Aun así, como dije antes, había que continuar viviendo y adaptándose. Por lo que regresando a mi tiempo les cuento sobre mi vida. Para poder ser la arqueóloga que deseo, debo pagar mi universidad, por lo que tengo que trabajar, pues mi padre y yo éramos bastante pobres. Mis estudios pasaron a ser en la noche para lograr terminarlos, cosa que logre hace un mes exactamente.
Los ciudadanos de la colonia latina, la mayoría de la parte adulta trabaja en el subterráneo. Lugar donde están las minas, fábricas, las producciones de grandes negocios y la manutención de las colonias. Mi padre tomaba varios turnos para mantenernos, así que yo debía buscar la forma de cumplir mi sueño por lo que tenía varios trabajos. Uno de ellos era en una cafetería, hoy me tocaba turno.
—Buenas. ¿Qué se les ofrece tomar?
—Quisiera un jugo de Adol bien frío, por favor. ¿Lee?
—Lo mismo, gracias
—¿Claro enseguida, algo más?
—No gracias.
Asiento con la cabeza y me retiro a buscar lo pedido. En lo que estoy manos a la obra se me acerca Berén la chica que hace el turno conmigo.
—Son guapos los chicos. ¿No?
—¿No sé, creo que sí?
La realidad, había uno de ellos que me atrajo, de vez en cuando nuestras miradas chocaban y él sonreía.
—¡Ay! Tú siempre igual, es que piensas quedarte sola por siempre.
—¡No! Quiero nada más terminar mis estudios. —En lo que preparamos los pedidos vemos entrar a dos chicas, las cuales son muy guapas y asiáticas, igual que ellos. Ese era uno de los impedimentos para cualquier cosa entre él y yo, la colonia asiática permitía a cada familia escoger sus costumbres en el hogar.
>> Y la mayoría querían mantener su legado. No era la única colonia así, en la europea también había estas creencias por decirlo de alguna forma. Sonreí para mí misma, siempre tuve claro que era mejor ni pensarlo.
—Con permiso, aquí está su orden. —Colocando la bandeja entre mis brazos—. Van a querer algo las damas.
—Claro queremos té de hierbas verde por favor.
—Lo siento en estos momentos no tenemos, puedo traerles otra cosa.
—Ves, es por eso por lo que no soporto venir a esta colonia, nunca hay nada.
—Akina compórtate, gracias, señorita, pero ya nos vamos.
Asentí con mi cabeza y fui detrás de la barra, la verdad me había molestado la actitud de esa chica o era la manera en que tocaba al chico nombrado Lee. Sacudí mi cabeza y seguí en mi trabajo tratando de ignorar algo que se había encendido en mí. Al rato escucho su voz.
—Voy a pagar. —Lo miro y le digo la cantidad—. Perdona lo de ahorita.
—No hay problema.
Le di media sonrisa, el pago y abrió la boca varias veces, pero nunca dijo nada. Solo me miro y lamió sus labios para luego irse con la cabeza gacha como pensando. Esto me extraño, sacudí mis hombros y fui a limpiar su mesa.
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—¡Estoy en casa!
—Ah qué bueno, que tal el trabajo.
—Bien papá, me baño y salgo para mi otro trabajo.
—Vas a casa del señor Kim Yoon Jim.
—Así es, tengo que limpiar su estudio y devolverle un libro que me dio para estudiar.
—Mi pobre niña, sufro viendo como tienes que trabajar.
—Está bien papá, debo pagarme los estudios y además ayudarte.
Soltó un suspiro.
—Algún día hija, ya no viviremos de esta manera.
Le sonreí y me acerqué a abrazarlo.