Evolución

Entendernos

Alexa

—Alex tú no me das asco. —Lo miré asombrada—. 
No soy un hipócrita con respecto a mi familia, vine a vivir aquí para huir de sus costumbres y poder estar con quien quiera. Y sí, estoy molesto, pero con tu madre por manejarnos sin permiso.
—Lo sé, todavía paso por esa etapa, pero Dael me dijo algo real, nuestro mundo está muriendo, nuestras posibilidades son cada vez más bajas. Si al ser de este modo podemos encontrar alguna salida, pues lo haré. En cuanto a lo nuestro, ya te dije que me alejaré.
—¿Y si no quiero?
—¡¿Qué dices?!
—Sé que quizás lo que viste en ese lugar te hirió mucho, pero créeme, es solo para desahogarme y tratar de olvidarte. Alexa, desde que yo te vi me gustaste de inmediato, he luchado desde ese día. Me estoy ahogando en deseos de tenerte entre mis brazos.
—Normal, está en tu genética sentirte de esta manera.
—No, es algo más. Yo no soy una gran opción para ti por cosas en mi vida que son complejas, sin embargo, no puedo más, te necesito, entonces por qué no ceder e intentarlo.
—¿Qué bien nos va a hacer eso? Somos de distintos mundos y, además, hasta los otros días me tratabas mal y ahora me quieres (?)
Se me acerco y mirándome a los ojos.
—Te trataba mal porque quería alejarte de mí, no devolví tu beso porque fui un estúpido, confundido. Porque jamás me he fijado en alguien menor que yo. Y que esa persona, voltee tu mundo al revés, no es agradable. No entendía que era esa atracción sin sentido, ese deseo por profanar tu cuerpo. —Me puse roja y tragué en seco—.  Y, además estaba desconcertado, pues miro tus ojos y no sé lo que piensas.
—Creo que estamos iguales.
—No, no entiendes. Desde que descubrí lo que soy pude ver porque tengo… Habilidades. Yo tengo una buena audición, superior a la normal y, además, si miro a tus ojos puedo ver qué piensas.
—¡¿Me hablas en serio?!
—Si y hasta los otros días podía saber tus pensamientos, pero has creado alguna barrera.
—No será porque somos pareja… digo… almas gemelas o que sé yo.
—Puede ser, la verdad es que la única forma que podemos saberlo es intentando esto.
Nos señala y trato de virar mi rostro para que no advierta lo roja que estaba. Error, en dos segundos tomó mi mejilla en su mano y me hizo mirarlo. Al momento unimos labios y todo se perdió, no sabía ni siquiera donde estaba.
Él me cargo en su cintura y entramos, nuestros besos eran cada vez más intensos. Me dejaba respirar y no podía entender por qué mi mente estaba pérdida y mi cuerpo sumido en un calor electrizante. Sentía que me quemaba y solo su piel y labios bajaban en algo esa intensidad.
—¡Wow! —Unió su frente con la mía cerrando sus ojos—. Nunca había sentido tanta intensidad en un beso. —Acaricio mis labios—. Has tenido un buen maestro.
—Sí... Tú.
—¿Qué?
—Eres mi primer beso.
—Pero lo haces tan bien.
—¿Eh? Quizás tenga que ver con que estamos hechos el uno para el otro. —Él sonrió y acaricio mi cabello—. La verdad sea dicha, necesito más que besos, mi piel arde.
—Entonces tú también lo sientes, ese deseo que nos consume. —Me hizo sentir su excitación y no pude evitar suspirar asustada, de lo cual él se rio. Nos colocó frente a la chimenea y me sentó en la alfombra. —Necesito encender la fogata, aquí hace frío en las noches, toma esto y cúbrete.
Asentí y salió a buscar leña, no demoro mucho, enseguida la encendió. Luego fue a hacernos chocolate, en todo ese tiempo un pensamiento me rondaba. He visto vídeos de sexo, así que no me asusta o quizás sí, no lo sé.
Era más mi miedo a enfrentar un hombre experimentado. Al final cuando me entregó la taza, agradecí y solo lo miré en lo que bebía. Cuando termine estaba decidido, así que me acerque y tomé su taza colocándola a su lado. No lo pensé y volví a besarlo, se resistió un poco, pero al final logré llevarlo a donde quería.
La noche fue larga, empezó con dificultades, sin embargo, una vez que sobrepasé la barrera del miedo y dolor, me solté a esa nube de lujuria. Digamos que éramos como conejos, no nos detuvimos, agotados caímos dormidos.
Sin embargo, en cuanto nos despertamos estábamos de nuevo llenos de deseo. Será que nunca íbamos a detenernos, debíamos beber líquido y comer.




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