Leah
Si, tal vez el regalo de Summer se esté cumpliendo
O tal vez es otro de esos chicos que quieren burlarse de mí
El me echaba ojeadas, mientras que una Summer muy feliz estaba haciendo unas ridículas coletas en cada lado de su cabeza.
Simplemente veía a la mesa, a las paredes o algún punto lejos de su profunda mirada gris como si sus ojos quisieran llegar a lo más profundo de mi alma y saber mis mayores temores y usarlos en mi contra para…
--Leah—alguien me llamo de repente, di un respingo cuando vi a la profesora de matemáticas enfrente de mi-- ¿Leah, quieres decirme el ejercicio B?
Negué rápidamente, escuchando algunas risas—entonces preste atención.
No dije nada y me concentre en la clase. Una hora y veinte minutos después estaba caminando por los pasillos para llegar a la oficina de mi Psicóloga Samantha, cuando un chico de pelo negro se plantó en mi camino
Era Evan, el chico de cafetería, el de pelo negro largo y lacio que le llegaba a las orejas, increíbles ojos grises, cejas pobladas, mandíbula marcada y una altura de 1,85 que me hacía ver diminuto a su lado, no era como en las películas o libros que siempre son musculosos y espalda ancha. Evan no era así, era flacucho pero parecía tener fuerza
Aparte la vista de inmediato viendo hacia los lados asegurándome que ningún supervisor este vigilando, porque si nos llegaban a ver estaríamos en problemas.
--¿Qué haces aquí, sabes que podrías meternos en problemas?—susurre aun con la vista en el suelo.
--Encontré algo y tú eres la única cuerda en este lugar—dijo también en un susurro ronco que me hizo estremecer
Aja, si claro y mi mamá era Selena Gómez
--¿Qué hallaste?—pregunte porque de algo me caracterizaba era muy curiosa
--No te lo voy a decir, necesito que te unas conmigo—se acercó más y mi cuerpo comenzó a temblar—este lugar guarda muchos secretos… ¿recuerdas a Charlotte?
¿Quién no recuerda a Charlotte? la chica que desapareció hace más de un año, estudiaba aquí y se decía que estaba un poco loca, pero era una leyendo en el instituto Andrade
La academia Andrade era conocida como una institución que acoge a niños y adolescentes, de la calle, sin padres o tutores legales. Cuenta con educación básica, alimentación, sesiones psicológicas y te proporcionan casi todo lo que necesiten, en conclusión es mejor que la calle o una casa hogar donde solo te tienen por el cheque que te da el gobierno por cuidarlos.
Además después de la noticia de Charlotte se dice que nos es muy confiable y por eso cuando hay un suicidio la policía nunca se entera ya que la directora jamás los contacta y si es que lo descubrían el cuerpo y las evidencias ya no estaban.
--Sí, claro.
--Pues creo que halle una pista—levante la vista de golpe, al mismo tiempo que Evan se quitaba los mechones de cabello que caían rebeldemente en su cara revelando que tenía un ojo morado
Abrí mucho los ojos, abrí la boca para preguntar pero él se adelantó—Me lo hicieron porque me encontraron en la puerta del pasillo cinco, estaba por entrar porque el cuarto emanaba un olor a muerto.
El pasillo cinco estaba prohibido para todos hasta para los profesores, los únicos que tenían acceso eran los supervisores y la directora
--L-lograste ver algo
--No, pero si trabamos juntos tal vez podamos ver que hay, nena.
Di dos pasos atrás al escuchar cómo me llamo, no, no iba a permitir que de nuevo pasara, mi cuerpo empezó temblar a causa de los recuerdos. Mi mano viajo directamente a su mejilla dando una merecida bofetada
--N-no, no me busques más…-- y con eso empecé a correr hacia la oficina de la señora Samantha
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Cuando llegue a la oficina estaba jadeando y mis ojos picaban gracias a las lágrimas, la señora Samantha me tranquilizo y le conté todo lo que había pasado, claro que omití la parte en donde Evan me persuadía para unirme a él para investigar que había en la puerta del pasillo cinco
--¿No crees que deberías darle unas disculpas al chico?—replico anotando algo en su libreta
--¿Debería?—pregunte con inocencia
Ella enarco la ceja—Tu sabes la respuesta a esa pregunta. Él no sabía que consecuencia traía en llamarte así, Leah…
--Simplemente no puedo, cada vez que se me acerca empiezo a temblar no sé cómo pararlo. Mi mente solo lo asocia a los chicos de mi pasado…—digo tratando de deshacerme del nudo en mi garganta
--Y yo te he dicho que no todos los hombros trataran de manipularte o torturarte, Leah—me abrazo a mí misma en un intento vago de consolarme—intenta pedirle disculpas al chico, y si pasa algo puedes venir a decirme de inmediato
Asiento tratando de controlar mi respiración, carraspeo un poco antes de hablar—necesito otro bote de Loracepam—los cuales son mis pastillas para la ansiedad o como diría Summer mis golosinas preferidas
--Claro—agarro un papel para poder escribir que necesitaba otra dosis, porque claro por más amiga que era de la enfermera no podía agarrar medicamentos sin un récipe autorizado por mi psicóloga
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Una semana era el tiempo que había pasado desde la última vez que había visto a Evan, claro que aún no me atrevía a pedirle disculpas, no era una chica muy valiente o rebelde como otras chicas en el internado Andrade. En cambio era una chica con serios problemas para socializar y más si se trataban de chicos.
Claro que Summer quería ver a su “amigo Evan” pero siempre la distraía con otras cosas, pero cuando hoy apareció con una nota que tenía mi nombre me pareció un poco sospecho
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Editado: 14.11.2021