JACOB TURNER.
Houston era un pueblo muy pequeño. Pero la gente a veces parecía demasiada. Son esa clase de cosas que uno descubre cuando está sentado junto a Arya Morton y Blair Hoffman, y veinte personas que jamás había visto antes. Sabía que Blair probablemente estaba algo perdida, supongo que compartíamos la confusión. Pero esta vez era diferente, la castaña no aparentaba intentar ocultar el hecho de que realmente no estaba en aquella casa. Parecía estar en otro planeta. Yo también querría estar en otro lugar, esa clase de cosas no se me daban para nada bien, así que ordené y volví a ordenar mis cubiertos para que tengan una simetría perfecta, por otro lado, mi plato de comida seguía intacto, detestaba todo tipo de marisco, y esa era la especialidad del día, aunque ya había intentado digerirlo ─no quería parecer desagradecido─ se me había hecho imposible.
─ ¡Jacob Turner, mi muchacho!─ la voz melódica de James, el padre de Arya, resonó en mi cabeza y me ayudó a poner los pies sobre el suelo de nuevo, lo miré y le sonreí esperando a que continuara─ ¿Qué es lo que le depara a tu familia, tal vez un exitoso abogado?
Reí y me moví en mi asiento algo incómodo por la pregunta, lo observé y me encogí de hombros esperando a que se respondiera solo, la mirada de aquellos señores, tan seria y vacía como sus vidas se vieron puestas en mí como si fuera a ser el próximo en su línea retorcida de malhumorados millonarios.
─ Tal vez es lo que esperan─ respondí acompañado de una pequeña risa.
─ ¡Oh vamos! ¿Un Turner sin planes?─curioseó, agaché la cabeza para pensar mejor mi respuesta y la levanté solo un poco para observar a Arya, ella no me dio respuesta alguna, estaba inexpresiva, como sí de la nada recordara un momento de malestar que la dejó sin ganas de seguir con la velada. Estaba solo y acorralado en preguntas que no podía o más bien no quería responder.
─ Jacob no se siente a gusto pensando en esas cosas─le contestó la pelirroja luego de unos segundos de silencio, yo solo me quedé en mi posición, tal vez era mejor que otro tema surgiera solo y todo siguiera con normalidad, por mis interiores le agradecí a mi amiga que hablara en mi nombre y por otro solo esperaba que la conversación finalizara en aquel instante.
─ Bueno, entonces tú podrías contarme que será del futuro de nuestra familia.
Y esa es la parte en la que todo se va al diablo.
La pelirroja dejó de mirar a su padre para observarme, yo aún tenía mal gusto en la boca por la idea de ser un abogado, y preguntarle a Arya sobre lo que ella sería, era como clavarle un puñal en el pecho.
─ Tal vez sea mejor que hoy cenes con tus amigos─habló. Tomó a Blair de la mano y la levantó de la mesa, seguía igual de perdida que minutos atrás y Arya no le importaba si debía arrastrarla, sólo quería escapar. Yo también me levanté de mi asiento, tomé el abrigo del respaldar y me lo coloqué en el proceso, mientras nos aproximábamos a la salida, la pelirroja se dio la vuelta y finalmente dijo: ─ No se atraganten.
La noche se prestó para darnos lugar bajo la luz de la luna en el jardín de la casa Morton, nos recostamos sobre el césped mojado y no hablamos, el silencio era paz y la paz era lo que queríamos vivir todo el tiempo. Giré mi rostro y observé a las chicas, una más perdida que la otra en pensamientos abrumadores y vidas repletas de discordia. Arya me miró de reojo y se acercó a mí para recostarse a mi lado y contemplar las estrellas.
─ Encontré unas cartas─anunció la castaña, nuestros rostros la buscaron entre la oscuridad de la noche, fueron las primeras palabras que había dicho desde que llegamos, Arya acomodó su falda para sentarse y poder hablar de frente. Yo permanecí en el suelo, esperando a que la tierra echara raíces y me tragara. La paz había culminado y sus ojos flemáticos anunciaban un pesar indescriptible ─ Eran de Emmeline.
─ ¿Estás segura de eso?─cuestionó la pelirroja mientras tomaba mi mano en desespero.
─ Sí, son de ella─señaló, se acercó a nosotros y se dejó caer en el césped, tal vez frustrada, me costaba interpretar sus emociones en un momento así, pero de alguna forma podía comprender la aflicción.
Tal vez debería proponerle gritar, de esos gritos que te liberan. Aunque ni cien de ellos alcanzan.
─ ¿Qué es lo que dicen? ¿Las trajiste? Debemos saber lo que dicen, podrían hablar de su paradero─indicó, Blair no dijo nada, y con eso respondió a todo. Yo no acoté, no serviría de nada mis comentarios. La castaña sacó de su bolsillo un pedazo de papel arrugado y mal doblado, era evidente que se trataba de una de las cartas, se la entregó a Arya sin reproches o excusas. Probablemente prefería que otra voz, tal vez la misma que la tranquilizaría, enunciara las palabras de la desaparecida. La pelirroja soltó mi mano y me observó de arriba a abajo, desplegó el papel y respiró profundamente.
─ Tres de Enero, el mes parece eterno cuando cuentas los días, igual de eternos. Descubrí palabras interesantes en las últimas horas, no sabía que existían tantos sinónimos para decir la misma cosa, para expresar el mismo sentimiento de calvario. Los cuerpos son calvarios, tormentos, penas y torturas. Los cuerpos de las personas a mi alrededor enseñan eso, me pregunto como se verá el mío. Sus pieles dañadas y con cicatrices contienen las historias de las almas en pena. Yo no tengo nada, mi piel está limpia y blanca como la tenía Liam, él me contó lo de la piel, que cuenta tu historia. Él me dijo que la suya estaba destrozada. Pero también me relató sobre una cura que nos ayudaría a ambos, tal vez la pruebe, no quiero tener historia.─leyó, tomó un respiro y volvió a mirarme, comenzó a presionar mi mano y yo decidí levantarme, Blair seguía inalterable. Se levantó del lugar donde se encontraba recostada y se marchó, sin emitir palabra u emoción, no la detuvimos.