujas, que cada vez aumentaban.

Roberta se sonrió con Jannie, sus músculos se relajaron, sus mejillas comenzaron a calmarse, bajó las manos. Luego las dos brujas se echaron a reír, con un grupo de brujas consternadas por la situación.

Leonor lanzó un ataque para Jannie, por insolente, la puso de rodillas en un momento, y comenzó a cerrar las manos, dejándola poco a poco sin aire. Jannie Grehnne tenía la boca entreabierta, respiraba cada vez con mayor dificultad, posaba sus manos en su pecho, sujetándose, su mirada cambió cuando vió a Evie llorando a sus pies, rogándole a Leonor que se detuviera.

Su mirada se volvió dura, en lugar de temerosa, y con un hilo de voz, dijo:

—Hazlo. Pero flaquearas antes de sacarme una súplica.

Leonor comenzó a reir, unos segundos después, se desplomó en el suelo.

No había sido Jannie, estaba segura.

Roberta le negó con la cabeza.

Susie Crewthon se puso en el centro de la multitud.

—Se acabó, vuelvan a sus actividades.

 

 

 

 

 

 



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En el texto hay: brujas, magia, hadas

Editado: 07.08.2021

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