Éxtasis por ti

Presentación en público

Al día siguiente, Tony llegó tarde al colegio. En  ocasiones eso sería algo muy común por su parte. Solo hacía las cosas a tiempo cuando realmente le importaba.

Todos los integrantes del curso estaban nerviosos, esa iba a ser la primera vez que saldrían a hacer una actuación. “Los esperamos allá abajo” exclamó alguien. Gaby cerró la puerta.

- Espero que lo poco que ensayamos ayer haya servido de mucho para este momento.

- Estoy nervioso –dijo Tony mientras hacía puño y sacudía las manos.

- Ven –se le acercó Angelina–, tómate una foto conmigo, ¿sí?

- Está bien –ambos se movieron hacia un espacio en el que había más luz, y los nervios de él disminuyeron.

Él vestía una camisa azul manga corta, un pantalón jean, los zapatos eran los mismos de todos los días, en su mano tenía una espada de juguete; esto era para la obra. Ella cubría su cuerpo con una blusa celeste, un pantalón jean ajustado y unas botas de cuero; interpretaría a un hombre. 

La presentación iba a ser realizada a la primera hora, en el momento cívico; momento adecuado  para llamar  la atención de todos los estudiantes.

Decidieron hacer un pequeño ensayo debido a que querían recordar ciertas partes, y además porque aún no  había mucha formación. Movieron las sillas para que el espacio sea más amplio. Lo hicieron bien.

- Ya vamos abajo –dijo Gaby–. Nos están esperando.

-¡Vamos! –exclamaron los demás.

Esperaban a que terminen de cantar el Himno Nacional. El inspector general los presentó.

- A continuación –decía por el micrófono– los alumnos de BI realizarán una pequeña actuación, en representación a la Gran Batalla del Pichincha.

La dramatización fue considerada un éxito  que incluso los aplausos duraron por un tiempo considerable, la escena se asimilaba al final tan esplendoroso de   una presentación de  Michael Jackson.

Después de eso, cada fila ingresó a su respectivo curso. Ellos tardaron en ir al suyo, ya que debían de ir a cambiarse primero. Cuando llegaron fueron felicitados por sus demás compañeros; se empezaba a ver la pequeña familia que se formaba allí. La desconfianza que existía entre la mayoría, se estaba desvaneciendo como la cucharada de azúcar cuando ingresa en una jarra de jugo. Incluso comenzaron a ponerse apodos, a hacerse bromas demasiadas fuertes, parecían que hubiesen sido amigos desde años anteriores.

Tal vez Tony se llevaba con todos, pero aún no hablaba con Mishelle, no encontraba el momento ni el día indicado para pedirle disculpas. Para él, ella era importante, y siempre se lamentaba por haber confundido su amistad.

Se estaba acortando el plazo para presentar el ensayo del libro. Algunos ya lo habían conseguido pero no lo leían. Ese texto en sus manos era dinero perdido para sus padres. A Tony le faltaba poco para terminarlo con esa lectura. El que tenía solo estaba siendo prestado por un compañero que se había cansado de leerlo. Varios estaban turbados por eso y por las demás tareas.

El muchacho se acercó a Angelina (que estaba en la puerta del curso con su texto).

- ¿Por qué no lees?

- No lo tomes a mal, pero no me gusta leer.

- Tienes que hacerlo, es bueno. Recuerda que es una nota importante.

- Sí, pero no estoy acostumbra –bajó la mirada.

- ¿Te parece si vamos a la biblioteca? Allí es más silencioso que aquí. 

- Bueno.

Ella se sentía insegura al ir con él, por lo que decidió invitar a sus compañeras, entre ellas estaba su mejor amiga con la que decidió ir conversando. Tony no le dio mucha importancia.

No podían hacer ni el mínimo ruido en ese espacio para estudiar.

- ¿Por dónde vas? –le preguntó ella a él.

- Ya me falta poco para terminarlo.

- ¡Chévere! A mí también.

Ellos dos eran los únicos que estaban más adelantados. A él sí le convenía terminarlo antes, para así ayudar al resto, en especial a ella. Además les podía pedir a otros licenciados que le auxilien en el momento que esté haciendo el ensayo. Eso le serviría de mucho, ya que era pésimo para hacer uno. ¡Fue el primero en terminar!

Volvió solo al aula y se lo hizo saber a todos apenas estuvo en la puerta. Algunos no le creían, pensaban que no leía, pero lo que no sabían era que había empezado con esa pasión desde finales del año anterior. A los quince recién se dejó llevar por el mundo de la literatura. Desde entonces comenzó a escribir. Mediante pasaba el tiempo iba mejorando más. Entendía mejor lo que pasaba frente a sus ojos, no se imaginaba que dentro de un libro encontraría una nueva vida e inclusive encontró en este espacio una nueva visualización del mundo.




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