Dae-hyun
No me sentía con ánimos de confesar mis sentimientos porque no quería confundirme más de lo que ya estaba; quizás por esa razón Trent dejó de dirigirme la palabra al verme en esta posición.
Y la verdad no lo culpo.
Ahora era un completo desconocido, para él.
Un extraño que deseaba recuperar lo que el precio de la verdad le arrebató.
No podía recordar a Holly pero sí lo que desayuné en la mañana del día que fui capturado o la noche que me enfermé del estómago, estando en el escenario, dos días antes de que me enviaran a La Zona por comer una carne en mal estado que recientemente habían tirado a la basura; como podía ser posible que recordara las asquerosas náuseas que me hizo sufrir ese bistec color verde pero no lograba reconocer el repugnante sabor del té de Holly que bebí demasiados días.
Eran escasos los recuerdos que tenía de ella y estar consciente de eso me hacía quererlos de vuelta, como un niño pequeño deseoso por alcanzar un frasco de galletas.
“Por favor” imaginé que sentarme entre las cosas de Holly y tocarlas me ayudaría a recordarla, pero había muchas opciones. Podía tomar su manta o chaqueta y tratar de respirar el aroma, darle otra oportunidad al té, sin intentar vomitar o quizás solo ver con detenimiento la herramienta que todos teníamos en común.
El cuchillo.
Un arma de 22 centímetros afilada cuyo mango era de color plata y tenía el número “18” grabado en el pomo. Una herramienta que a simple vista sería apreciada por el mismo Cocodrilo Dundee.
Pero no para alguien como yo.
“Por favor” alguien que lo veía deseando recuperar lo que ahora era su vida.
Deseaba que esto fuese solo un mal sueño.
Una pesadilla que terminaría al abrir los ojos.
Pero era la realidad de algo que aún no lograba superar.
Ya no me iba a despertar en mi habitación, ni iría a la cocina a ver a mi mamá preparándome el desayuno o a encontraría a Jiyu en la entrada de la escuela porque La Zona lo destruyó todo.
Acabó con todo lo que fue mi vida y me dejó con esta que no podía reconocer. “Ayudame” quería llorar por la nostalgia que sentía al saber que mi madre, novia y amigos se habían ido para siempre y el arma de cacería no me iba a ayudar en nada.
—¡Ahhggrrr! —solo era un cuchillo que arrojé al entender que lo único que haría por mí sería hacerme caer en la desesperación.
Mientras que una parte de mi quería los recuerdos otra extrañaba la ciudad de Busan, al igual que el escenario falso o la convivencia que tuve con La Sujeto Once
—¡Ahggrrghh! —La pequeña a quien limpié sus lágrimas y abracé cada vez que terminamos una prueba.
Ese dolor me hacía anhelar mi vida actual y entrar en un estado de desesperación, odio…
—¡Ahggrrghh! —...e ira.
Este era el doloroso precio de saber la verdad.
¡Quería volver a ver a mi madre…!
¡...a Jiyu…!
¡...a mis amigos…!
¡...a mis hermanos…!
¡...a la Sujeto Once…!
¡…a Holly…!
Pero en lugar de eso veía el cuchillo caído sobre una pared de piedra iluminada por el fuego que comencé a ver borrosa. La cueva, los equipos de los demás sujetos y el fuego fueron opacados de mi vista, como sí estuviese cambiando de escenario, de la misma forma que lo hacía en mis sueños.
Ahora veía pasillos que eran iluminados por lámparas, las cuales aparecían y desaparecían mientras que yo era sujetado por un par de hombres que me llevaban arrastrando.
El lugar tomó la forma de un pasillo donde veía ventanas y a varios muchachos usando el uniforme de La Zona, incluso llegué a ver el rostro de Doce; todos me veían en silencio, como sí fuesen simples androides obligados a seguir con un protocolo de silencio al verme en esta situación, como en el día que fui desterrado.
De hecho todo estaba pasando como en ese día.
Comencé a gritar mientras que los pocos sujetos me veían, temiendo ser los próximos, siendo llevado en contra de mi voluntad, la diferencia es que ahora me había convertido en un espectador.
Un hombre atrapado dentro de sí mismo viendo a su yo del pasado asustado ante la idea de que iba a ser desterrado porque había tratado de ayudar a la chica que vi en cuanto miré hacía la entrada que conducía hacía la compuerta.
Ahí estaba Holly también siendo sujetada por dos guardias.
En cuanto las puertas fueron abiertas los dos fuimos arrojados a un cuarto oscuro.
La Zona alteró mis recuerdos durante el tiempo que estuve sedado, del mismo modo que lo hizo con todos, por esa razón creí que fui desterrado por intentar ayudar a Holly en lugar de estar molesto por haber visto a la Sujeto Once morir en mis propias manos.
Estaba viviendo el mismo recuerdo solo que ahora tenía lo que La Zona me arrebató.