No lo puedo creer. Nadie lo creería. -
Luego de encontrar el diario, me fui de allí de inmediato. Un tic en mi mente me fue devolviendo una memoria sustancial de mi otro supuesto yo.
Estaba de camino a un evento público. Tenía una invitación que gané en un concurso. Era un show de concierto, en el cual muchos fanáticos se una banda de punk, saltaban sin parar al sonido estrambótico y distorsionado. Entre la multitud me encerré como uno más de ellos entre saltos y algunos golpes. Todo ello acontecía, mucho antes de ser quien soy, y del accidente que el diario me narró en el cual Mei, era mi compañera. Solo sé que entre canciones y desespero, algunos comenzaron a golpearse entre ellos. Antiguamente no era extraño ver fanáticos de tal música agredirse. Hay datos históricos desde que se creó el crudo género sonoro y ruidoso. Pero aquí la situación. Me alejé de ellos para no terminar lastimado innecesariamente. Fue una batalla campal a puños y empujones. Di por sentado que debía irme de allí. Y fue por primera vez que una diminuta, y simple voz, a la cual no le presté atención pues fue pasajera, adjudiqué a los disturbios. Esa voz venía de una habitación aledaña a ella. Entre el desconcierto, me dirigí allí. Un hombre apuñalaba al otro que le pedía a título de sacrificio que lo haga. Aquel cumplió sus deseos y lo cortó en varias oportunidades. No podía comprender lo que estaba sucediendo. Era un total crimen, lo que mis ojos veían. Y luego aquel atacante se fue corriendo por otra puerta cantando una canción de la banda y dejando en el suelo aquel hombre. Me fui acercando, y aquel levantó en el suelo dejando huellas de sangre para ver mi rostro que se estaba atemorizando.
Corrí demasiado, en cuento ese rostro me apuntaba. Y luego olvidé, ya que nadie creía lo que mis ojos vieron. Y no hubo ninguna noticia de ello.
En fin el recuerdo, se materializó en mente, y ello daba a manifestar que aquellas voces, venían en mí desde hacía mucho tiempo y yo nunca lo supe.
Mei, quería conversar conmigo. Había muchos cabos sueltos que atar para saber bien lo que estaba ocurriendo. Los delitos de riñas y muertes se triplicaron como una moneda de uso corriente. Aún recordaba aquella situación del pasado. Aquel
hombre en el suelo arrastrándose con un puñal en la espalda y su sonrisa mirándome con deseo de querer matarme. Era una sensación de terror.
Su risa se fue transformando en locura y se incorporó del sucio suelo grasoso y volvió a desplomarse.
Hoy en sigo transportando conmigo esa imagen nítida en su voz. Y lo curioso es que ese sonido de él, lo había escuchado en alguna parte. Esa voz riendo y atacando mis sentidos.
Lo llamaron esquizofrenia. Pero estoy seguro que no era ello.
No podía pensar por mucho que quisiera. Me aguardaba por mí. Habíamos quedado una reunión, en un sitio concurrido de comidas rápidas. Es un sucucho escondido dentro de un pasaje como tienda. Al llegar, Mei no estaba allí. Posiblemente se encontraba en viaje, así que resolví esperarla.
De inmediato, mis sentidos se agudizaron con una voz particular. Provenía de la tienda de comidas. Al observar solo se encontraba un hombre preparando unos fideos en una gran sartén. Colocaba finamente el aceite y luego algunas verduras de espaldas al público. No se inmutaba ante ello. Sin embargo podía oírlo hablar solo, o a alguien. -
Eso me estremeció. El sonido de esas palabras se filtraron, en mis tímpanos. Era aterrador como con aquel hombre moribundo. Ladee la cabeza un instante y todo se aclaró. Aquel ser seguía su rutina culinaria.
Era Mei.
Asentí y nos retiramos a un café, cerca de dos cuadras de la escuela. Hubo entonces una interrupción. La madre de Mei, la esperaba a ella.
Se acercó a nosotros, y Mei, me pidió un momento, en el cual ambas hablaron algo personal. Luego Mei se volvió acercar a mí. –
La madre me saludó, y ambas se retiraron. –
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Editado: 27.09.2023