¡Doce! Cada vez escuchaba la voz de Cole…
¡Doce! …la sentía como una ligera melodía que iba creciendo…
¡Doce! …conforme volvía a la realidad.
Pero esta ocasión era diferente.
¡Doce! su voz se fue desvaneciendo mientras cerraba los ojos y caía hacía un profundo y oscuro agujero sin salida. ¡Doce!
¡Doce…!
Esto podía o no ser el fin.
¡Doce…!
¿Oh sí?
La verdad no tengo ni la más remota idea.
Existen muchas formas de ver la muerte y esperarla del modo en como yo la anhelaba lucia más un deseo de suicidio debido a esa parte de mi ser que ya no quería más ser un esclavo de La Zona. Deseaba ser libre de tantas mentiras y pruebas que empeoraban conforme mis resultados iban cambiando.
Quien que La Zona nunca me lo iba a permitir; en algunas de las pruebas relacionadas con la condición física yo corrí el riesgo de fallecer, ya sea siendo golpeado por masos, quemado o sufriendo heridas que los doctores curaron sin ningún problema, trayendome de regreso a la vida.
Siempre que La Zona me revivía yo recordaba una fuerte sensación de energía en compañía de una luz blanca que ahora no veía porque no había alguien que pudiera re-animarme.
Solo caía hacia un vacío infinito, sin poder contar con la voz de Cole como compañía mientras sentía la fuerza del viento envolviendo mi cuerpo. Una ligera brisa que me permitía sentir una sensación de libertad.
Por fin era libre…
¡Plash!
…O al menos eso pensé.
Esos monstruos siempre tienen una nueva sorpresa esperando a cada Sujeto, y la mayoría iniciaba con una inyección, supongo que ahora ya sé para qué era esa última sustancia que me suministre.
La Zona me estaba sometiendo a una “simulación de sueño”; dichas pruebas consisten en ser expuestos a un escenario virtual dentro de nuestros subconscientes. En ellos seríamos sometidos a cualquier tipo de riesgo, solo que con la diferencia de que no sería como nuestros sueños normales, porque en estas pruebas podíamos sentir, respirar y degustar como en el mundo real, por eso es que en este tipo de pruebas no contaban con el mismo nivel de limitación física, a diferencia de las que realizaba en el mundo real. En ellas podía contar con que volvería a revivir sí algo malo pasaba y sabría que todo fue real en lugar de lidiar con una simulación que fuera capaz de hacer que todo luciera lo bastante real como para confundir al subconsciente, aunque no tuviera heridas.
Recuerdo que en una ocasión me hicieron creer que alguien me cortaba un brazo; una horrible sensación que aún permanece en mi mente porque la sentí demasiado real. Todo comenzó cuando cerré los ojos y el sueño me envio a una habitación, parecida a la de una cabaña. En ella me encontraba con la compañía de un doctor que me tenía sujeto a una pared mientras me golpeaba hasta dejarme sin fuerzas.
Sentí real cada sensación.
El impacto de sus nudillos sobre mi nariz, mejillas, frente y cabellera fueron tan lentos y vividos. Escupí sangre, suspiré y sentí el ardor como sí se tratase de una llamarada quemando mi ser.
Cuando ya no pude más el hombre quitó los seguros de mis cadenas y al caer me pateó sobre el estómago tres o cinco veces, la verdad no recuerdo muy bien porque apenas me pude mantener consciente. Lo que sí pude hacer fue ver el momento exacto en que el hombre me dejó de patear porque continuó tomándome de los brazos y arrastrándome hacia una mesa.
Una vez que estaba ahí él me colocó en el centro, sujeto mis extremidades y fue hacía otro punto de la habitación; en cuanto regreso él hombre estaba sosteniendo una sierra eléctrica de cadena cuyo motor desató ondas sonoras que percibí como si fuesen reales al igual que las pulsaciones que sentí en cuanto el tipo dirigió su sierra eléctrica a el centro de mi hombro derecho.
Nada de lo que La Zona le había hecho antes se pudo comparar con eso.
La sierra traspasó mi piel, músculo y hueso, como si se tratase de un salami. Mi brazo derecho quedó desprendido mientras sentía la sensación del ardor y hemorragia. No se sí fueron cinco o diez minutos los que me tuvieron en esa prueba, lo único que recuerdo es que en cuanto desperté de inmediato miré mi brazo derecho, el cual estaba donde siempre había estado, sin algún daño.
No me arrancaron el brazo,ni hirieron mi cuerpo, pero me hicieron algo que parecía tan real que durante una semana tuve la sensación de que mi brazo se desprendía como sí fuese una simple pieza de rompecabezas.
Una horrible sensación que quizás no sea tan diferente a la que estoy a punto de sentir porque repentinamente dejé de sentir mi cuerpo.