Capítulo 4-A

Albus entra a la comisaria primero, seguido del comisario, el cual no está muy contento de haber regresado a trabajar en el turno nocturno, mas no hace escandalo por ello. Linda va junto a ti, pero se te separa al instante que llegan a la oficina, apurada en recoger algunos documentos del escritorio.

–¡Buenas noches, Lector/a! –emite Pedro, el cual se ve mucho más energético que de costumbre.

–¡Detective! ¡Me da gusto verlo mucho más despierto! –Eso hace que el mapache se sonroje un poco, para luego ambos ver pasar a un lado a Linda, la cual saluda muy cordial al mamífero.

–¿Pasó algo? ¿Encontraron testigos? –cuestiona tu superior, a lo que respondes sin dejar de ver a Linda, extrañada.

–Sí, algo así. Sólo un joven que cuidaba la casa de los Marina, aparentemente.

–¿Cuidaba? ¿De qué?

–Justo de eso nos vamos a enterar –comenta Linda sin mirar atrás o detenerse.

–Me encantaría escucharlo. –Pronto, ambos se acercan a la pizarra polarizada de la sala de interrogación después de la mitad zorro, en donde Eliazar es interrogado por Albus y Keneth. Ambos hacen el clásico papel del «policía bueno y malo», al cual el lobo interpreta demasiado bien, cosa que hace reír un poco a Pedro.

–¿Fue dominado? –pregunta el mapache a Linda, viéndola con cierta desaprobación.

–Sí, es más efectivo así –responde la mujer sin ver al detective, cosa que le hace al sujeto expulsar aire en desaprobación y denegar con la cabeza, dirigidos sus ojos al interrogatorio de nuevo.

–No sé qué piensen en Angraterra de eso, pero aquí en Mozhikon ya no es tan bien visto. Es legal, pero puede meterlos en problemas con algunos humanos.

–El detective lo sabe y tomará los riesgos si eso nos hace llegar al criminal. Ustedes han tenido el caso por más de seis años y siguen sin encontrar nada. A veces estas situaciones requieren de medidas más extremas. ¿No lo cree, Pedro? –cuestiona Linda al dedicarle una mirada de furia, algo que no entiendes del todo, pues no sabes a qué se refieren con exactitud, pero estás consciente que se trata de algo que involucra traspasar limites íntimos de los demás a como te dieron entender antes.

–Entonces, Eliazar. Si tu eres una bestia diurna, ¿por qué el señor Henn te pondría a cargo de eso? –preguntó Albus, insinuándose al chico.

–¿No puede hacerlo sin restregarle el miembro en la cara? –pregunta Pedro, molesto.

–Nosotros no cuestionamos sus métodos, detective. Absténgase –responde Linda, ambos sin verse el uno al otro.

–No, fue Robbie quien debía hacerlo. –La confesión de Eliazar extraña a los presentes, retomado el interrogatorio por Albus.

–¿Quién es Robbie?

–Mi ex novio. –En eso, los policías que estaban dentro de la sala con el suricato se voltean a ver, extrañados. –¡Es en serio! Él es un murciélago y es muy problemático, por eso su mamá lo mandó con el señor Henn para que lo pusiera a hacer algo de provecho. El es mayor y no estudia, es… medio vago. Sólo no digan que dije eso –expresa el chico, tímido y algo arrepentido de eso.

–Muy bien, hijo. Te creemos. Llama a tus padres para que vengan por ti. Por ahora sería todo, pero no andes haciéndole favores a nadie. Menos en lugares peligrosos como ese. Iremos a ver al juez de barrio para platicar sobre esto –explica Keneth y le quita las esposas, guiado por él hasta otro policía que lo llevó a los teléfonos, dirigido ahora el comisario hacia ustedes.

–¡Buen trabajo, jefe! No pierde el toque.

–Gracias, Pedro. ¿Aprendiste algo? –Te pregunta el hombre de piel oscura, cosa que te deja sin palabras.

–Sí. Creo que hay que ser más asertivos en las preguntas. Más bien, saber qué preguntar.

–No es tanto eso, sino dejar que el sospechoso te guie hacia lo que quieres saber. ¿Qué deseas saber? Lo que oculta. Es algo que te enseñaron en la facultad, pero aquí verás como de verdad se trabaja en ello. Albus es bueno para eso, dicen en Angraterra –agrega Keneth al llegar el lobuno.

–A big lie. Influyó mucho mi esfuerzo posterior. –Eso provoca una expresión de enfado en Pedro, para luego Keneth tomar la palabra.

–Bien. Espere a que el joven se vaya con su familia, Pedro. Los demás será mejor que descansen y mañana visiten al señor Henn. Me sorprende que siga comprometida, Lector/a.

–En realidad no fue tanto así –agrega Albus, lo que te extraña–. Se quedó en el auto y vio otra cosa sospechosa mientras estuvo ahí. También quiero investigar a Hermet Moreno por eso.

–¿Hermet Moreno? Estuvo involucrado en el asesinato de Caddace Marina. Creo que tenía algo que ver con la madre –explica Pedro, a lo que Keneth se sorprende.

–Olviden lo que dije. Será mejor que ayuden a Pedro a encontrar esa información e investíguenla de inmediato. Por su parte, Lector/a. Le invito a ser más proactiva en todo momento. Si no da su cien, se quedará en el escritorio para siempre. ¿Queda claro? –Asientes ante eso, provocado que el comisario se retire, para luego Pedro llevarlos al almacén de la comisaria, sacadas cajas donde tienen información de casos de hace seis años y llevadas hasta sus escritorios.

En eso, ves cómo la familia de Eliazar llegan por él. Antes de irse, el joven voltea a verte y te dedica una mala mirada, para luego voltearte el rostro. Una parte de ti siente molestia por ello, mas es mayor la indiferencia.

–Bueno, necesitamos revisar todos estos archivos hasta encontrar el que tiene las grabaciones de Hermet Moreno en el caso de hace seis años –dice Pedro con una expresión que denota lo agotador que eso será.

–¿No las clasifican por caso? –cuestiona Linda con una cara de pocos amigos y un tono de molestia.

–Hay muchos casos en esta ciudad, señorita. No tenemos mucho tiempo para este tipo de cosas. Si les sobra a ustedes, los invito a hacerlo –responde el detective con el mismo tono, a lo que Albus interrumpe.

–Por favor. Estamos en el mismo equipo. Hay que concentrarnos en encontrar al asesino. Tratemos de llevar la fiesta en paz –menciona el lobo, para luego voltear a verte–. Lector/a, son muchas cajas y demasiados archivos. ¿Gusta ayudarnos de este lado o quisiera echarle la mano al detective Pedro?