ARYA MORTON.
Las paradojas y los paradigmas eran palabras que a simple vista me parecían sumamente atractivas, luego profundizas en ellas y pierden su belleza. Tenía miedo entonces de profundizar en el significado de Blair Hoffman. Su mirada estaba más perdida que de costumbre, se encontraba sentada sobre la orilla del lago Fark y la luz de la luna era muy débil para sostenerse por mucho tiempo, mientras caminaba, el aroma del césped recién regado y del agua sucia se impregnaron en mis prendas y probablemente olería así el resto de la semana. Pisé un par de ramas e intenté no tropezar con nada o que más bien nada me atacara. Jacob me seguía de atrás, a paso lento y algo exhausto por el día. Blair nos miró desde la lejanía y no se movió, solo esperó. Cuando ya estabamos a pocos pasos se acercó a Jacob y le pidió prestado su abrigo, él me observó confundido y se lo tendió sin hacer muchas preguntas. Realmente no hacía frío, Turner había llevado su chaqueta porque no se sentía a gusto con enseñar sus brazos. Parecía chiste que el fortachon de la clase tuviera complejos con ello, pero tampoco lo juzgaría, estabamos en un pueblo muy pequeño donde la gente hacía de los problemas ajenos algo muy grande. Tal vez demasiado.
Ella abrió la chaqueta y la tiró al suelo, se arrodilló y estiró cada extremo para luego sentarse sobre ella. Jacob volvió a mirarme, esperando a que le diera algún indicio de lo que estaba pasando, pero sólo respondí encongiendome de hombros, porque estaba mucho más confundida que él. Le dí vueltas a la situación y concluí que ya nada tenía sentido en la vida de Hoffman, me senté a su lado, le tendí mi bolso repleto de teorías, algunas más alocadas que otras, pero ella las apartó y susurró algo indescifrable. Creo que mi silencio le comunicó que no comprendía lo que sucedía, y giró su rostro para observarme de frente. La suave luz dejó que apreciera lo exhausta que estaba, pero no era la clase de cansancio que Jacob o yo teníamos, era uno que ya tenía mucho tiempo. Sus ojeras no eran profundas, pero estaban marcadas como si fueran parte de las líneas de su cara, sus ojos almendra ya no podían decir nada, estaban vacíos de todo y llenos de nada. Sus mejillas y nariz ya no tenían ese leve color rosado y ni hablar de sus labios, que parecían sin vida. Entonces sentí un nudo en mi estómago al intentar siquiera imaginar el rostro de Emmeline Hoffman en ese preciso momento. Compartían la misma sangre y el rostro de Blair parecía muerto, entonces miles de imágenes, una en peor estado que la otra me atacaron y el impacto fue tal que creí vomitar en cualquier instante. Imágenes de una niña sin vida, bajo tierra o su cuerpo tirado por algún lugar del bosque, su rostro expuesto a la naturaleza, insectos y otros animales terminando de destrozarla, o simplemente descomponiéndose y haciéndose parte de la tierra donde la abandonaron, torturada e inconsciente, eran ideas que atropellaban y daban ganas de gritar. Cualquier destino que recorriera mi mente terminaban en la agonía y comenzaba a creer que la situación podría irse de mis manos.
Yo no era nadie para Blair Hoffman hasta que intervine en su vida y la ahogué en preguntas, hasta Jacob estaba aterrorizado porque desconocía a que nos iba a llevar la exhaustiva investigación de la desaparición de Emmeline. Encontrarla se había vuelto mi meta y había hecho de mis amigos parte de ella sin preguntar, supongo que no les había dejado opciones, pero en cierta forma la debilidad de Blair Hoffman me llegó a parecer patética, y me causó rabia. ¿Cómo la hago despertar si insiste en seguir dormida?
Me senté a su lado y de mi bolso saqué las anotaciones que Jacob y yo habíamos realizado la última semana, la castaña me evitó con la mirada y le tendí los papeles de todas formas. Ella me observó, como esperando a que yo terminara con esto sola, pero no iba a ser tan sencillo.
─ No puedo más, Arya─habló con la voz quebrada, reteniendo el llanto.
─ ¿Qué no puedes? ¿Qué te detiene?─respondí.
─ No sé donde está Emm, siento que jamás lo podré saber, maldita sea, todo es tan confuso, de pronto hasta Karla parece más cuerda─sus palabras salían como podían, algunas con más energía que otras. Tomé su mano y la obligué a mirarme, las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro y su respiración comenzó a dificultarse.
─ Dudo que Karla esté loca, tal vez si nos dices qué es lo que ha dicho, podamos acabar con esto pronto. Sabemos cosas, Blair, no sabemos si son reales, pero son mejores que nada─hablé, no dejé que diera respuesta, solté su mano y tomé uno de los papeles─ Blair, quiero que me escuches.
Bajó su mirada y observó sus manos, Jacob luego de haber permanecido de piedra un rato, se sentó a su lado y la rodeó con su brazo, obligándola a que lo observe a los ojos antes de que la luna se apagara aquella noche.
─ Blair, Arya y yo creemos que lo que le paso a Emm fue planeado, y tenemos una teoría─su voz fue suave y dulce, amortiguando el golpe de alguna forma logró que Hoffman no se desesperara y dejara de llorar.