Evolución

El acuerdo

Luego de saludar a Anjil nos sentamos y comenzamos a hablar de que deberíamos hacer, como podríamos ayudar. Al principio solo estábamos de acuerdo en que algo debíamos cambiar, pero como y cuando era lo difícil, solo sabíamos que la respuesta estaba afuera, todos sentíamos como lo desconocido nos llamaba.

También concluimos en que necesitábamos un equipo de profesionales porque, aunque ya teníamos un biólogo ingeniero precisábamos otros dotados en campos como tecnología, geología, arqueología y demás. Sin contar de qué hacían falta fondos para poder valernos por nosotros mismos sin gobiernos incluidos. Debíamos al menos, los que aún estudiábamos, terminar y superarnos aún más en nuestras carreras escogidas.

Únicamente había una persona con la que podíamos contar, el señor Kim. Así que los elegidos para esa misión de convencer al hombre eran Lee y Dael. Nuestro límite era de tres años no podíamos pasarnos de ahí, para mí sería casi imposible, pues soy la más atrasada, no obstante, debía hacerlo. Iba a ser un tiempo no solo de estudio sino de entrenamiento y probar nuestras habilidades hasta el límite.

Nos despedimos, mientras los chicos tomaron su auteco, Lee me ofrecía el casco.

—Y bien hermosa, sabes que no hay clases esta semana.

Lo miré y mordí mi cachete para no reírme.

—Lo sé, pero tengo trabajos que hacer.

—¿Y si me ofrezco como ayudante? —Su sonrisa era maliciosa—. ¿Aceptas pasarte esta semana conmigo?

Respire.

—Eso depende del paquete vacacional que me estén ofreciendo.

Mostró una sonrisa de lado.

—Ofrezco ayuda con los trabajos, además de un servicio de caricias y besos en cantidades.

—¡¿Nada más que eso?!

—Estás segura de que, yo fui tu primera vez, eres bastante peligrosa sabías.

—Lo siento por eso, no tengo culpa de que mis hormonas estén en alerta, todo el tiempo que estás cerca.

Lee comenzó a reír a carcajadas y me abrazo.

—Lo dicho mi chica es una depredadora sexual.

—Bien pues… —Me miré las uñas—. En ese caso solo dormiremos y callaremos. —Me puse el casco—. Vamos yo manejo.

— Tú no sabes manejar ni la dirección de la casa, además de que, dormir y callar, en tus sueños nena.

—Te muestro que aprendo rápido.

Me miro con curiosidad, se puso su casco y montó detrás aferrándose a mi cintura, bien pegado.

—Adelante muñeca. —Sonreí y arranque, salimos a toda velocidad, había memorizado la ruta sin problema por el olor, así que estuvimos allí en nada—. Okey estoy impresionado, como lo hiciste.

—El olfato.

—¡¿Cómo?!

—Estoy segura de que todos podemos hacerlo, nada más necesitan practicar.

Coloqué el casco en la moteco y tomé camino a la cabaña, él venía detrás. Antes de poner mi pie en la subida, me cargo como saco de papa y corrió adentro conmigo gritando y riendo. Debo decir que, nuestro tiempo junto fue interesante, nunca había tenido este tipo de interacción tan profunda con nadie.

Nos conocimos, nos enamoramos y poco a poco, fuimos enseñándonos algunos trucos de nuestras habilidades, como el de usar su olfato. Lo ponía a prueba con olores y sabores, haciéndole maldades de vez en cuando. Él me enseñaba a cocinar, casi incendio la casa, menos mal que estaba cerca.

—¿Qué quieres comer hoy pequeña?

—Sorpréndeme.

—Okey.

—Lee… cuéntame tus defectos.

—¿En serio?

—Sí.

Respiro y pensando respondió.

—Soy muy malo en controlar mi enojo, cuando llego a ese estado, no importa quien este delante, no me detendré hasta haberlo sacado todo de mí. Odio que me adulen y que abusen, de mi confianza.

—No que todos pensamos igual en ese punto.

—Si puede ser, pero yo no perdono, mi padre me crio así, nada de perdonar.

—Okey, ya veo porque no tienes novia, a pesar de ser el chico de los sueños. Eres tenebroso, solo hay que verte la cara que pones.

—¡¡¡Culpa de quien será!!!

—¡Wow, Wow! ¿Noto cierta tensión y mal humor, alguien está reclamando?

—Perdón, pero tu madre me hizo exclusivamente para una mujer y en eso no fallo. —Vino hasta mí y yo crucé mis piernas en su cintura—. No es que ninguna mujer no quisiera quedarse conmigo. Era yo quien las alejaba solo esperando por ti.

—Bueno… hay algo que puedes agradecerle a “mi madre”. Es que has tenido todas las mujeres que has querido.

—Alguien está celosa.

—Puede ser, necesito pruebas de que alguien únicamente me pertenece.

—Creo que debería probártelo alrededor de toda la casa.

—¡Hum! —Alguien tosió y miramos en la dirección—. Piensan que puedan dejarlo para después.




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