C L E M A T I S
Desperté con el camisón empapado en sudor y sintiendo como el corazón palpitaba en mi pecho con fuerza. Al girar el rostro y ver por la ventana, me di cuenta de que todavía era de noche, posiblemente eran pasadas las tres de la mañana.
En noches como las de ahora extrañaba tener la compañía de Cael.
Había llegado hace varios días a Wyrfell en compañía de Rier y varios soldados de la guardia de Velmont, William había vuelto a Demarrer porque iba a tratar de nuevamente de convencer al resto de hombres.
El reencuentro con Argon fue extraño, por poco se cae de espaldas cuando vio mi cabello corto y teñido, pero luego de analizarme de pies a cabeza como un niño curioso, me abrazó con fuerza y le alegro que Cael y yo hubiéramos llegado a salvo a nuestros destinos.
Había tratado de mantener mi mente distraída pero el sueño cortado y la preocupación por esta pesadilla en particular no me dejaba descansar con normalidad. Aunque el pico había sido el día anterior. Durante toda la mañana, e incluso antes de irme a dormir me había sentido extraña. Y esto me asustaba. La última vez que había sentido ese malestar en mi cuerpo fue apenas unos días antes de que la aldea fuera exterminada, aunque no le había tomado la debida importancia.
Volví a recostarme y coloqué una mano sobre mi pecho, mi corazón seguía latiendo rápidamente y por más que intentaba tranquilizarme, simplemente no podía hacerlo.
—¿Clematis? —escuché que dijo Argon del otro lado de la puerta.
—Hola, puedes pasar —respondí mientras me acomodaba en el respaldar.
Argon traía puesta una bata de color azul y sostenía una pequeña lámpara de aceite en la mano izquierda, él no la necesitaba, pero desde la vez que le dije de esas extrañas pesadillas que tenía, siempre procuraba alumbrar las instancias donde me encontraba si era de noche.
—Hola, ¿estás bien? —preguntó mientras tomaba asiento justo a la altura de mis piernas.
—Tuve una pesadilla.
—¿Quieres contarme? —asentí.
—Fue extraño, desde que… Camelia partió no había vuelto a tener estos sueños raros, pero ahora, por algún extraño motivo volví a ver algo horrible:
Escuchaba como el sonido de una cascada, el agua me llegaba hasta las rodillas. No podía ver absolutamente nada porque todo se encontraba en tinieblas y a duras penas podía distinguir algo en la niebla, pero la brisa que llegaba hasta mí me indicaba que estaba en la desembocadura de un rio.
Comencé a caminar extendiendo los brazos para evitar golpearme con algo, y al llegar a la orilla, allá a lo lejos, pude ver una extraña silueta recostada sobre el suelo. Me acerqué cautelosamente y aquel bulto no se movía, estaba allí, quieto, hasta me atrevería a decir que inerte porque ni siquiera veía su pecho subir o bajar. En cuanto llegué me di con la sorpresa de que era un felino: Su pelaje dorado estaba empapado en sangre, sus colmillos saltaban claramente a la vista porque tenía la boca abierta, tenía un profundo corte en la garganta, era como si un animal lo hubiera mordido y arrancado la piel en esa zona, a la altura de su hocico vi unos arañones y traía una de las patas estiradas al frente como si estuviera señalando algo en concreto.
Me agaché, lo acaricié y cerré sus ojos abiertos. Sentí pena por él, Argon. Me partía el corazón pensar que esa hermosa criatura hubiera muerto de esa forma y estuviera tan sola en ese lugar.
En cuanto me puse de pie escuché como un animal aullaba de dolor. Observé en todas direcciones y a lo lejos, metros más allá del cuerpo de ese majestuoso animal había otro bulto de color blanco que tampoco se movía. Traté de acercarme, pero con cada paso que daba la distancia entre los dos se acrecentaba y poco a poco comenzaba a perderlo de vista.
Observé al suelo y vi su sangre llegar hasta mis pies, Argon, aquella criatura estaba herida y agonizaba y yo no podía hacer nada por ayudarla. Comencé a desesperarme, lloré debido a la frustración, pedía que lo que sea que lo estaba alejando de mí me permitiera ayudarlo, pero nada parecía funcionar.
Y en cuanto volví a escuchar aquel quejido de dolor de esa criatura fue cuando desperté.
—Lo siento —escuché que dijo Argon mientras frotaba mis piernas sobre la sábana—. A decir verdad escuché que te quejabas dormida, pero cuando percibí el olor de tus lágrimas fue cuando me preocupé y decidí venir a tu recámara.
—Agradezco que lo hicieras —respondí con una sonrisa apagada—. Argon —él me observó— ¿Crees que este sueño sea algo malo?
Él se me quedó observando en silencio ante mi pregunta, yo lo observé y luego entrelacé mis dedos sobre mis piernas. Francamente quería pensar que esto era nada más que una simple pesadilla, pero la experiencia previa me había enseñado que no debía ignorar estos malos sueños por ningún motivo.
—¿Es la primera vez que sueñas esto? —preguntó con cautela.
—Llevo soñando esto desde que regresé de Velmont, pero es la primera vez que lo sentí tan… real.
—¿Logras distinguir algo más en tu sueño?
—De lo único que estoy segura es de que hay un felino muerto y ese bulto blanco… posiblemente sea un lobo herido.
—¿No será ese animal que los persiguió a ti y a Cael en su viaje?
—No, se distinguirlos, Argon, son animales completamente diferentes. Estoy segura de que es un lobo, y tener esa seguridad me aterra —mis manos temblaban, Argon al darse cuenta de esto las sujetó con firmeza—. Lo mismo me pasó cuando era niña, cuando soñaba que exterminaban a la aldea. Tuve que aprender a ignorar esa pesadilla pero el costo fue alto. Siento que este sueño me está advirtiendo algo.
—¿Antes soñaste con estos animales?
—Sí, pero fue diferente, la primera vez el felino tenía acorralado al lobo malherido.
—¿Qué crees que intenta decirte este sueño?
—El felino podrías ser tú, Jaft o incluso William… y el lobo…
—¿Es Zefer? —asentí. La simple idea de imaginarlo provocó que mis ojos se llenaran de lágrimas.
—Tranquila —me dijo mientras acariciaba mi mejilla—. Sé que han pasado muchas cosas entre ambos y es natural que… te sigas preocupando por él. Pese a todo tú todavía lo amas.
—Argon…
—Haremos algo, ¿si? —tras oírlo lo observé con curiosidad—. Mañana le diré al cuidado de las vylas que envíe un mensaje a My-Trent, sé que sabes que Giorgio intercepta todos los mensajes de Zefer y posiblemente la respuesta tarde en llegar ¿pero te sentirás más tranquila con eso?
—Sí…
—Perfecto, entonces eso es lo que haré por la mañana.