Extranjera

Capítulo IV

Lord Baryad intentó con todas sus fuerzas luchar contra los bandidos, pero no fue posible ya que le superaban en número, sin embargo, el lord había demostrado ser un excelente espadachín y consiguió retrasar lo que venían buscando. María y Jane intentaron escapar mientras que el muchacho les brindaba tiempo. Pero ni se habían alejado unos metros cuando las apresaron.

Los bandidos amordazaron y cegaron con unas cintas a los jóvenes llevándoles a una aldea cercana donde les dejarían prisioneros.

**********

—María. — Llamó Jane— parece que lord Baryad se está despertando.

Jane había sido la primera de los tres al recuperar la conciencia y ver donde se encontraban, seguida por María Estuardo. Los tres jóvenes estaban encadenados con cuerdas a varios posters alejados los unos de los otros.

—Stéphane— llamó preocupada la joven reina—. Oh Stéphane, ¿estáis bien?

—Parece aún desorientado, y no tiene más golpes que el moratón en el labio. —Jane hecho un pequeño vistazo desde donde se encontraba.

— ¡Por favor Stéphane despierta! — Rogó de nuevo María con lágrimas en los ojos.

En ese momento Jane se dio cuenta que para María Estuardo su amigo lord Baryad era más que un acompañante en la travesía, o su guardia personal. Ya lo había notado por parte del muchacho que se preocupaba en exceso por ella y no porque fuera su reina solamente.

—María— pronunció el joven antes de abrir los ojos.

—Stéphane.

Por fin el muchacho logró verla, casi en la otra punta del pequeño lugar donde estaban apresados.

— ¿Estáis bien María? — Preguntó con tono de preocupación.

—Si. — Respondió la joven contenta.

—Ella no tiene ningún rasguño Stéphane— Jane se metió en la conversación.

— ¡Tú! — Volvió a acusar el joven— avisaste a estos bandidos de que María estaba aquí. Todo ha sido una trampa— comenzó a gritar— ¿decidme quien y cuanto os han pagado?

—Yo no he hecho semejante cosa— se defendió Jane ofendida.

—Lo sabias desde el primer momento y nos engañasteis. — Stéphane se intentaba soltar para ir a donde se encontraba Jane.

—Yo no...

—No Stéphane, te equivocas. — Defendió también la joven reina.

— ¿María, aún estás tan cegada por ella? No es ella María, no es lady Doug...

—No estoy cegada— gritó cortando al rubio, era la primera vez que Jane oyó como la dulce pelirroja alzaba la voz— ha sido Lord Armang y los ingleses.

— ¿Lord Armang? — Preguntó el chico sin creérselo.

—Si— afirmó María—. En realidad, está a las órdenes de Isabel.

—Catalina— susurró Stéphane.

— ¿Catalina de Médici? — Preguntó Jane. Según lo que ella había leído, Catalina y María antes de que la reina escocesa se fuera de Francia habían hecho tregua.

—Si Catalina me propuso que Lord Armang nos acompañase en la travesía, ella siempre ha conocido a todos los espías de Isabel.

—Catalina nunca haría tal cosa— Jane comenzó a dudar. Este rapto no lo había leído en los libros cuando estudiaba en la universidad. A lo mejor no se escribió en los libros que la reina consorte de Francia había ayudado a tal secuestro. ¿O significaba que el pasado estaba cambiando?

—Si la haría— Lord Armang entró en la cabaña y fue directo a ver como estaba la joven reina- Su majestad Isabel me recompensara gratamente cuando la lleve a su prima a Inglaterra.

— ¿Por qué? — Preguntó María.

—Ella es mi reina. Soy un Lord Ingles enviado a Francia a saldar una deuda— explicó— cuando os lleve ante vuestra prima, mi deuda quedará saldada.

—Mi señor— un caballero entró en la cabaña sin llamar— todo está preparado para mañana.

—Excelente.

**********

El castillo de Edimburgo no estaba tan tranquilo como solía estar siempre. Los criados cuchicheaban y los lores protestantes se movían más de lo habitual por los pasillos.

En uno de los aposentos del gran castillo, un joven con el cabello castaño, revuelto dormía en su cama acompañado de una joven noble que se encontraba totalmente desnuda, solo la tapaban las sábanas y el brazo del joven.

Alguien llamó con efusividad a la puerta. El joven levantó la cabeza y al oír otra vez tocar la puerta se puso unos pantalones que estaban tirados por el suelo. Con la mano se peinó el pelo y fue a abrir.

—Dime Ray— frente a él uno de sus sirvientes.

—Mi señor, el jefe de Clan Mc Edeer pide una audiencia urgente con vos y solo con vos— aclaró.

— ¿El Clan Mc Edder? No suelen dar problemas, ¿qué habrá pasado?



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En el texto hay: desamor, amor, aventuras

Editado: 27.12.2018

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