Ex Mortis

EPILOGO.

«Altair»

Estoy parada en la calle, afuera del hospital de general, la primavera empieza a desaparecer dando lugar al verano, el calor no es muy fuerte, había estado acostumbrada a temperaturas más elevadas, así que no me causa mayor problema. Después de la muerte de Caín y Abel todos regresamos a ver lo que la ausencia de los hermanos causaría en el mundo. En primera el refugio subterráneo en la catedral de Santa María de Fiore desapareció, por suerte los que vivían dentro pudieron salir antes de que todo colapsara, tuvieron que regresar al mundo exterior y tratar de vivir como antes lo habían intentado, a algunos les recomendé que fueran a pedir asilo a la corte de los milagros, no todos accedieron. La muerte de Caín fue muy llorada, era un gran líder, sí, con un pasado difícil, pero la persona a la que conocimos no era ese asesino envidioso que todos cuentan, aún seguimos llorando su muerte.

            En cuanto a mí, bueno siempre fui una nómada y ahora estoy viviendo con Tony en su club, al principio fue raro, me fui adaptando poco a poco y con algo de esfuerzo estamos renovando ese antro de mala muerte en algo más decente; gracias a que las puertas del infierno y del cielo se han vuelto a abrir tenemos nueva cantinera, una demonio bastante atractiva que parece no tener problemas con mi naturaleza híbrida; y hablando de eso, bueno, Lucifer y Tyra viven en el infierno, Tyra es quien se toma unos días para convivir con su nieto que quedó huérfano, se quedaría en la tierra todo el tiempo con él, pero los asuntos diplomáticos están haciendo que ella tenga que ir como la señora del dueño del infierno a aclarar cosas, dejando al pequeño Oriel en manos de su hermano Ragnar quien parece fascinado con la idea de cuidar al pequeño. Con respecto al cielo, este sigue siendo gobernado por Leo en representación de Fiore y Zanza en representación de Hariel hasta que Oriel tenga edad para hacerse cargo, sus muertes siguen siendo recordadas y es algo que causa aún meya en Tony, un tema algo delicado y que claramente tardará en superar, sigue sintiéndose culpable de lo que ocurrió con ellos.

            Mientras Caipora es el nuevo “Caín” se ha encargado de los refugiados, de mantenerlos a salvo y ha formado un grupo de mercenarios, de alguna u otra forma están ganándose la vida los pocos que aún quedan con la marca de Caín, no sé si eso siga funcionando, después de todo Caín ya está muerto, pero ellos siguen actuando con la confianza de sentirse aún protegidos por su bendición.

—Disculpa la tardanza— veo llegar a Asmodeus con bastante calma como si no tuviera prisa por llegar a la cita que el mismo insistió en hacer.

—Mira, no tengo problema en que me hayas hecho levantar temprano, con lo que tengo problema es que llegues tarde y a parte no me digas porque estoy aquí parada como estúpida— lo veo desaprobando su comportamiento, además no sé cómo por que acepte esto si ni siquiera lo considero cercano.

—Creí que al ser tu quien me donaste esto— muestra la moneda que le di hace un par de años— te daría el privilegio de saber que haré con ella— la gira en el aire y la vuelve a cachar con maestría. Me quedo sin entender como por qué quiere que yo sepa lo que hará con ese “deseo”.

—¿Y eso a mí que chingados me importa? — me cruzo de brazos mientras refunfuña y pone los ojos en blanco.

—¿Es en serio? Creí que estarías más emocionada— Asmodeus con una rabieta me ve desilusionado.

—¿Qué pediste? viejo amigo — Finjo interés para que esto termine lo más rápido posible y de nuevo el júbilo regresa a su rostro lo veo jugando con la moneda y cuando me la da siento que esta ya carece de la esencia.

—Encontrar a una vieja amiga— me dice con emoción y entra al hospital con la familiaridad de quien trabaja ahí, nadie lo detiene y trato de ir a su paso para que no lo hagan conmigo.

            Caminamos por los pasillos, pasamos enfrente de los consultorios donde la gente espera su turno, subimos escaleras y de repente estamos frente al área de maternidad, específicamente ante un vidrio donde están las incubadoras, el lugar está lleno de bebés de todos los colores, veo a Asmodeus que parece un padre orgulloso buscando a su bebé, de repente se acerca a la puerta y entra como una enfermera más.

—¡Oye! ¡No puedes hacer eso! — le digo en voz baja como si no quisiera que nos descubrieran ya que entro junto con él.

—Ponme a prueba— lo dice a modo de reto importándole poco lo que le puedan decir. Cierro la puerta detrás de mí y veo a los bebés a nuestro alrededor, algunos empiezan a incomodarse con nuestra presencia, principalmente, la de él. —¿No han pensado tener hijos tú y Tony? — Su pregunta me hace sonrojar y me quedo por un momento sin nada bueno que decir.

—Creo que no venimos a hablar de mi vida personal ¿sabes? — sigo caminando detrás de él mientras parece buscar entre los recién nacidos algo.

—¡Ajá! Aquí estas— los chillidos de una criatura lo hacen girar y darse cuenta que era lo que buscaba, la toma en brazos y la levanta, su mantita rosa me hace pensar en que es niña, en cuanto la bebé está en sus brazos encuentra consuelo y su llanto es silenciado. Me acerco con curiosidad mientras Asmodeus la ve con atención y fascinación, se da cuenta de que sigo aquí y decide presentármela. —Altair… ella, ella es Florence…— no despega la vista de la pequeña que tiene un pequeño mechón rojo apenas formándose en esa cabeza de infante.

—¿Florence? — me siento confundida, ¿usó la esencia para encontrar a una bebé? ¿Qué demonios le pasa a este tipo? ¿La quiere para algún ritual?.




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