Ex y algo más

CAPÍTULO 03

—Clara, ¿te has enterado?—Paula, su amiga, siempre efusiva y con una inclinación natural hacia el chisme, prácticamente saltó hasta su escritorio, su energía inagotable irradiando. —El nuevo jefe quiere una reunión. En la sala de conferencias, en diez minutos.

—Pensé que eso sería la semana que viene.

Con un suspiro y un leve ajuste de su falda, Clara reunió sus cosas y se dirigió hacia la sala de conferencias.

Al entrar en la sala, sus ojos se encontraron con Luca, quien ya estaba cómodamente instalado en una silla cerca de la ventana, con esa expresión petulante que siempre lograba irritarla. Otros empleados se distribuían por la sala, conversando en voz baja. Clara se sentó al fondo, deseando pasar desapercibida.

—Buenos días a todos—una voz nítida interrumpió el murmullo. La secretaria, siempre impecable y eficiente, se encontraba de pie al frente de la mesa. —El nuevo presidente quiere darles un mensaje especial

El corazón de Clara se detuvo. ¿Martín? ¿Su Martín? Bueno, ya no su Martín, se recordó a sí misma rápidamente. Cuatro años habían pasado desde el divorcio, pero verlo caminar hacia la sala, tan seguro y sereno, desató una oleada de recuerdos que Clara no estaba preparada para enfrentar.

—Martín Roberts ha tenido una carrera impresionante—continuó la secretaria, enumerando logros que solo aumentaban la sensación de envidia en Clara—. Su liderazgo en TechnoCorp llevó a un incremento del 30% en la cuota de mercado...

Martín escaneó la sala con la mirada, su expresión profesional perfectamente en su lugar, hasta que sus ojos se encontraron con los de Clara. Por una fracción de segundo, pero rápidamente volvió a recuperar la compostura.

—Gracias por la presentación—comenzó Martín, con una voz firme—. Estoy deseando trabajar con todos ustedes.

Clara se removió incómoda en su asiento, haciendo todo lo posible por evitar el contacto visual. Justo en ese momento, ocurrió lo impensable.

Al intentar ajustar su silla, su pie se enganchó en una de las patas, y terminó cayendo hacia adelante de manera desastrosa. La taza de café que sostenía salió disparada de su mano, y el oscuro líquido se esparció por la mesa brillante.

La risa de Luca resonó inmediatamente, aguda y burlona.

—Buena esa, Clara—soltó entre carcajadas.

—Cállate, Luca—murmuró entre dientes, con las mejillas ardiendo de vergüenza. Sus ojos se encontraron con los de Martín, quien apretaba los labios, claramente intentando contener una sonrisa.

Durante un breve instante, sus miradas se cruzaron, y Clara creyó ver algo en sus ojos—¿simpatía? ¿Vergüenza? Lo que fuera, solo la hacía sentir peor.

—Déjame ayudarte—dijo Martín, dando un paso hacia adelante, pero Clara levantó una mano, negándose rotundamente.

—De verdad, estoy bien—insistió, mientras recogía servilletas del centro de la mesa con rapidez—. Puedo manejarlo.

—De acuerdo, volvamos a la agenda—dijo Martín, volviendo su atención al grupo, dándole a Clara la oportunidad de escabullirse sin ser notada.

Clara salió disparada de la sala, con el corazón latiendo a toda velocidad.

Podía sentir las miradas de sus colegas clavadas en su espalda, y escuchar los murmullos apenas perceptibles a su alrededor. Empujó la puerta del baño y se apoyó en el lavabo, respirando profundamente para calmarse.

—Vaya forma de comenzar el día—murmuró, mirando su reflejo en el espejo. Su maquillaje seguía intacto, pero por dentro se sentía completamente descompuesta.

—Solo respira, Clara—se dijo a sí misma—. Es solo un trabajo. Es solo... Martín.

Pero, en lo más profundo de su ser, sabía que era más que eso. Y no tenía idea de cómo iba a manejarlo.

De pronto la puerta del baño se abrió.

—¿Tú, qué haces aquí?

*****

¿QUIÉN SERÁ?




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