Analise.
Tome la manija de la puerta, la giré y salí. Era de noche. La brisa fría acompañaba la fuerte tormenta eléctrica que caía sobre el pueblo, miré hacia los lados y solo había un auto al final de la calle.
Esperé a que Sam saliera pero después de unos segundos se oyeron gritos, era su voz, eran sus súplicas, era ella, ella me ayudó a escapar y yo era una cobarde que se quedo oyendo como la arrastraban a lo qué seguramente sería su final.
-¡¡¡Ana!!! -su voz desgarrada me hizo saber que no podía irme y dejar a alguien como ella que se se arriesgó para que yo pudiera salir
Reaccioné, tarde, volví a entrar ahí.
Quería que la soltaran y si era posible que se fuera conmigo ya no era justo lo que estaban haciendo.
Mis ojos enfocaron a Sam justo en el momento donde le golpeaban la cabeza, vi como me miró susurró algo y segundos se desmayó y un fuerte golpe resonó cuando cayo al suelo y su cabeza comenzaba a sangrar.
Dos hombres rápidamente se encargaron de levantarla y llevarla en brazos por el mismo camino que habíamos recorrido para huir.
Samantha Watson, con 24 años prácticamente fue secuestrada por un grupo de hombres peligrosos en todo el sentido de la palabra. Aquel grupo de hombres era dirigido por El Dragón, uno de los mafiosos más buscado de toda Italia, dedicado a la compra y venta de drogas y otras sustancias ilícitas, por los bajos barrios de L' Aquila se rumoreaba secuestros y según los últimos reportes en las noticias también trata de blancas. Y mi tío estaba relacionado con El dragón.
Después de ver como se llevaban a Sam vuelvo a salir a la calle y ahora sí empiezo a correr mientras los latidos de mi corazón se aceleran a tal punto que después de dejar a los hombres y a Abdiel atrás necesito una gran cantidad de agua, veo la botella de agua que me dio Sam y en mi cabeza juró volver por ella, viva o muerta. Había pasado aproximadamente una hora y media desde que Abdiel me había vendido al tal Daniel. En el fondo siempre supe que él nunca me quiso pero nunca esperé que llegara a ser un hombre sin sentimientos a tal grado de vender a su única sobrina, ahora en mi mente siempre recordaré sus actos, sus palabras y ruego para que algún día se arrepienta de todo lo que hoy me a hecho.
"Vamos Ana, tu puedes..."
Me repetía en mi mente una y otra vez.
Llevaba diez minutos corriendo y mis pies no daban para más.
Las calles alumbradas llegaron a su fin y dieron paso a la calle de bares, o como todos le llamaban La casa de los borrachos, esta calle tenía una leyenda muy desagradable, por así decirlo. Pero no quiero recordarla hoy. Hombres de este y otros pueblos se juntaban aquí y solo si a la mañana siguiente amanecían aquí era porque le fueron infieles a sus esposas o les hicieron una ofensa y el enojo era muchísimo.
Perooo, obviamente no me quedaría donde había más de un hombre ebrio que se me podría acercar con intenciones ocultas y terminar como una regalada sin dignidad.
Seguí caminando.
-¡¡Oye, esperamos mamita!! .-Grito una voz gruesa.
Pege un brinco y volteé a ver a el hombre que hiba con otros dos que venían tambaleándose.
-¡Juan, no ves que esta perdida!! .-Le dijo otro al tal Juan, por un momento pensé que era diferente pero con una risa burlona gritó.- ¡Preciosa, ven aquí, te ayudaré a dormir y también te doy lechita caliente.!
Los tres se partieron de la risa, y como no, no era precisamente leche de vaca lo que me quería dar.
En ese momento me odié a mi misma por quedarme parada a ver que querían. Di media vuelta y seguí corriendo a mi destino. Pero no duró mucho. Una camioneta negra con un gran logo de Dragón rojo paso por la calle de enfrente. Me entró el miedo y corrí detrás de unos contenedores de basura, guarde silencio mientras miraba de reojo y puse mi oído como vecina chismosa.
-Búsquenla, solo es una chica, no puede haber ido lejos. -se oyó un pequeño silencio y después la misma voz gritó.- ¡¡Muevanse!!
Ese hombre tenía razón, yo solo era una chica pero era la chica que no encontrarían. Como alguna vez escuché: Situaciones desesperadas, medidas desesperadas.
Tome la tapa del contenedor y entre ahí, aunque olía horrible, me hice ovillo y tome una bolsa algo pesada y me la puse encima. Las arcadas me atacaron ya que dentro de la bolsa probablemente algo se habia caducado, con gran dolor me tape la boca y trate de regular mi respiración.
-Señor, unos hombres la vieron por allá.-dijo alguien que supuse era uno de los mafiosos.
-¡Ya oyeron, muevansé!-Espetó él que dijo que solo era una chica. Al parecer muevansé era su palabra favorita.
Se oyeron pasos y después el sonido de puertas cerrándose, luego rujieron los motores y después reino el silencio. No sé cuánto tiempo pasó pero salí del contenedor y me arrastre a una esquina para ya no respirar eso que se había podrido. Y después segui mi camino.
...
Me dolían algunos huesos ya que mi cama no era exactamente la más cómoda, ni estaba rellenada con el material más suave del mercado, pero aún así corrí hacia el único lugar que podía ir, en el que un día tuve la esperanza de crecer y no me fue permitido, corri hacia el hogar en el que vivía la persona más importante de mi vida y posiblemente también me ayudaría para no quedar en la calle. Podría estar lejos pero llegar no era imposible, quizá iba a estar corriendo toda la noche y también la madrugada pero sabia que mis piernas aguantarían, una parte de mi corazón confiaba en ella y presentía que su amistad era sincera. Aunque me haya abandonado ahí.
Ahí.
Entre calles apenas iluminadas por viejos faroles y callejones oscuros encontré un pequeño espacio para dormir, llevando siempre conmigo una bolsa donde guardaba todo lo que Samantha me había dado, cosas como comida, agua, y...¿velas?parte de otra en la que llevaba unas cuantas mudas de ropa.