Terminando de decir esas palabras y sumado a lo que acababa de presenciar, Hannah simplemente contesto con un simple –Está bien –y acto seguido se dio media vuelta para marcharse.
-Era lo que tenías que hacer Aleister –Me dio animo mi mejor amiga colocando su mano en mi hombro.
-No me siento mal por eso –Respondí rápido para que no se haga una idea equivocada –Simplemente decidí que no podía seguir jugando con sus sentimientos de esa manera, ella se merece a alguien mejor y estoy seguro de que lo encontrara-
Esa era la triste verdad que le conté a todos de porque entre Hannah y yo nunca podría haber nada más que amistad, “yo ya tenía mis ojos puestos en alguien más” pensaba mientras observaba a Sebastián quien estaba al final de pasillo esperando a que acabara “Y alguien más tiene sus ojos puestos en mi”. Pero la verdad que no le conté a nadie fue que ella ya no me era útil, hace ya mucho tiempo acepté salir solo porque Ari sintió a uno de sus hermanos en ella, o mejor dicho cerca de ella. Ahora que por fin encontré a la primera hermana de Ari ya no necesitaba de sus servicios, admito que fue un poco divertido, pero hasta aquí llego.
Sarah había estado al lado de su amiga mientras yo le contaba todo y ahora que Hannah se marchó ella se quedó ahí parada observándome. Indirectamente parecía querer que yo le dijera algo así que eso hice.
-Mira, lamento mucho haberle hecho eso a tu amiga. Pero ella no se merecía creer esa mentira-
Ella me miraba muy seriamente con el ceño fruncido. A su lado se encontraba flotando Casiopea, el aspecto de las constelaciones, la hermana de Ari; y a mi lado también en su forma de aspecto se encontraba Ari. Solo Sarah y yo podíamos verlos a ellos dos.
-Escúchame bien, desde que Casio apareció frente mío le he dedicado mucho tiempo a buscar a su hermano y líder. No dejare que los sentimientos arruinen mi trabajo así que trabajare contigo y te ayudare en lo que necesites. Pero solamente como trabajo ¿Entendiste? Como persona te desprecio por hacerle eso a mi amiga y no me agradas por eso-
Me quede en silencio unos segundos –Está bien, creo que puedo vivir con eso-
Más tarde Sebastián empujaba mi silla de ruedas mientras el resto de mis amigos me acompañaban a casa. La vereda por la cual caminábamos estaba vacía y estaba teñida por el color del sol ocultándose.
En esta situación lo primero que paso por mi mente fue la necesidad de disculparme por hacerles hacer todo eso, tuvieron que cerrar el negocio del curso solo porque New Quay vino a ayudarme. Pero rápidamente deseché esa idea, mientras estaba inconsciente aprendí una o dos cosas sobre mí mismo y con eso en mente las palabras que salieron de mi boca fueron completamente diferentes a las que había pensado en un principio.
-Muchas gracias por ayudarme hoy chicos, en serio gracias a todos –Todavía tenía que acostumbrarme un poco a esto, así que mientras decía esas palabras baje mi mirada.
-¿Qué es esa mirada? De esa forma no se le agradece a la gente –Me regaño el noveno haciendo que levantara la cabeza, a la vez que levanto su puño –Dualidad-
Yo le mostré una pequeña sonrisa y ambos chocamos el puño –Dualidad –Conteste.
Cambiando de tema antes de que llegáramos a mi casa Elizabeth se encontraba un poco preocupada respecto a lo que había hecho con mi hermano menor Arthur.
-Confía en mí, no tienes que preocuparte por eso. La verdad es que nunca más volverá a darnos problemas-
-Está bien, si tú lo dices-
Luego de eso le guiñé al ojo a Ari, la verdad es que para encargarme de mi hermanito tuve que pedirle un descarado favor a Casiopea, por suerte ella acepto ayudarme.
Ahora la última persona que quedaba era Sebastián, quien había estado en silencio todo este tiempo.
-Siento mucho lo de hoy. Pero te juro que mañana tendremos un día espectacular –Le dije.
-Espero que los juegos de mañana sean mejores que los de hoy –Respondió un poco exigente.
-Oh ya verás –Se unió Eliz a la conversación.
-Así es –También acoto New Quay –Nuestro curso preparo algo increíble para el último día del festival.
Me encontré sorprendido al escuchar eso, yo no estaba enterado de nada -Oigan ¿Y yo como no sabía de eso?-
-Lo siento Ale –Se disculpó el noveno –Es algo que planeamos hace varias semanas para el festival, de esa forma tendríamos tiempo para hacer el servicio sin problemas-
Mi vista cambio hacia mi amiga, al observar mis ojos ella llevo su mano detrás de su cabeza –A mí se me olvido contarte. Pero no es mi culpa, cuando despertaste del hospital fueron muchas emociones de golpe-
-Si claro –Exclame mirándola con desconfianza e inflando los cachetes.
Acabando con esa escena Sebastián soltó mi silla y se acercó a abrir la puerta, por fin llegamos a nuestro hogar. Y hoy mis amigos se quedarían a dormir conmigo.
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Editado: 22.06.2022