Extraña complicidad [1]

CAPÍTULO XXVII

REGIAN

 

La mente es un mar infinito de posibilidades por explorar y la mente que llegó a mí era un mar tranquilo, pero lo destruyeron personas. Ahora su estado es incierto, puede estar tranquilo y otras veces ser un tsunami. Sé que destruye todo, sé que asesina cosas sin tener claridad, pero hicieron esa máquina de mal por culpa de la humanidad que lo rodeaba.

—Siempre he sido un asco para esto —Veo a mi hermano mayor intentar dar al platillo con la escopeta, pero lo hace imposible.

—A ver —Le quito la escopeta, cargándola y grito—. ¡Ya!

El platillo se lanza, apunto y el disparo sale en nanosegundos, rompiéndolo todo. El sonido de la loza cae y el olor a pólvora es una exquisitez que siento en las narices.

—¿Cómo eres tan bueno para esto? —Me dice Herian a mi lado.

—Fácil, nace de la vagina de mi madre y todo estará arreglado.

—Imbécil, por lo menos tu madre era asesina —Bufó—. La mía es una inútil, solo sirve para amenazar.

—Pues a la mía la tratan como una puta y a la tuya no.

—Son detalles —Le entregué la escopeta y trato de atinarle al platillo, pero fue inútil hasta el quinto intento—. Además, mi don no es el la lanzar cosas, para eso estas tú quien gobernará la mayoría de las armas, lo que yo haré seré el jefe de todo. No tendré que mover un solo dedo y tú serás mi mejor peón.

—Si lo que tú digas –Giré mis ojos y tomé un cigarrillo detrás de mi pantalón—. ¿Cómo vas con ella?

—Con ella —Soltó una risa sarcástica mientras encendía mi cigarrillo—. Voy de la mierda.

—¿Por qué lo dices? —Quise saber.

—Porque sospecho de que está viendo a alguien y me lo está ocultando.

—De seguro no es nadie, estate tranquilo.

Golpeé su hombro.

—No, no está bien y tú no interfieras en esto. Por más que tuviste con ella algo en el pasado no puedes meterte ahora —Me ordenó y yo lancé el humo al cielo—. Es mía, no es tuya. No la toques o mires porque no responderé. No me costará lanzarte una bala en el cráneo si te le acercas.

—¿Qué? —Comencé a reír—. No me digas que te enamoraste de ese monstruo.

—No te hagas el estúpido, que tú también caíste.

—Sí, pero eso fue hace mucho y no olvido la vez en que las cosas se complicaron —Dejé caer el cigarrillo en el piso y lo pisé—. Vete apurando en hacer la mierda que tienes que hacer que no aguanto verte tanto tiempo, hermano. Ahora me voy, necesito hacer una visita a alguien.

—¿Tan pronto?

—Si —Me quité los guantes y se los dejé sobre la bandeja que llevaba uno de los sirvientes.

—Cierra el laberinto.

—¿A quién traerás?

—A la mamá, es una drogadicta y necesita su dosis.

—Sigues dándole más droga a esa prostituta y yo mismo la mato —Lo amenazo.

—No quiero que lo hagas, mi tío la quiere viva —Arqueé las cejas y mis puños se cerraron—. Se la llevaré el 2 antes de lo presupuestado.

—Bien, porque si sigue viva yo mismo me encargo de matarla.

Me alejé de él lo más rápido posible y me subí al auto blindado. No llevaba tiempo viniendo aquí desde que llegó hace dos años, pero debo cumplir con obligaciones que nos inculcan desde los 3 años, como aprender a generar carácter o cumplir con tu rango. Son solo 16 años vivo, pero me siento como si tuviera 50 años. Mi vida se fue a la mierda con 11 años y no hay más que rencor sangrando por ella y por lo que voy hacer si es que todo sale bien.

No había nada bien en lo que haría y las ultimas semanas eran esenciales para que el plan de venganza de mi hermano se llevara a cabo. Había estado planeado desde que la ficha cayó en la culpable, desde que nuestra familia casi sufre una perdida y desde que todo se complicó. Mi tío aceleró el proceso de que a mí y a mi hermano nos conviertan en verdaderos ejecutores de la familia. Nuestro apellido, oculto entre tantos nombres falsos jugaba entre las sombras de una organización poderosa ligada a la mafia y esto para nosotros se volvió el inicio de todo el desastre.

Hace años atrás hubo una ejecutora, una chica desalmada de 9 años la cual conocí y decidimos vengar como premio por lo que mi tío padeció por culpa de ella. Su nombre es Elena Charlotte Wagner. Su madre la vendió a mi tío como presa para el cazador, pero las cosas no salieron como debieron y estamos aquí. Primero fui yo quien debía cumplir la obligación de llevársela a mi tío, ya que en ese momento mi hermano aún se recuperaba del trasplante de medula por el cáncer que tuvo hace años, pero caí igual de estúpido y bajé la guardia. Como consecuencias estuve en un hospital olvidándome de lo que pasó por momentos y cuando volví descubrí que pasó, mi hermano se adelantó y ya era tarde.

Las deudas de los males que se genera a una familia de nuestro prestigio no se llevan a cabo con una muerte simple. El dolor y el sufrimiento son parte de ello y Elena Wagner estaba destruida hasta la medula, estaba más al borde de la muerte que de la vida, pero pocos saben que el monstruo que vive en su interior vive y se alimenta de ella. Por ello Herian cumplió ese rol a la perfección, enamorar a ese alguien destruido, cavar hondo en las inseguridades y terminar por sacar a flote el miedo profundo en ella. Esa chica tenía varías cosas extraña en la vida y la peor de las verdades era que sus miedos se fragmentaban.

—¿A dónde señor?

—Al cine de Santa Mónica, cuatro cuadras de la calle 17.

—Bien.

Miré mi reflejo y noté lo estúpido que me veo con este uniforme. Solté un par de botones de mi camisa y tomé una menta del compartimiento del auto. El sabor mentolado cambio de inmediato en mi paladar, no me gradaban, pero reducía el olor a cigarrillos.

El chofer no tardó mucho en llegar, se estacionó frente al cine y giré mi cuello. La noté en el interior de este, mascando una goma mientras se perdía en el peor los días. Había lluvia como lo fue casi toda la semana y se notaba por lo empapada que estaba su camiseta. Era horrible para su asma, pero es tan terca que me mandará a la mierda si yo le digo algo. Era un desastre para el trabajo, descoordinada y su cabello está hecho un desastre, pero para prestar la sonrisa no lo faltaba porque cuando llegó un cliente fue lo primero que hizo. Se veía tan torpe al tomar unos billetes de 1 dolor mientras el tipo la miraba con malas intenciones. Se colocó nerviosa y estos se le deslizaron por las piernas. Estúpida. Lo recogió nerviosa, dándole la espalda mientras que… Un momento, ¿qué mierda? ¿Qué mierda le sucede? Quise vomitar al ver ese hombre asqueroso manoseándola con los ojos hasta acabar viéndole el culo.




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