Y la lluvia cae
como caen las lágrimas.
Y los autos se paran
y aceleran al ritmo de tu corazón.
Sentada al fondo del autobús,
pienso si en el fondo,
aun te quiero.
Los truenos suenan y resuenan
como una verdad que es evidente.
Estremecen a todos esos pensadores
de días de lluvia,
interrumpen sus ideas;
que, a la vez, se detienen por un instante,
conforme la gente sube y baja del
autobús. Llevándome a pensar
¿no es así la vida? ¿cómo un autobús?
Que abordan y desabordan a voluntad
Y que, nosotros mismos abordamos y
desabordamos con la misma facilidad.
¿no es así?
Y mirar por las ventanillas es más melancólico
estos días,
donde el gris abunda,
asimilándose a esos pensamientos tristes
que todos escondemos.
Y las hojas marrones que se aprecian en los suelos,
me llevan a meditar sobre la niñez que pasó, se secó
con un suspiro, junto con ella se ha ido la inocencia
de esos años.
¿qué hay de la delgada lluvia de otoño?
A veces es tan fría, a veces, no tan delgada,
tan parecida a las lágrimas que algún día lloramos.