#8 EL FIN DEL VIAJE
Allí estaban, Stully y Samuel caminando el largo pasillo de un vagón oscuro. Por las ventanas se podía ver solo oscuridad, muy poca luz natural entraba al tren. Samuel no sabía ya qué hora era o cuánto había pasado desde que dejó su hotel. Cómo sea, su enojo y desesperación por encontrar respuestas no lo dejaban pensar bien.
- - ¿A dónde vamos? - le preguntó fastidioso a Stully
- - Ya lo verás. Parece ser que el destino no siempre tiene la razón...
Cruzaron varios vagones vacíos más, algunos de carbón, otros con cargamento, o incluso totalmente desolados. Pero finalmente llegaron al destino.
- - Soy yo, Stully
- La puerta que llevaba a lo que parecía la cabina del conductor se abrió. Ambos entraron.
- - Es más grande de lo que pensaba
- - ¿Hablas de este vagón? - le preguntó Stully a Samuel
- - Me refiero al tren. ¿Cómo es que ningún policía lo detiene? Prácticamente secuestra personas y se ve de cualquier lado.
- Nuevamente, Stully, el segundo cápitan, puso la cara de lástima.
- - ¿Por qué traes aquí a este chico, hermano?
- Quien esperaba dentro de la habitación, dando indicaciones al conductor, era Roger, el primer capitán. Él pregunta por Samuel.
- - Roger, él... - la cara de lástima apareció nuevamente en Stully - él decidió saber la verdad.
- Roger bajó la cabeza.
- - Ya veo...
- Mientras tanto, Samuel los observaba impaciente por saber a dónde iban y poco a poco las ganas de bajarse dominaban su cuerpo.
- - Primero que nada, Samuel Konan - comenzó Roger sentado detrás del conductor y viendolo fijamente - danos los motivos por lo que elegiste perderte esta aventura, por lo que elegiste dejar a tus amigos.
- - ¡ESO ES! - gritó desesperado Samuel - ¿DE QUÉ AMIGOS HABLAN? EMILY NO ESTÁ AQUÍ, A PESAR DE HABERLA VISTO POR LA VENTANA. CADA VEZ QUE PREGUNTO ALGO NUNCA ME DAN LA RESPUESTA. ¿QUE ES EN REALIDAD EL TREN? ¿A DONDE VAMOS REALMENTE? ¡¿COMO PUEDE RECORRER LA CALLE SIN NINGUNA JODIDA VÍA?!
Roger y Stully se vieron a los ojos mutuamente. Entonces, el primero habló :
- - Una pena ver cómo te ha consumido el miedo, joven Samuel. Hasta hace menos de una hora, cuando llegaste, te veía emocionado. Ahora solo veo...
- - ¡Desesperación! Esa es la palabra que buscas, Roger.
- - Si. Gracias, hermano.
El conductor parecía poner cara de lástima también. Derrepente, el tren se paró un momento. No solo el tren, el tiempo. Nada se movía. Solo Stully, Roger y Samuel se encontraban ahora en la habitación. No había ruido, no había nada. Solo ellos tres.
- - Joven Samuel, te diremos la verdad que tanto buscas.
- La cara de Samuel prestó atención. Roger continuó:
- - Este tren es el legendario "Expreso", apodado por nosotros como "Expreso Divino". Nos dirigimos a la constelación Polaris, o más bien, a verla. Luego hay otros destinos que no vienen al tema. Nosotros recolectamos pasajeros extranjeros a lo largo del pueblo de Wakou. Gente natal del pueblo no puede ni podrá nunca ver el tren. Excepto la niña de cabello azul, ella es un caso especial.
- Stully interrumpió:
- - ¿Recuerdas aquella bibliotecaria que te permitió llevarte el libro? Es nuestra prima. Ella se encarga de reclutar extranjeros e introducirlos al tema, que se sientan atraídos por la magia del mito y así comiencen a tener fe, a creer.
- - Ese es el punto - interrumpió ahora Roger -. Tú puedes ver el tren por qué tuviste fe. Por qué no pusiste excusas y te subiste, sin miedo. Así que sí... Somos un expreso mágico.
La cara de Samuel no podía verse más sorprendida. Él, tras escuchar todo, lo comprendió todo.
- - Yo... Lo- Lo siento.
- - Ya es tarde, hijo. Mí hermano y yo debemos hacerlo, ya es hora. Tú lo quisiste así. Elegiste saber la verdad antes que seguir creyendo, antes que continuar con nuestro viaje. ¿Tu amiga, Emily? También dudó, pero logró rectificarse y decidió seguir con el viaje. Una pena que el tuyo acabe aquí.
Sin darse cuenta, Samuel ya podía escuchar. Ya no se sentía en una habitación vacía. La luz volvía a entrar por la ventana. Con un pequeño dolor de cabeza, abrió los ojos. Salió de su cama y se dirigió a desayunar, debía buscar el colegio. Sus padres debían estar preocupados. Pensó que quizás debería buscar algún amigo, se sentía solo en Wakou y no habló con nadie desde que llegó.